Barbara Nitke, Arthur Danto y el arte de la pornografía

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Barbara Nitke, Arthur Danto y el arte de la pornografía

Lee un adelanto del nuevo libro de Barbara Nitke, American Ecstasy, escrito por Arthur Danto.

Hace ocho meses, Karley Sciortino, anfitriona de Slutever y experta en sexo, entrevistó a la fotógrafa Barbara Nitke sobre su nuevo libro,_ American Ecstasy_, que por aquel entonces estaba todavía sin terminar, y que presenta escritos y fotografías de los viajes de Barbara dentro de la industria del porno. Estamos orgullosos de decir que el libro ya está acabado e impreso. Es sexy y precioso. Barbara tuvo la amabilidad de compartir con nosotros algunas de las fotos que incluye y la contraportada, algo que nunca antes se había publicado en internet, escrita por el influyente pensador y crítico Arthur Danto.

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Hace algún tiempo, acepté ayudar a Barbara Nitke como “testigo experto” del valiente pleito que interpuso contra cualquiera que fuese el Ministro de Justicia de los Estados Unidos en aquel momento. Se estaba enfrentando a la Ley de Decencia en las Telecomunicaciones de 1996 (CDA), que, según ella, era inconstitucional. Más o menos por la misma época, yo había descubierto su trabajo y me había parecido una artista de mérito singular. De hecho, sus fotografías serían para mí, en aquel tiempo, los paradigmas de imagen que habrían podido, aunque no debiesen, reprender la plena vigencia de la CDA.

Mi interés por el arte de Nitke estaba, en cierta medida, basado en mi interés por Robert Mapplethorpe, cuya retrospectiva en el Museo de Arte Americano Whitney había yo mismo reseñado en The Nation y sobre el cual estaba escribiendo un libro, cuyo título era una de sus expresiones, Playing with the Edge (Jugando con los límites). El “límite” era el encuentro entre la pornografía y la belleza, lo cual definía su estética, a veces, incluso en sus fotografías de flores. Tanto Nitke como Mapplethorpe tomaban fotos a parejas que estaban practicando el sadomasoquismo. Nitke habla de sus imágenes como “sadomasoquismo romántico”. Para ella, son una expresión profunda de amor. Es difícil decir que las imágenes de Mapplethorpe expresen amor, o romanticismo. Pero yo creía que ambos fotógrafos tenían algo en común, algo en lo que el miedo queda mitigado por la confianza. Ambos son artistas del sadomasoquismo. Las fotografías del sadomasoquismo romántico de Nitke se publicaron en un libro titulado Kiss of Fire (Beso de Fuego).

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Robert Mapplethorpe, Dominick y Elliot, 1979

Entre los protagonistas de Dominick y Elliot, 1979, no hay amor. Esta es una fotografía famosa de Mapplethorpe, en la cual un hombre cuelga boca abajo al lado de otro, que está de pie boca arriba, sujetando un cigarrillo, pero el hombre que sujeta el cigarro debe desistir o si no el juego termina. Lo que condiciona su placer es el hecho de estar jugando a ese juego, incluso si fuese difícil pensar que el juego podría estar motivado por el amor.

En un epílogo de sus recuerdos de cuando empezó, Nitke vivía en Nueva York, trabajando aquí y allá. “De ahí”, escribe, “conseguí meterme en el mundo BDSM y estuve tomando fotos de parejas practicando el sadomasoquismo durando unos doce años”. Le explica al lector que, “al final, me di cuenta de que lo que más me fascinaba era el amor genuino que veía a mi alrededor. Aquella era gente ordinaria que tenía una vida sexual extraordinaria. Aun así, todo lo que querían era exactamente lo mismo que quiere el resto del mundo, es decir, encontrar el amor y vivir una vida feliz”.

En una entrevista con Salon, Nitke responde una pregunta sobre la forma romántica del sadomasoquismo diciendo que “no están haciendo nada que no sea expresar amor. Creo que tienen mucho cuidado de no hacerse daño. Lo negocian todo antes de empezar para asegurarse de que a nadie se le va a hacer daño de ninguna manera, a no ser que esa persona lo quiera. Como comunidad, los admiro, admiro como han logrado hacer cosas sexuales bastante fuertes de un modo tan natural y positivo”.

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He mencionado Kiss of Fire para explicar mi admiración hacia sus dones. En la mayoría de imágenes de Kiss of Fire ha logrado llenar la imagen con ese amor que cree que explica la acción de la pareja. Eso se ve claro si en lugar de mirar los cuerpos se miran las caras.

Lo que Nitke ha plasmado en sus nuevas memorias, American Ecstasy, son escenas de la industria pornográfica de la Nueva York de los 80. La contrataron varios productores de cine porno, y debido a sus habilidades fotográficas, pudo tomar instantáneas de hombres y mujeres enzarzados en el tipo de interacciones eróticas más buscadas por los amateurs.

Aunque el pleito de Nitke desafiaba a la CDA debido a su trabajo con el BDSM, existe, de hecho, una relación interna entre el pleito y las películas de los 80. Barbara estaba casada con un hombre considerablemente mayor que ella, que tenía una cadena de cines en el norte del estado donde la gente iba a ver películas como Deep Throat y The Devil in Miss Jones. Él ganaba suficiente dinero para mantener el negocio, pero también, como relata Nitke en la introducción de American Ecstasy, “se gastó una fortuna en tasas legales, luchando contra cargos por obscenidad de los cuales le acusó el gobierno. Perder uno solo de estos casos habría significado la bancarrota y lo habría llevado a prisión durante años”. Su marido era Herb Nitke, y el libro, y más especialmente el pleito, son un regalo para él.

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En American Ecstasy, Nitke retrata el trabajo de las estrellas del sexo. La primera imagen es un reflejo en un espejo, en el que se saca una foto de sí misma mientras está haciendo una fotografía de un enredo cómico de brazos y piernas. Las cabezas no se ven por ningún lado.

Cuando describe otro momento en el plató, Nitke dice, “en algún momento en medio de la alegre noche, eché un vistazo y vi a una pareja de chicas desnudas acurrucadas, tenían los ojos vidriosos y miraban al vacío. Esta fue una foto que tomé para mi colección privada. Y fue el poder de capturar ese atisbo de sentimiento en el alma de alguien y preservarlo para siempre lo que me convenció de que tenía que ser fotógrafa”.

También la podría haber convencido para ser escritora. Su texto está lleno de descripciones divertidas y atrevidas.

“Más o menos a media noche, estábamos todos como sardinas metidos en una habitación de un hombre, abrumados por el olor, el cansancio y, sobre todo, la falta de sueño. La última escena del día siempre era la típica en la que, por alguna razón, el hombre no conseguía hacer la toma final. Yo miraba al equipo y todos sabíamos que aún quedaban horas hasta el final del día y hasta que pudiésemos oír las palabras mágicas “That’s a Wrap”.

Los olores, el calor y el cansancio (y los problemas para conseguir que el cuerpo actúe), vencen al glamour que hace que actores jóvenes y atractivos entren en la industria, por no mencionar la CDA y la censura que constantemente está peinando internet.

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Al leer estas imágenes verbales de la vida en el mundo del porno uno se da cuenta de que las escenas son tan rígidas como las de la Comedia dell’Arte. En lugar de Colombina y Pierrot, aquí están el ama de casa necesitada y el chico de la pizza, que entrega el pedido y luego se entrega a sí mismo. Se desnudan y la mujer llega al clímax de la escena con una felación. “It’s a wrap” cuando llega el tío de la pizza, y le cubre la cara con su eyaculación. ¿Pero qué pasa si no puede? Al principio del libro, Nitke usa la confesión de uno de los actores, R. Bolla, mientras escribe sobre la erección y la eyaculación.

“Una erección es un estado emocional. No puedes forzarte a tenerla. Es el sistema nervioso autónomo el que las provoca, como las emociones. Así que si te sientas ahí, esperando a tener una erección… no va a funcionar. Yo pensé ¿qué puedo hacer para tener una erección?

La fotografía que Nitke ha puesto al lado del soliloquio de Bolla es una escena que creo que refleja lo que está pensando. A la mujer se la ve de espaldas, lleva un liguero que sujeta unas medias blancas. Sus pechos desnudos se reflejan en uno de los espejos, como en Las Meninas de Velázquez. El hombre está sentado detrás de ella, presumiblemente le está administrando sexo oral. Yo me lo tomo como la viva ilustración de “¿qué puedo hacer yo para tener una erección?” El truco de Nitke empieza a funcionar. Realmente es una obra maestra.

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Hay un fragmento de La Ciudad de Dios de San Agustín en el que escribe que el hecho de que solo podamos consumar el acto sexual con pasión es nuestra condición caída. En el jardín del Edén, Agustín especula con que uno puede hacer el amor sin pasión. Adán plantó su semilla tan pasionalmente como nosotros plantamos semillas en la Tierra. ¿Para qué necesitaríamos la pasión si estuviésemos sembrando maíz?

Desgraciadamente, el pleito de Nitke no consiguió que la CDA fuese declarada inconstitucional. Yo no era muy experto, pero aprendí mucho sobre la vida y el amor estudiando detenidamente sus preciosas fotografías y leyendo su prosa salada.

Arthur Danto es un crítico de arte veterano que escribe para The Nation y un pensador influyente en la filosofía, la teoría del arte y la estética, cuyos escritos han iluminado ampliamente el mundo del arte y más allá. Barbara Nitke es una fotógrafa que vive en Nueva York y es profesora de la School of Visual Arts. Su nuevo (y altamente recomendado) libro acaba de publicarse y se puede comprar aquí.