Testimonios de mujeres víctimas de la inseguridad en México

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Testimonios de mujeres víctimas de la inseguridad en México

"Me tenía atada con un cinturón manos y pies. Me ultrajó y reventó todo: la boca, el ano, me desgarró la entrada de la vagina, sólo sangraba y lloraba rogándole a dios que acabara pronto", recuerda.

Ilustraciones por Fernando Rodríguez.

La violencia que se vive en México no es producto de los medios de comunicación. Las cifras que arroja el Sistema Nacional de Seguridad Pública son escalofriantes, la primera mitad del año se cometieron 881 mil 171 delitos de diversa índole por todo el país.

El Inegi, por su parte, estableció que en promedio se estima que durante 2013 y 2014, fueron asesinadas siete mujeres diariamente en el país. Al mismo tiempo, también reveló que más de 60 mujeres mayores de 15 años de cada 100 habían sufrido un tipo de violencia.

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En VICE hemos recopilado algunas de las historias que han tenido que vivir y sufrir mujeres de toda índole económica, edad y de diversos puntos del país.

TANIA, 40 AÑOS

Durante diez años Tania acudía casi todas las mañanas a las 6:15 de la mañana a correr en el Jardín Botánico de la UNAM. En enero del año pasado, un coche se cruzó en su camino y se bajó un hombre que intentó agredirla. Ella trató de zafarse con todas sus fuerzas pero el acosador sacó una pistola y la amenazó con dispararle sino se quedaba callada. "Forcejeamos muchos, no dejé de gritar, morder… caímos al piso y empezó a golpearme para contenerme", recuerda. En ese instante, sin ser muy consciente, pudo reincorporarse y salir despavorida aunque se dio cuenta que no podía correr bien porque traía una fuerte lesión en el pie. "Todo esto sucedió en un minuto. Después vi el video de una cámara que había ahí, que aunque no enfocó muy bien todo lo que pasó, si pude ver que todo había durado un minuto. Sólo basta un minuto para que te pase algo", se lamenta Tania.

Según nos explica, como no había pruebas concluyentes, no se pudo hacer nada. "Se abrió una investigación pero no pasó nada y lo dejé pasar. Me enfoqué en recuperarme tanto física como mentalmente". Hoy Tania revela que para poder seguir viviendo tranquila se ha tenido que desprender de lo que le sucedió. "Ya no importa por qué o con qué intención lo hizo. Eso fue de lo primero que empecé a trabajar. Si no, no puedes seguir. La gente que se queda con eso jamás lo supera y no puede dejar de sufrir", concluye.

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ANNABELLE

A través de una red social, Annabelle sintió la necesidad de compartir su mala experiencia para poder seguir con su vida. Un sábado de septiembre salió de su casa camino al trabajo a las 6:30 AM. Como no tenía tiempo de esperar a un taxi de sitio, decidió tomar uno de la calle. Cuando se subió al taxi sonaba una canción de Diego Torres que decía "lo mejor está por llegar". Unas calles adelante, un hombre abrió la puerta de su lado, se subió al taxi y le aplastó la cabeza contra la parte trasera del asiento del copiloto. Ella gritaba mientras el hombre le decía "cállate, perra hija de la chingada o te vamos a matar" y la golpeaba con el puño cerrado en el costado derecho. Fue en ese entonces cuando decidió cooperar, pero otro sujeto subió de su lado derecho y los golpes siguieron. "Me golpearon en la cara y me jalaron el cabello insistiendo en que mantuviera los ojos cerrados", escribe.

Los hombres le pidieron dinero, pero ella estaba aterrorizada. En un momento le dijeron: "Mira, mija, no te estamos faltando al respeto, no te vamos a violar". Lo cual la llenó de ira.

Los atacantes esculcaron todas sus pertenencias, pero sólo encontraron una tarjeta, así que la obligaron a darles el nip. Annabelle temía por su vida porque en el banco no había mucho dinero. "Si me llevan al cajero seguro me matan, pensé, ¡no hay ni un quinto!". Los golpes siguieron hasta que les dio el número. Después le pidieron el teléfono y Annabelle se los entregó inmediatamente con la intención de que no la manosearan ni la golpearan. Como no recordaba su clave de iCloud para desactivar el Find my iPhone los golpes siguieron. Después de que los dos hombres se cansaron de rebuscar en sus pertenencias, escuchó que uno preguntó "¿entonces qué?" y el otro respondió "pues ya 21". En ese momento el taxista paró el auto y el hombre de su derecha la hizo bajar del coche para llevarla detrás de una barda y aventarle desde el coche todas sus pertenencias con tanta fuerza que casi se cae. Sólo pudo respirar tranquila cuando escuchó cerrar la puerta del taxi. "Es mi libertad, mi intimidad, mi integridad lo que me han robado", se queja Annabelle en un post de Facebook en el que intenta descargar toda su impotencia.

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MARÍA, 41 AÑOS

Durante ocho años María estuvo casada con un policía federal adicto a las drogas y alcohólico. Ambos compartían la posesión de una propiedad en Zacatecas, pero éste falsificó su firma y la vendió. "¿Que cómo la vendió? hubo muchas tranzas y hasta el notario se prestó", recuerda. María sólo se dio cuenta cuando quiso pagar el predial y su propiedad ya no aparecía en el sistema. En ese momento decidió demandar a su marido ante la Policía Federal de la Ciudad de México pero ésta no procedió. "Nunca me pelaron, al contrario, a él lo protegieron", explica. Y fue en ese momento en el que iniciaron las amenazas de muerte, "me dijo que él de la cárcel salía, pero que yo del hoyo no". Ante tal situación, María decidió, aunque no sabía nada de inglés, marcharse a vivir a Estados Unidos. Hoy lucha por regularizar sus trámites con migración para su residencia y así tener más derechos en los Estados Unidos. Su hija, que también se encuentra con ella, quiere trabajar en el FBI o la Interpol para evitar en la medida de lo posible que más personas sufran injusticias de esta índole.

LESLIE, 31 AÑOS

Leslie regresaba de cenar con su novio cuando un taxi se les atravesó y de éste se bajaron dos hombres armados. A su chico lo bajaron del coche apuntándole con una pistola en la cabeza y lo pasaron al asiento trasero. El segundo hombre se sentó en el asiento del conductor mientras Leslie permanecía aterrorizada en el lugar del copiloto. "Nos iban amenazando todo el rato porque nos pasearon durante mucho tiempo. No recuerdo exactamente cuánto tiempo fue porque perdí la noción del tiempo", explica. Durante el secuestro le pidieron tanto a Leslie como a su pareja que permanecieran con los ojos cerrados en todo momento y mientras a su novio lo amenazaban de golpearlo con la pistola, a Leslie el conductor le tocaba la pierna y le decía que todo iba a estar bien si cooperaba.

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Después de preguntarles en numerosas ocasiones por teléfonos celulares y por tarjetas de crédito, los secuestradores los llevaron a una calle cerrada y oscura y los hicieron bajar del coche. Sólo le devolvieron a Leslie su mochila porque era del colegio y se llevaron el dinero, la cena que habían pedido para llevar y el coche.


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GINA, 35 AÑOS

Gina tenía un amigo que cantaba en una banda y a ella le encantaba ir a verlo tocar. Una noche su amigo se dedicó a beber tequila sin parar porque "tenía la garganta cerrada". Ella decidió quedarse a su lado y llevarlo a casa en el auto porque en las condiciones en las que él estaba no podía manejar. Lo llevó a su casa y lo metió en su cuarto. En ese momento la empujó sobre la cama y empezó a besarla. Gina le pidió que se detuviera, pero éste no lo hizo y le metió un calcetín en la boca mientras la golpeaba para que no hiciera ruido. Le rompió la ropa y la violó. "Todo mi cuerpo sangraba. Me tenía atada con un cinturón de manos y pies. Me ultrajó y reventó todo. La boca, el ano, me desgarró la entrada de la vagina, sólo sangraba y lloraba rogándole a dios que acabara pronto", recuerda.

La madre del agresor subió a su habitación en la mañana y se encontró con la terrible escena. Desató a Gina, trató de curarle las heridas, le dio ropa y la acompañó al Ministerio Público (MP) para denunciar porque, según ella, no había criado a un violador y su hijo debía pagar por lo que había hecho.

En el MP Gina tuvo que enfrentarse a las burlas de los oficiales porque no creían lo que había pasado y la tachaban de una novia ardida. Gracias a que la madre del agresor testificó en favor de Gina, al tipo le cayeron diez años de prisión, pero salió a los cinco por buena conducta. "Estando en la cárcel me llamó a casa y me amenazó con destruirme porque él no recordaba haberme hecho nada y era injusto lo que le había hecho. Mi papá decidió que nos cambiáramos de casa y de número de celular", explica Gina. Hace unos meses el agresor la encontró por Facebook y le mandó un mail en el que le contaba que era papá de una hermosa niña y que esperaba poder estar en contacto. "Lloré mucho al revivir lo que pasó hace tantos años, destruyó con golpes no sólo mi cuerpo, sino mi alma, mi seguridad, mi confianza, mi ingenuidad y me enseñó la maldad del ser humano".