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Historias Nocturnas

Cerca del dirigible

"¿Quieres ir a dar una vuelta?”, le pregunto. Ella acerca su cara y en cuanto abre la boca, huelo el vino vomitado. "¿Quieres divertirte? Cincuenta dólares por hacerlo, de arriba a abajo, lo que quieras".

Scot Sothern es un fotógrafo de Los Ángeles y un gran admirador de prostitutas. En las últimas dos décadas, Scot se ha acostado y/o fotografiado a una gran cantidad de sexo  servidoras. Sus fotos han estado exhibiéndose en galerías en Estados Unidos, Canadá y Europa. Las imágenes de Scot generan escandalo y te hacen querer saber más. Así que decidimos darle una columna a Scot para que nos explicara más acerca de sus fotos. La idea es simple: Elegimos una foto de los archivos de Scot y él nos explica exactamente qué chingados ocurrió cuando tomó la foto.  Bienvenido a “Historias nocturnas".

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Es 1986, estoy en algún lugar en la autopista 110 cerca del dirigible de Goodyear. Me encuentro esquivando baches, ligando historias en mi cabeza y pensando en todo lo que seré algún día. Manejo despacio para buscar modelos en las sombras, pero lo que veo es un grupo de borrachos tomando y tropezándose, mirándose morir entre ellos porque no tienen nada mejor que hacer. Los cruzo y me dicen, con mala actitud, que me vaya a la chingada.

Pasando un pequeño taller mecánico veo algo animado en las sombras. Está escondida y trabajando. Como un vendedor que tiene miedo de tocar a la puerta, necesita dinero pero está ansiosa por saber quién está adentro. Sé que me ve y por sus movimientos pienso que no está sola. Giro a la derecha, le doy la vuelta a la cuadra y me escabullo adonde creo que está. Aún sigue en la banqueta, lejos de las luces. Usa shorts, una playera sin mangas y está descalza. Atrás de ella hay un tipo como de mi tamaño pero mucho más feo. Le da una patadita en el trasero y la impulsa hacia la puerta del copiloto de mi camioneta Toyota mierdera. Me cruzo hacia el asiento del pasajero y bajo el vidrio.

"¿Estás bien?”, le pregunto. "¿Quieres ir a dar una vuelta?”

Acerca su cara y, en cuanto abre la boca, huelo el vino vomitado. "¿Quieres divertirte?" La parte que debería ser blanca de sus ojos era roja y gelatinosa. "Cincuenta dólares por divertirte, de arriba a abajo, lo que quieras".

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"Es un poco elevado. Pero qué tal si te doy 15 dólares y todo lo que tienes que hacer es dejar que te tome unas fotos".

Cierra los ojos un momento que se vuelve largo y cuando los abre me mira como si no estuviera ahí. "Veinte dólares".

"Sí, está bien. Súbete".

No se sube, sino que gira y le dice al tipo que 20 dólares. Él le dice que 30 y ella me dice que 30.

"Dile a tu amigo que por 30 dólares él tiene que venir y lamerme el culo".

Le vuelve a decir que 20, y él le dice perra estúpida.

Se mete al coche, manejamos una cuadra, me meto a un callejón y me estaciono en una sombra. Está oscuro y aunque ella se mueve, ronca como si se hubiera quedado dormida. "¿Estás bien?" Prendo la luz del coche y la veo bajándose los shorts y los calzones. No creo que su nariz funcione, su boca está abierta y sus pulmones suenan húmedos y costrosos. "¿Quieres coger?", me dice. "Tienes que treparte en mí".

"No, no tenemos que hacer eso. Vamos a tomar unas fotos, ¿te acuerdas? Sólo te tienes que pasar para atrás y te voy a tomar unas fotos". Bajé el asiento para hacer un mini escenario y que ella posara. Le pagué con un billete de 20.

"No puedes mostrar mi cara", me dice y se arrastra del asiento de adelante al de atrás. "No quiero que Patsy me vea. No quiero que ninguno de los que están con Patsy me vea".

"No creo que sea un problema. Métete hasta el fondo y voltea a verme". Tengo mi Nikon con un lente 28mm. La luz del flash es verde. "¿Cuál es tu nombre?".

"No necesitas mi nombre para nada. Dime cuando vayas a tomar la foto, y te enseño mi coñito".

"Sí, claro. Estás bien, sólo quédate ahí". Está recargada en la puerta, todavía con su playera pero sin shorts ni calzones. Me retuerzo y entro para enfocar. Abre las piernas y me pega el olor de una especie de moco espeso que me echa para atrás y me hace atragantarme. Se la han cogido una y otra vez. Tengo mi cámara cerca de ella pero hago la cabeza hacia atrás para que no vea mis gestos. "Si no te importa ¿podrías juntar las manos sobre tu coño? Será una mejor foto". Se queja y yo tomo dos fotos idénticas y le digo que se ponga sus shorts.

Abre la puerta trasera, sale, se recarga en el coche y se pone los shorts. Se tambalea por la calle caminando hacia su padrote. Estaría feliz de acercarla adonde se dirige, pero supongo que necesita un tiempo a solas.