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Así es como el mundo se acaba, no con una explosión

Todavía quedan científicos optimistas

Platicamos con el Premio Nobel de Química Mario Molina sobre el cambio climático y el oscuro panorama si EU no reduce su emisión de gases.

Ilustración por Fernanda Solley.

Pertenezco a la generación que creció durante un ataque de pánico generalizado cuando se descubrió el hoyo en la capa de ozono. Era demasiado chica para entenderlo, pero vivía con la idea de que nos daría cáncer a todos porque los rayos del sol eran más potentes que nunca, que teníamos que usar bloqueador y que éramos muy afortunados de no vivir en la Antártida (donde se encontraba el hoyo en la capa de ozono que derretiría a cuanto ser vivo se paseara por ahí). Además, la culpa la tenían los aerosoles y los refrigeradores, así que le tiraba bastante mala onda a las señoras que se peinaban con fijador.

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Tiempo después supe que el científico responsable de descubrir el fenómeno del adelgazamiento de la capa de ozono era mexicano y se llamaba Mario Molina, y que ese descubrimiento le valió el Premio Nobel de Química en 1995. Molina es pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial de la química atmosférica. Recientemente se ha dedicado a la política de la ciencia conectada con el cambio climático. Es uno de los científicos que forman parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y dirige el Centro Mario Molina, cuyas oficinas están en la Ciudad de México. Ahí nos recibió para hablar sobre los desafíos del creciente problema del cambio climático.

"Es el reto, quizá, más importante que tiene la humanidad hoy en día… A mediados del siglo pasado empezó a tomar fuerza como un problema que había que resolver", comenta Molina con el tono amable que lo caracteriza.

La quema de combustibles fósiles (petróleo y sus derivados) y la producción de cemento son las causas principales de emisión (73%) de los gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático, según su libro, El cambio climático. A partir de la Revolución Industrial y posteriormente con el boom de la cultura consumista a partir de los años 60, la producción de estos gases ha escalado a tal magnitud que hemos aumentado la temperatura promedio de la superficie terrestre 0.8 grados. Probablemente suene poco, pero si se ve desde un panorama histórico, la tierra salió del rango de temperatura estable que ha existido durante los últimos diez mil años. Molina identifica este fenómeno como una nueva época en la que los seres humanos hemos adquirido la capacidad de transformar al planeta, entre ellos la composición química de la atmósfera global; a esta nueva era se le denomina Antropoceno (revisa en este mismo número algunas propuestas para sobrevivir a esta era).

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Con tal aumento de temperatura "estamos viendo cambios muy preocupantes, lo que llamamos climas extremos: ondas de calor, sequías, inundaciones. Pero lo más preocupante es poder predecir qué pasaría si continuamos con estas emisiones, si la sociedad no respondiera. Sería probable que la temperatura subiera 3 o 4 grados centígrados a finales de este siglo. El riesgo de que la temperatura suba más de 5 grados es totalmente inaceptable para la sociedad; sería una locura. Podría haber consecuencias gigantescas para el progreso de la civilización. Grandes partes de la población humana serían muy vulnerables. Podría haber cambios profundos en el clima: inundaciones, huracanes; habría partes del planeta donde sería imposible salir al aire libre… sería cada vez más difícil tener un desarrollo económico razonable, sequía, grandes migraciones, esto generaría muchos conflictos a nivel social".

Aunque este problema se conoce en la comunidad científica desde los años 70, no había cobrado fuerza en los sectores que toman las decisiones. Incluso Molina comenta que ha habido esfuerzos muy exitosos de grupos de interés, empezando por Estados Unidos, que financiaron campañas para desprestigiar la base científica.

Es sabido que foros como la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, en Las Vegas, cuya novena edición se celebró en julio del 2014, son sólo un ejemplo de espacios donde el objetivo es refutar pruebas científicas con mentiras, desinformación y manipulación de datos. Estos foros han sido financiados por organismos como el Pacific Research Institute que a su vez recibe financiamiento de empresas como la petrolera estadunidense Exxon Mobile, la cual ha sido culpable de desastres ambientales en Alaska y Montana, en EU.

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Con los fenómenos hidrometeorológicos cada vez más extremos, el cambio de temperatura, la reducción de la extensión de hielo en el Ártico y el aumento del nivel del mar, es irresponsable afirmar que el cambio climático es un invento.

Las graves inundaciones que se han vivido en Guerrero (México) y Nueva York y Nueva Jersey (EU) son ejemplos claros de cómo nos han afectado estos fenómenos. En palabras del Premio Nobel: "Hay un efecto invernadero natural. Si la atmósfera fuera nada más oxígeno, nitrógeno y otros gases, sin bióxido de carbono, la temperatura del planeta sería de -18 o -20 grados centígrados. Esa pequeña cantidad que existe en la atmósfera [de dióxido de carbono o CO2] es responsable de que la temperatura promedio no sea de -18 grados, sino de 15. Eso es lo que ha permitido la evolución de la vida. Como consecuencia de la quema de combustibles fósiles, esa composición química que se mantenía naturalmente con respecto al bióxido de carbono ha cambiado y, al ser el termostato del planeta, no es sorprendente que, por eso, el clima se esté afectando de una manera preocupante". Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el promedio actual de concentración de CO2 es 40 por ciento superior al que prevalecía en la época preindustrial.

Los acuerdos internacionales han puesto como objetivo no rebasar los 2 grados de aumento en la temperatura de la superficie terrestre; sin embargo, los esfuerzos globales han sido muy poco contundentes y es casi inminente que este año se rebase esa meta.

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En diciembre del 2015, se llevará a cabo en París la Conferencia de las Partes 21 (COP 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en la que se prevé que un nuevo acuerdo global sea aprobado (como continuación del Protocolo de Kioto, que desde 2012 ya no está vigente), donde los países acordarán los volúmenes de mitigación de los gases de efecto invernadero; en otras palabras, se definirán los compromisos de reducción de estos gases por país. Pero empezamos mal: el 31 de marzo se debieron revelar las metas de cada país y sólo seis (Suiza, la Unión Europea, Noruega, Rusia, Estado Unidos y México) cumplieron. México se comprometió a reducir 22 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero para 2030.

La COP 21 llega con un pasado poco alentador: las metas de mitigación acordadas en el Protocolo de Kioto, que terminó su primera fase en 2012, no se cumplieron. Ahora estamos en un proceso de "transición" o de inacción que se retomará en la COP de París.

Los retos son tan complejos que se genera un panorama difuso. La ciencia y los intereses económicos se mueven en direcciones diferentes, muchas veces contrarios, y los capitales suelen tener más injerencia en la política. Reducir la huella de carbono y bajar la emisión de gases de efecto invernadero requiere forzosamente cambios económicos y tecnológicos profundos y, por lo tanto, una fuerte voluntad política. Es por ello que durante años países como Estados Unidos no han querido comprometerse.

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Los principales generadores de gases efecto invernadero son China, Estados Unidos, la Unión Europea e India. Entre EU y China se genera más de 40 por ciento de los gases. Molina comenta: "Estados Unidos por muchos años fue el principal emisor, pero con el desarrollo económico, China ahora emite más, anualmente, que EU. Acumulativamente, EU sigue siendo el país más importante y son los países desarrollados los que han causado este problema". Recientemente Obama mostró compromiso, sin embargo, las acciones deben ser ratificadas por el Congreso y el Partido Republicano sigue discutiendo si el cambio climático es una realidad o un invento de la ciencia. "¿Por qué importa el partido Republicano? Porque domina el Congreso, y si EU no ratifica un acuerdo internacional sería difícil que el resto de los países lo hiciera. Y por ley, para que un acuerdo internacional sea ratificado, tiene que aprobarlo el Congreso", afirma Molina.

Para resolver el problema entre los países desarrollados y los subdesarrollados es necesario colaborar. Para ello deben fluir apoyos económicos y de energías renovables de los primeros a los segundos. "La idea es que haya un fondo internacional que le ayude a los países en desarrollo a hacer esos cambios [a energías renovables] que sí cuestan algo… No nos podemos esperar otras dos o tres décadas a que realmente se vuelvan más baratas que los combustibles fósiles. Es por eso que tiene que haber un acuerdo internacional. Si no se enfrenta el problema va a ser mucho más difícil para los países con pocos recursos adaptarse a los cambios. Hay una grave amenaza de que no van a poder desarrollarse si cambia el clima".

Con este panorama un tanto apocalíptico le pregunto a Molina si tiene optimismo en que esto pueda resolverse. "Si pudiéramos educar a la gente para no gastar energía inútilmente ya sería un progreso. Aunque es importante, no se puede resolver este problema global nada más con medidas voluntarias; es por eso que lo más importante que puede hacer la sociedad es asegurarse de que el mensaje llegue a los tomadores de decisiones. Es importante que haya señales de que la sociedad apoya políticamente cambios que, en última instancia, deben ser cambios que haga el gobierno. Esto se puede resolver y no estamos hablando de tanto sacrificio, pero es algo que nos conviene desde el punto de vista económico y además es un problema ético fundamental. No sería justo dejarle a las futuras generaciones un planeta lleno de dificultades por tener la vida que tenemos hoy en día".

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@woldenberg