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Ensenada se prepara para seguir luchando contra las llamas

La sequía azota el Valle de Guadalupe.

Si alguien tenía duda sobre los efectos del cambio climático en el mundo, o si en la región de Baja California se cree que no hay sequía, después de los múltiples incendios forestales que se han presentado en este 2014 en el municipio de Ensenada —el más grande del país— estará más que convencido.

Aquí, el fuego ha calcinado al menos dos mil 300 hectáreas de vegetación y pastizal; cerros y cerros negros se pueden ver desde cualquier parte de la ciudad y la llamada Ruta del Vino, donde vivían miles de ardillas, conejos y aves, sin mencionar a 11 familias que quedaron sin casa, y cuyos autos se incendiaron por las llamas.

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El campo no fue la excepción, en la región vinícola, donde se produce el 90 por ciento del vino mexicano, hubo afectaciones en seis empresas vinícolas, principalmente por temperaturas de hasta 38 grados centígrados, poco comunes en la zona, lo que podría afectar la vid, así como el humo que llegó a los cultivos. También resultaron afectados pinos, árboles de olivos y maquinaria de riego. Por fortuna no hubo pérdidas totales en ninguna de las instalaciones aunque sí quedaron parcialmente dañadas.

Para Carolina Crespo, auxiliar administrativo de la vinícola Villa Montefiori, la experiencia de ver cómo el fuego se acercaba a las parras que están a un punto de dar a luz el fruto de la uva, fue  desesperante. Mientras apoyaba en el combate, los esfuerzos parecían alimentar el fuego que alcanzaba los diez metros de altura y en su máxima se formaban remolinos de lumbre. Como los demás afectados, opinó la ayuda de la autoridad dejó mucho qué desear.

“Sé que no somos los únicos afectados pero vinieron [los bomberos] apagaron un poco y nos dejaron aquí con las llamas. Por más que les rogamos que no se fueran no nos hicieron caso, ahora el fuego se extiende hacia los viñedos”.

El ejido El Porvenir se caracteriza por el contraste entre pobladores nativos y nuevos habitantes, propietarios de tierras aptas para el cultivo de uva para vino de mesa. Cada año se realizan fuertes inversiones en boutiques, salas de degustación, hoteles, cavas y restaurantes, instalaciones que son visitadas por turistas nacionales y extranjeros, y últimamente por celebridades.

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Con una bebé en brazos, un menor de dos y otras cuatro adolescentes consternadas, junto a toda la familia Toledo, dedicados al trabajo de campo, se apostaron fuera de la vivienda con actitud imponente como si su sola presencia fuera a ahuyentar el fuego que se acercaba con más fuerza. Nada fue suficiente, al final tuvieron que ser evacuados.

Los Toledo estuvieron a un paso de perder su vivienda construida con láminas, tablas y otros materiales reciclables. Las llamas rodearon la construcción pero la intervención de vecinos y personal de bomberos ayudó a controlar el incendio.

Ensenada es una ciudad costera donde los vientos dominantes son del oeste, es decir, procedentes del Océano Pacífico, frescos. Sin embargo, por una intensa condición de vientos Santa Ana, que provienen del este, del desierto, ponen de cabeza a la región.

El combate a los incendios es complicado debido a que la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada (Cespe), los encargados del agua de tubería, mantienen a la población en un agresivo racionamiento del servicio, suministro que es interrumpido hasta por cinco días o semanas completas en alguna zonas, en un programa de “tandeos” que inició en enero del 2014. Aunque el gobernador, Francisco Vega de Lamadrid, ya se movió en ese sentido, al decretar zona de emergencia debido a la escasez de agua, no se han visto resultados.

El primer incendio

La tarde del lunes 12 de mayo habitantes de la zona centro de Ensenada, observaron una enorme columna de humo que se alzó en cuestión de minutos. Aunque a últimas fechas es habitual ver humo de quemas en la ciudad, éste en particular prendió los focos rojos de las autoridades porque es una colonia densamente habitada. Tras casi tres horas el incendio fue controlado. Veinte personas, entre ellos tres bomberos, fueron atendidos debido al humo. El fuego amenazó por lo menos 20 viviendas, que tuvieron daños leves en la construcción.

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Con maleta en mano, descalzos o algunos sólo con la ropa que traían puesta salieron a las calles para buscar refugio del sofocante humo negro que se desprendía de la basura y arbustos desérticos.

"Lo material no me importa, que se consuma, yo solo trate de salvar mi vida porque no tenía agua en mi casa", contó la señora León, que vive en la parte alta de Loma Linda.

En la misma zona el fuego había sido controlado y vigilado por 12 horas, pero revivió bajo el calor poco común para estas fechas del año, y se extendió hacia el norte. A su paso amenazó instalaciones escolares desde preescolar hasta universidades. En total tres mil estudiantes fueron sacados de las aulas porque su salud estaba en riesgo.

Por primera vez, la emergencia llegó hasta las instalaciones de almacenamiento de combustible de Petróleos Mexicano (Pemex) y la planta regasificadora Sempra, donde personal de Protección Civil montó una guardia para evitar una catástrofe ante la cercanía de siniestros que en dos ocasiones amenazaron la seguridad los habitantes alrededor.

El titular de los bomberos, Jaime Nieto de María y Campos, se mantuvo con una actitud positiva pero con un rostro desencajado por la situación de emergencia que mantenía en constante movimiento a las brigadas. “Ya no sé, estamos haciendo todo lo posible”, respondió el quinto día de emergencia al ser cuestionado sobre cuántos incendios activos había en la ciudad. Los bomberos, lucían desconcertados tras 26 horas continuas de combate a un siniestro que parecía no tener final.

Familias enteras se sumaron a los trabajos, y sin agua de tubería. Usaron baldes con tierra, palas y a golpes con telas y ramas frescas, intentaban sofocar las llamas, mientras esperaban que llegara apoyo.

Además de Conafor, Bomberos y Protección Civil, por aire apoya la Secretaría de Marina, mientras que por tierra el Ejército Mexicano, y un equipo de bomberos voluntarios estuvo presente para apoyar a los afectados. La presencia de condición Santa Ana, con ráfagas de viento de hasta 95 kilómetros por hora, poca humedad y las altas temperaturas, dificultan las tareas de los tragahumos. Por ahora la condición se ha normalizado, y debido a que no se tienen pronosticadas lluvias hasta noviembre, se prevé que en el verano regresen las emergencias.