FYI.

This story is over 5 years old.

El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano

Coger en crico es lo más rico, aunque después quieras matarte.

El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano: F de "fierro"

Éste es uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco. Los nombres y locaciones específicas han sido omitidas por seguridad. Lo he acompañado de un dibujo y mi definición sobre alguna de las 29 palabras que he escuchado mentar a esta gente. Aquí les dejo la palabra de esta semana: Fierro.

I. "De donde vengo no está saico que uno crezca metiéndose crico con sus jefes. Neta: con tus jefes jalándole del tubo de una pluma, papel de aluminio en mano quemado con un encendedor. A mí nunca me pasó porque mis jefes son fresas y sus drogas son los golpes y el alcohol. Las mías las probé hasta que conocí a un cholo bien encaramado (no me preguntes dónde, no me preguntes cuándo). Por él supe que la metanfetamina es súper rica para coger. El batillo me gustaba mucho, así que acepté que pasara por mí a la salida del colegio un viernes por la tarde. Me llevó a un motel que está por el libramiento, casi para tomar carretera. En cuanto entramos me dijo que me quitara los calzones y que me dejara la falda. Que me sentara al borde de la cama. Ahí el bato me besó. Sus manos llenas de tatuajes me pusieron bien cachonda. El bato sacó un globito que guardaba el polvito ese cristalino y blanco metálico. Me dijo que a eso se dedicaba, a hacer felices a mujeres como yo. Me dio a probar acercándome el polvito a la nariz con la punta de sus llaves. Me he de haber metido medio gramo antes de temblar de súbito y mojarme, mamándosela al güey como loca, a punto de darme un infarto. Pensé que me moría: la mirada la tenía nublada y todo vibraba alrededor del cuarto. Si así es cómo se siente morirse, pues qué chingón: es como si jodieras tanto tu cerebro que te vuelves animal. Y así cogimos. El bato me volteaba y me la metía y luego cambiábamos de posición; volvía a metérmela bien fuerte, mientras nos besábamos y le pedía que me dejara mamársela otra vez. Se metía una rallas y me metía a mí su verga como fierro por la boca, luego entre las piernas y nalgas. Así estuvimos por cuatro horas. Al final me vine tres veces. Cada orgasmo se sintió como una cachetada que me hizo temblar y gritar eufórica. Me dio miedo. Pedí al cholo que me dejara en unos cines cerca de mi cantón. Pasaron días, semanas, meses. No volví a contestarle las llamadas, pero sí volví a meterme aquello varias veces. A rayas, fumada, intravenosa. Quien lo ha hecho sabe que se siente súper rico coger así, aunque el siguiente día te sientas de la verguísima, deprimida y con ganas de matarte de a de veras."

Publicidad

II. Fierro es el término que en el caló norteño se utiliza para decir "listo", "vámonos", "ya hemos terminado". Originalmente es parte de la terminología que verbaliza una narco-ejecución: el fierro es la pistola con la que el sicario mata y, por ende, termina una encomienda. El fierro, en otros tiempos y lugares de México, puede ser el albur que alude al pene erecto. La dureza del fierro invita relacionar lo anterior con otro mote para aludir al "ya hemos terminado", o sea "ya estamos bien", o bien al "ya estamos al cien": el término "como hueso". Al fierro-arma-verga erecta, como al hueso, no cualquiera lo quiebra (ejecuta).

Es común escuchar en presentaciones de conjuntos gruperos, entre narcocorridos, al vocalista gritar "estamos como hueso", seguido de " fierro", a modo de canto de guerra y sobrevivencia. La pistola que ejecuta versus al pene que es órgano reproductor, es objeto simbólico que en el término "fierro" se revela mediador entre dos extremos. De ahí el atractivo sexual de portar un arma: el fierro es significante de deseo, el punto de contacto entre las pulsiones de vida y muerte. Su fuerza significante no termina con el acto de ejecutar, sino que a pesar de haber saciado la vertiginosa necesidad del mismo, el fierro permanece como prueba de que aún queda una suerte de nostalgia necropsíquica en las hordas de sicarios: el deseo permanentemente insatisfecho de matar.

El querer poseer la vida del otro a través del asesinato no es suficiente, pues matar más bien obedece a la "ausencia de ser" característica del sicariato. El sicario es el último eslabón de una cadena inconmensurable de muertes de sentido que abarca el desmoronamiento de las instituciones que daban vida pública a las sociedades modernas mexicanas (estado, iglesia, familia estereotípica, medios tradicionales), pero que ahora encarnan simbólica y literalmente una estela de muerte colectiva.

Anteriormente:

E de "empresa"