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Cultură

¿Puede un niño pequeño crear arte moderno?

Le di unos plastidecors a un niño de tres años y me lo llevé a un museo a descubrirlo.

El arte moderno, eso a lo que sonríes mientras te paseas por una galería de arte mientras le dices a tu acompañante que tú podrías hacerlo cien veces mejor, siempre da como resultado el mismo tipo de afirmaciones: “parece hecho por un niño de tres años”. No estoy seguro de por qué siempre se dice “un niño de tres años”. Quizás es porque cuando llegan a los cuatro ya han perdido el entusiasmo, pero el caso es que así es. Esa puñetera queja es lo típico que se suele oír de gente que se pasa el día comentando cosas en la página Web de The Sun, así que pensé que ya era hora de que alguien hiciese un experimento para comprobar si esta teoría es cierta. Así pues, me llevé a un crío de tres años llamado Puk y un estuche lleno de plastidecors al museo Stedelijk (en Ámsterdam), que acaba de volver a abrir sus puertas, para intentar copiar (reproducir) algunas de las obras de la exposición.

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Puk empezó su clase magistral haciendo una réplica de una obra de Ellsworth Kelly, un artista apasionado de algo que se llama “pintura de campo de color”. Básicamente eso significa que el artista escoge algunos colores y los esparce por un lienzo. Creo que es el mismo tío que diseñó el jersey que lleva Puk.

La primera obra se llamaba “Azul, verde y rojo”, un óleo pintado en 1964. “Tres colores, qué bien”, dijo Puk. Cuando le pregunté si lo colgaría en su habitación me dijo que sí sin dudarlo. ¡Puk le da el visto bueno, Ellsworth! Un empleado del museo se acercó a nosotros y nos dijo “Si lo miráis detenidamente, veréis cómo aparecen muchos más colores”. Puk, a modo de respuesta, restregó las manos por todo el dibujo, quizás para mezclar todos los colores, pero quién sabe. Supongo que, al fin y al cabo, nadie sabe lo que le pasa por la cabeza a un artista.

Una vez terminado el pastiche de colores, la primera réplica estaba acabada. Lo sé, asombroso, ¿verdad? Que no os engañe su cara de pez globo, siempre pone cara de pez globo cuando está intentando cometer una estafa. NO SEÁIS OTRA DE SUS VÍCTIMAS.

Le pedí a Puk que copiase esta obra, pero parece ser que “es fea”, así que dejamos esa y seguimos.

Sin embargo, la obra titulada “Police Helicopter” (1995) de Wolfgang Tillmans le encantó. Se ha descrito a Tillmans como un “fotógrafo que refleja el estilo de vida contemporáneo, en el cual la moda y la vida, así como también el compromiso social y político, son los términos clave”. Aunque creo que a Puk todo eso le daba un poco igual. Creo que fueron los helicópteros y las luces lo que atrajeron su atención.

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Como me imaginaba, “las luces que están en el cielo” fueron lo que fascinó a Puk. También aprendí que “la noche da miedo, pero es muy bonita”, lo cual es tan mono como profundo. En caso de que seáis unos idiotas o algo así y no os hayáis enterado, las líneas rojas que están por todo el dibujo son las luces y la parte izquierda de abajo estaba reservada para las letras. “Están la ‘e’ y la ‘n’ ”, y aparentemente, eso es algo bueno.

La noche la había reproducido mediante pinceladas duras y expresivas -la naturaleza disyuntiva de la obra quizás sugería que la caída de la noche es algo así como una barrera abrasiva entre aquellos que “florecen” durante las horas del día y aquellos que se encuentran en los márgenes de la sociedad y que deambulan durante la noche. Eso o que Puk estaba jodidamente aburrido puesto que le habían “obligado” a copiar imágenes colgadas en una pared.

Después, Puk añadió algunas casitas al dibujo con sus plastidecors.

Pues ahí va, con casas incluidas, Puk había terminado su obra. Al igual que la primera, decidió firmarla restregando las manos y las mangas por todo el dibujito.

El último esfuerzo había acabado con toda la creatividad de Puk, quien sufrió un ataque de esos de pintor saturado y sin inspiración y tiró todos los colores por el suelo, salió corriendo y restregó las manos pringosas y sucias por las impolutas y blanquísimas paredes del museo. Los guardas, que ya estaban cabreados por el pastiche que había liado en el suelo (venga coño que no es para tanto, que es parqué…) trataron de simpatizar conmigo cuando les dije que “Puk era solo un niño”, pero aún así insistieron en quedarse con mis datos. En ese momento la libertad de expresión de Puk estaba siendo silenciada por unas máquinas sin corazón. Pronto volvió a ser un niño normal, comportándose como un niño se comporta en un museo, o sea mal, y pasó el resto del tiempo pegándome en las piernas. Pronto me di cuenta de que nadie podría parar sus ganas de seguir manchando paredes.

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Cuando por fin Puk se lavó las manos, volví a hacer una foto de su obra de arte terminada. Justo cuando me agaché a hacer la foto, una mujer que estaba a mi lado, dijo “Wow, ¡que bonito! Esas ondas son parte de la obra, que toque tan genial y sutil. Cariño, ven a ver esto; es el típico detalle que pasaría totalmente desapercibido. ¡Es encantador!” El museo Stedelijk acaba de adquirir una nueva obra maestra, hecha por un niño de tres años.

Así que sí, cuando la gente dice “Oh, el arte moderno podría hacerlo hasta un niño de tres años”, tienen  toda la razón.

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