Tecnología

Los bloqueos de internet no ayudan a detener las protestas

Un estudio reciente que analizó los efectos de los bloqueos de internet en medio de disturbios civiles encontró que no son efectivos para reprimir las protestas.
Los bloqueos de internet no ayudan a los autoritarios a detener las protestas
Imagen: Flickr/Alisdare Hickson bajo licencia CC

 

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Cuando miles de manifestantes salieron a las calles en Bielorrusia el mes pasado, las autoridades bloquearon parcialmente el acceso a internet en todo el país. Si la medida fue diseñada para obstaculizar las manifestaciones, fracasó. Muchas personas siguieron protestando semanas después, indignados por los esfuerzos del presidente Alexander Lukashenko por permanecer en el poder.

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En la última década, regímenes de todo el mundo se han acostumbrado cada vez más a bajar el interruptor de los servicios de internet, al parecer en un intento de evitar que los activistas se comuniquen y se movilicen. Pero los investigadores están descubriendo que, como en Bielorrusia, esta medida rara vez parece funcionar. De hecho, incluso puede resultar contraproducente en algunos casos, provocando manifestaciones prolongadas o más violentas.

"Rara vez vemos una disminución en el número de protestas después de un bloqueo de internet", dice Jan Rydzak, analista de investigación de Ranking Digital Rights, una organización sin fines de lucro que promueve las libertades civiles.

En un estudio publicado recientemente, Rydzak y sus colegas documentaron lo que sucedía con los movimientos de protesta en los países africanos cuando los gobiernos implementaban bloqueos de internet o censuraban partes de la web, como sitios de redes sociales.

Los investigadores no pudieron mostrar un efecto causal, por ejemplo, que los bloqueos siempre estaban vinculados a manifestaciones agravadas, pero tampoco encontraron evidencia de que fueran medidas efectivas para reprimir los levantamientos.

Por ejemplo, un bloqueo de redes sociales en Etiopía en diciembre de 2017 “fracasó por completo” en reprimir las protestas causadas por las tensiones étnicas en parte del país, escribieron los autores. De hecho, hubo un aumento en los enfrentamientos durante el bloqueo en sí.

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El estudio utilizó datos sobre la ubicación de las protestas y si se consideraban violentas o no, pero los investigadores no tuvieron acceso a información detallada sobre la cantidad de manifestantes presentes o qué forma había tomado su actividad en línea antes del bloqueo de internet o de redes sociales.

Comprender este último punto sería clave para explicar mejor la resiliencia de los movimientos de protesta frente a la interrupción de servicios de internet, sugiere Deborah Brown, investigadora principal y defensora de los derechos digitales en Human Rights Watch.

En última instancia, agrega, es poco probable que las intervenciones tecnológicas sean suficientes para silenciar a los activistas: “Esto no cambia lo que la gente quiere: quieren que se escuche su voz, no se van a quedar en casa solo porque no pueden comunicarse".

Y, como señala Rydzak, es probable que los grupos movilizados encuentren formas innovadoras de adaptar sus estrategias comunicativas cuando estén bajo presión. En el caso de Bielorrusia, por ejemplo, los manifestantes han recurrido al uso de redes privadas virtuales (VPN, por sus siglas en inglés) para mantener el acceso a los sitios de redes sociales y también han usado Telegram para comunicarse cuando las interrupciones de la red han impedido que algunas aplicaciones, incluido WhatsApp, funcionen.

Si los bloqueos de internet no detienen las protestas, surge la pregunta: ¿por qué las autoridades los siguen utilizando?

A menudo es como una "táctica de último recurso", dice Joss Wright, investigador principal del Oxford Internet Institute. Pero la estrategia también es burda, agrega, señalando que puede resultar en la difusión de rumores y desinformación a través de otros canales, con consecuencias impredecibles.

Rydzak está de acuerdo: "Se trata de crear una atmósfera de miedo e incertidumbre". Como demostración contundente de poder, agrega, los bloqueos pueden aumentar la sensación general de caos en un país o localidad, creando una situación fluida que las autoridades esperan que eventualmente les ayude.

Y, sin embargo, los datos sugieren que, la mayor parte del tiempo, no es así.