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Cultură

El veto a las setas...

Cuando llegué a la granja de las Trufas Mágicas, sus dos propietarios, conocidos como los Hermanos Trufa, estaban desembalando un “realista” alienígena de plástico de metro y medio mientras hacían planes para disfrazar al alien de Bob Marley y...

 En los bucólicos prados de Hazerswoude-Dorp, cobijada entre verdes campos de rumiantes vacas Holstein, molinos perezosos y pizpiretos tulipanes, se halla una pintoresca granja holandesa que funciona como la mayor fábrica del mundo de trufas con contenido de psilocibina. Siendo claros, las trufas que produce esta granja, llamadas a menudo “piedras del filósofo”, no son técnicamente trufas (ni piedras), sino más bien un propágulo fungal con funciones biológicas distintas a la de las setas. La seta constituye el cuerpo reproductor, o “fruto”, del hongo desde el que se dispersan las esporas; al germinar, estas esporas se combinan para crear una esponjosa red de filamentos llamada micelio. Si las condiciones no son las correctas para que el micelio se organice en forma de setas, ciertas especies forman una madeja de tejido micelial llamado esclerocia. En 2008, el gobierno holandés virtualmente prohibió toda especie conocida de seta con psilocibina, pero dejó sin proscribir las humildes esclerocias del hipogeo. De un día para otro, estas humildes pepitas de escleroide carne fungal—trufas—se convirtieron en la única fuente legal de psilocibina en los Países Bajos, así que volé a Ámsterdam para saber más de su historia y su propagación. Cuando llegué a la granja de las Trufas Mágicas, sus dos propietarios, conocidos como los Hermanos Trufa, estaban desembalando un “realista” alienígena de plástico de metro y medio mientras hacían planes para disfrazar al alien de Bob Marley y construir un enorme porro falso que le pondrían en la boca. Nos sentamos a charlar.

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   ¿Qué tienen en común Bob Marley y los extraterrestres? Que a todos les encanta la hierba.

VICE: ¿Quién eres y a qué te dedicas?
Ali: Me llamo Ali. El de aquí al lado es mi hermano, Murat. Se nos conoce como los Hermanos Trufa. Estás en la granja de las Trufas Mágicas. Producimos esclerocia, también conocida como trufa mágica, aquí en Hazerswoude-Dorp, a 30 kilómetros al sur de Ámsterdam. ¿Cómo entrasteis en el negocio de las trufas?
Murat: Yo llevaba una pizzería. Encima de mi restaurante vivía un tipo que intercambiaba productos de craqueo con esos tíos que se meten… ¿cómo se llaman esos que se meten en los edificios? ¿Okupas?
Murat: Sí, eso. Esos okupas cambiaban setas que encontraban en los bosques por los productos del tío encima de mi pizzería. El tío vino un día y me dio una bolsa pequeña de lo que parecía vello público blanco. Me pareció asqueroso, así que lo tiré en un cajón y me olvidé. Una semana más tarde o algo así me encontré la bolsa, ¡y vi que estaban empezando a germinar hongos! Me fui con la bolsa de hongos a mi hermano y le dije, “Me gustaría crear más de esto”. Ali había terminado con su proyecto de setas en Polonia, y decidimos empezar un negocio juntos. ¿Qué proyecto era?
Ali: Yo era supervisor de un proyecto internacional de cultivo de champiñones. Era un proyecto de cultivo a lo grande, con respaldo de una planta de enlatado. De modo que ya formaba parte de la industria de cultivo de setas, aunque de un tipo muy diferente. Estaba trabajando en el proyecto cuando un amigo mío me enseñó unas esporas que había recogido en una placa de petri. Me dijo, “Es una seta mágica”. Yo no había oído nunca nada parecido y las miré de cerca. Acudí a otro amigo que tenía un laboratorio micológico y le pregunté, “¿Podemos hacer algo con estas esporas?” Él me dijo, “Bueno, lo podemos intentar”. Unas semanas después había una sola seta en el acuario, pero era una seta gigante. Un amigo la probó y me dijo que era increíble. Por lo visto se había puesto a hablar con los ciervos, las plantas y las flores. Esa, para mí, fue la señal, “Vale, esto es bueno, vamos a seguir con ello”. Así es cómo ocurrió, así y con el encuentro de Murat con el tipo de arriba. Una ración unipersonal, sellada al vacío, de Psilocybe galindoi. ¿Empezásteis en esta misma granja?
Ali: Empezamos de manera más pequeña.
Murat: En realidad fue en el dormitorio de mi hija, con un solo acuario de setas.
Ali: Salíamos cada noche a buscar por las calles acuarios viejos que alguien hubiera tirado. Era, en cierto modo, como salir a buscar setas. Decíamos, “¡Allí hay uno!”, y cogíamos el acuario. Al poco tiempo la habitación estaba llena.
Murat: Sí, en la habitación de mi hija había docenas de acuarios con setas… pero no eran suficientes. No lográbamos satisfacer la demanda. Fue entonces cuando intentamos cooperar con cultivadores-gourmet. Por desgracia, esos proyectos no funcionaron muy bien, así que en 1994 lo sacamos todo del dormitorio de mi hija y montamos nuestra primera instalación para el cultivo comercial no lejos de aquí, en un pueblo llamado Langeraar. No era más que una construcción con unos cuantos compartimentos y estanterías que hicimos nosotros mismos. A partir de ahí empezamos a suministrar setas a las smart shops holandesas. He leído que las setas llegaron a la cima de su popularidad en los años 90. ¿Cuántos clientes teníais en ese período?
Murat: Esa fue siempre la pregunta, sobre todo antes de vender las setas en paquetes individuales. Es extremadamente importante calcular de forma precisa la demanda del mercado. Otros cultivadores sobreproducían setas, y esto les obligaba a secar el material excedente y… hacer cosas ilegales con él. Antes de la prohibición, las setas tenían que estar frescas—es decir, húmedas—para poder venderse de forma legal en Holanda. A principios de semana enviábamos a las smart shops grandes cantidades de setas frescas, pero hacia el final de la semana gran parte de su humedad se había evaporado. Como resultado, las setas eran mucho más potentes. Los clientes pensaban que aquello era un premio extra, y las smart shops pensaban que aquello les jodía debido a la reducción del peso. Por eso empezamos a servir las setas en bolsas de plástico autocontenedoras, que retienen la humedad.
Ali: Poco después de ese avance nos mudamos a un sitio más grande, con diez casetas para el cultivo. Construimos cuatro más, pero ni así era posible satisfacer la demanda. Encontramos el sitio en que estamos ahora en 2002, y es ideal, porque está dividido en dos edificios separados y eso nos permite tener aislados los diferentes pasos de la propagación, minimizando el riesgo de cruces. Finalmente tuvimos todo lo necesario para dar suministro al mercado internacional, pero entonces, en 2008, se prohibieron las setas. Una de las 15 cámaras de crecimiento de la esclerocia en la granja de las trufas mágicas, cada una capaz de acomodar unas 600 bolsas de esclerocia, aproximadamente. Más o menos conozco los hechos que condujeron a la prohibición, pero en los medios tampoco dieron muchos detalles. ¿Qué sucedió exactamente?
Ali: Lo que sucedió no fue tan chocante; lo chocante fue la reacción de los medios. Un francés que vivía en una furgoneta en plena calle mutiló a su perro y le detuvieron. Él le echó inmediatamente la culpa a una dosis de setas que supuestamente había tomado, pero después le diagnosticaron psicosis. La mutilación del perro no había tenido nada que ver con las setas. De la misma forma que un americano podría decir, “Lo hice porque estaba borracho” y confiar en que sea un atenuante, un holandés puede decir, “Lo hice porque había tomado setas”. La droga se convierte en chivo expiatorio de un comportamiento humano normal, o anormal. Y luego estuvo lo de esa chica francesa que en primavera de 2007 saltó de un puente. Eso fue lo que de verdad catalizó la prohibición.
Murat: ¡Ni siquiera se probó nunca que la chica estuviera bajo los efectos de las setas! Por lo visto, la recepcionista de su hotel la vio, o a una de sus amigas, con una caja de setas, y llegó a la conclusión no sólo de que la chica había tomado setas sino que también eran las responsables de su muerte. La chica era francesa, y en los Países Bajos no se puede hacer la autopsia al cuerpo de un extranjero. Pero cuando fue extraditado a Francia, no se encontró rastro de psilocibina en su sangre. Antes de la prohibición, las setas eran vuestro producto más popular, mucho más que la esclerocia. ¿Correcto?
Murat: Sí, las trufas eran sólo para el connoisseur. Por aquel entonces era un subproducto y representaba menos del 20% de nuestro negocio. Las hemos cultivado durante 15 años, pero lo hacíamos principalmente por ser una curiosidad. Entonces llegó el veto. Lo que hizo el gobierno fue añadir al Acta de Opiáceos una lista de 186 setas más o menos activas. Cuando examinamos la lista, nos dimos cuenta de que la esclerocia no estaba incluida. Lo que no estaba mencionado no era ilegal, así que seguimos cultivando nuestras trufas. Hamilton con un puñado de esclerocia Psilocybe tampanensis. ¿Por qué creéis que dejaron de incluir la esclerocia? ¿Fue a propósito, o se les pasó por alto?
Murat: Estaban al tanto de la esclerocia, porque se habló del tema largo y tendido en el Parlamento e incluso le preguntaron sobre las trufas al Ministro de Sanidad. El ministerio llegó a la conclusión de que las trufas no son tan fuertes, y por tanto son menos peligrosas, y por eso no están en la lista. Pero, por lo que yo sé, las trufas son más potentes que la mayoría de especies de setas. Por supuesto, no íbamos nosotros a discutir eso ante el Parlamento. ¿Se debe eso al menor porcentaje de agua en su peso?
Murat: Sí y no. El contenido de humedad de las setas es de entre el 92 y 94%, y en las trufas es de sólo un 74 ó 75%. Es decir, las trufas son un poco más potentes por peso fresco, pero las setas son más potentes por peso seco. Cuando vendíamos setas, la dosis para una persona era de alrededor de 30 gramos de seta fresca. Con las trufas es de sólo 15 gramos. ¿Cuál fue la primera seta productora de esclerocia que cultivasteis y vendisteis?
Ali: La tampanensis, la Psilocybe tampanensis, que evidentemente tiene su origen en Tampa, Florida. ¿Qué capacidad para el cultivo de trufas tiene esta planta?
Murat: No nos gusta hablar de nuestra capacidad exacta, pero yo diría que al máximo de capacidad, si trabajáramos las 24 horas del día, en tres turnos, para la esterilización y la inoculación, estaría alrededor de las 18,000 toneladas [sic] al año. Murat sostiene una esclerocia Psilocybe mexicana. ¿Qué hicisteis con vuestro stock de setas una vez entró en vigor la prohibición?
Ali: Eso fue sencillo. La gente hacía cola, gritando, “¡Las últimas setas! ¡Las últimas setas!” Así que librarnos de ellas no supuso un problema. Teníamos muchos voluntarios dispuestos a ayudarnos. Recuerdo muy bien que el día 1 de diciembre nos levantamos y supimos que era el momento de hacer algo de limpieza. Vacié las casetas de cultivo en frente de las cámaras de televisión y de los entrevistadores. Fue un día triste, el más triste de mi vida. ¿Creéis que es cuestión de tiempo que también ilegalicen las trufas?
Ali: Bueno, nunca se sabe. Mientras no haya incidentes… Parece que un incidente es inevitable. Es sólo cuestión de tiempo que alguien tome una dosis de trufas demasiado grande e intente volar o algo.
Ali: Sí, y por eso todo el mundo tiene que ser más responsable que nunca. Los usuarios deben entender que sus acciones aisladas pueden causar la destrucción de toda una industria. Las smart shops deben vender sus productos con cautela, sabiendo que a veces llevan a la gente inestable a estados alterados. Y los medios de comunicación deben darse cuenta de que un breve artículo puede provocar cambios drásticos en la ley. En 2008 se tuvieron que destruir todas las setas, pero la esclerocia siguió adelante. Para eso está, para preservar los hongos en un entorno hostil. Ahora mismo el entorno es políticamente hostil, pero la esclerocia sobrevive.