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Cultură

Los homosexuales son como copos de nieve

No, no me refiero a que se derriten en tu lengua (bueno, algunos sí).

Hoy en día todo es sobre los homosexuales. Nunca antes en la historia de Estados Unidos habían estado tan presentes en la mente del público, en especial ahora que el presidente Obama respaldó el matrimonio entre homosexuales (en principio; todavía le está echando la bolita a los estados), y Newsweek tuvo lo huevos de declararlo "el primer presidente homosexual" (Bill Clinton fue nombrado el primer presidente negro, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Si Hillary llega a la Casa Blanca en 2016, será la primera presidente negra y lesbiana?) Ahora que el matrimonio entre homosexuales se ha convertido en un tema controversial rumbo a las elecciones presidenciales (la campaña contra las agresiones a homosexuales le está pisando los talones), podríamos decir que está de moda ser gay (de moda siempre y cuando seas la clase correcta de homosexual. Si eres la clase de homosexual patriota que apoya al ejército y aboga por la monogamia y los valores familiares). Un homosexual que se ve y se comporta como el gringo promedio, excepto porque batea para los de su propio sexo. Dudo mucho que Estados Unidos esté listo para tener un presidente transexual.

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Pero dejemos los estereotipos a un lado. Los homosexuales son como copos de nieve. No, no me refiero a que se derriten en tu lengua (bueno, algunos sí). Me refiero a que no hay dos iguales, en particular en términos de su comportamiento e identidad sexual. En los setenta y a principios de los ochenta, muchos homosexuales se esforzaban por verse y actuar igual, adoptaron un estilo y una actitud tan similar que se les empezó a conocer coloquialmente como "clones": bigotes y patillas, un solo arete en la oreja derecha, chaleco de cuero, una playera blanca, apretada y fajada, jeans arriba de la cintura con el paquete marcado, calcetas blancas, tenis o botas. Era una imagen diseñada específicamente para identificarse como homosexual, para expresar solidaridad, para proyectar una postura altamente masculina (al menos en teoría) y sexual, y para expresar su militancia; un ejército de amantes (homosexuales). En su momento detestaba este atuendo comformista, e hice todo para evitarlo: usar múltiples aretes, maquillaje, un mohawk, y una falda de vez en cuando. Pero ahora recuerdo con nostalgia este mensaje extremo que los homosexuales querían enviar (igual que me siento nostálgico cuando pienso en las lesbianas separatistas), actuando todos iguales para afirmar que eran diferentes. La conformidad actual, lamentablemente, es mucho más siniestra.

El problema con la nueva mentalidad homosexual absolutista (adoptada en parte, según parece, por una necesidad política) es que limita la identidad y el comportamiento sexual. Es como si la teoría de Freud sobre la bisexualidad constitutiva (que todos nacen con el potencial para ser bisexuales, y definen su sexualidad a temprana edad influidos, en mayor o menor grado, por la sociedad) nunca hubiera existido. En lo personal, soy un fiel partidario de esta teoría, pero considero que hay ciertas variables hormonales y ambientales durante el embarazo que pueden generar una predilección el niño.

El sexólogo Alfred Kinsey desarrolló su famosa escala Kinsey, analizando la sexualidad como un continuo entre 1 y 6, donde 1 indica una completa heterosexualidad, y 6 una absoluta homosexualidad. Esto dejó a un porcentaje considerable de la población flotante en el medio, con una buena cantidad de deseos o experiencia heterosexuales y homosexuales. Yo soy un 6 en las escala de Kinsey, quizá un 7, pero no es algo de lo que esté particularmente orgulloso: ¡para mí sólo quiere decir que soy un heterosexual reprimido! (Así como un 0 o un 1 podría considerar que está reprimiendo su potencial homosexual). Insistir que los homosexuales nacen así, sugiere que los "heterosexuales" también nacen así, cuando el sentido común y una infinidad de ejemplos de comportamiento sexual nos dicen que la sexualidad humana es mucho más fluida que eso. He conocido a muchos homosexuales con un fetiche por los heterosexuales, y han tenido mucho éxito. Y no estoy hablando de homosexuales por conveniencia. Mis películas tratan de hombres "que se identifican como heterosexuales" pero que disfrutan coger con homosexuales (hustlers, neonazis, y demás) sin realmente sentir que se contradicen. ¿Y qué me dices de la "homosexualidad institutiva" (un término desafortunado): hombres en las prisiones o en el ejército que se dan sus llegues cuando no hay mujeres disponibles, o viceversa? Lo mismo aplica para las religiones que segregan a los sexos. La necesidad sexual se adapta de forma razonable, como se observa en los prisioneros que usan su toallas como turbantes (i.e. para expresar su papel de homosexuales pasivos), y lo que solíamos llamar "lesbianas políticas": mujeres que acuden a otras mujeres en busca de sexo porque (con toda razón) no aguantan a los hombres.

El problema con la nueva agenda homosexual es que quiere que todos elijan un bando (naces de una u otra forma), y después se conforma con que ambos bandos acepten las configuraciones sexuales y sociales, y los papeles tradicionales de género de la cultura dominante; una especie de heteronormatividad para los homos, o lo que podríamos llamar "homonormatividad". No es lo que yo llamaría una revolución sexual.

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