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el pendejo de la semana

Gerardo Saade Murillo

El influyentismo y el abuso de ricos y poderosos sobre la población y la justicia, ahora se ve reflejado en el nieto del procurador general de la República, quien molió a golpes a la hija del director del CISEN, y no será procesado por ese delito.

“El PRI no ha cambiado, es el mismo partido corrupto, opaco, abusivo… pero hay que mostrar que la sociedad mexicana sí ha cambiado.”

            Denise Dresser

Si bien en los doce años que México vivió bajo el conservadurismo panista abundaron los papalords jocosos que sufrían con el olor de las indígenas o el matrimonio entre personas del mismo sexo y las ladies borrachas eran aún un fenómeno nuevo, hoy se han multiplicado. No solo por la viralidad en las redes, si no al parecer por una arraigada cultura entre cierto sector político de que existen quienes pueden pasarse la ley por los huevos. Uno pudiera pensar que cualquier persona del círculo cercano al presidente o con parientes influyentes lo pensaría dos veces antes de cagarla. En México, la tendencia parece ser una ansiedad por demostrar que se goza de inmunidad ante la ley. Les tenemos noticias: están sueltos y están dispuestos a darte una madriza para demostrártelo. El regreso del PRI al poder traía consigo un montón de dudas sobre si las viejas formas habían cambiado, que si ya no lo volverían a hacer. El caso de Gerardo Saade nos recuerda que siguen igual.

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Hace unos días Alexia Ímaz, hija de Eugenio Ímaz Gispert, titular del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), publicó fotografías del ataque sufrido a manos del nieto del Procurador General de la República PGR, Jesús Murillo Karam, Gerardo Saade Murillo, quien se saltó la barda de su casa en Cuernavaca, Morelos para golpearla mientras dormía. La seguridad y convicción de Gerardo Saade de su estatus de impunidad es evidentemente enorme. Meterse a la casa del responsable del órgano de inteligencia en México por la fuerza, golpear a su hija y no pisar la cárcel es sencillamente escandaloso. La ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia persigue de oficio este tipo de delitos. Evidentemente el arreglo político entre los implicados en el nuevo escándalo de la administración de Enrique Peña Nieto ayudó a no tener que cesar a nadie, como sucedió con el caso de la Lady de PROFECO, donde recién removieron a su titular, Humberto Benítez Treviño  por el escándalo del Máximo Bristot.

Aquí cito de nuevo uno de los señalamientos constantes en el discurso de Denise Dresser, donde se refiere a México como la esposa abnegada y al PRI como ejecutor de sus madrizas que al final del día son “por su bien”:

“La clase política es el medio más común para el abuso interpersonal, que va desde las amenazas hasta la muerte. Se estima que más del 50 por ciento de los miembros de la ‘familia revolucionaria’ ha experimentado la violencia en su seno. El sistema político mexicano parece ser un buen lugar de entrenamiento para el comportamiento violento; basta con recordar a Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu, uno de los hermanos Salinas de Gortari, entre tantos más. Sin embargo, la comunidad médica mexicana rara vez reconoce la gravedad de estas patologías”.

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El caso se arregló de manera política, aún con toda la difusión y alcance no hubo pudor en volver a enseñar los calzones de la impunidad. Si realmente ofuscarse hasta la violencia se justificara con una disculpa estaríamos también con los ataques con ácido a mujeres en Irán por honor. Justificar la corrupción y el influyentismo también es una manera de perpetuar estereotipos y moldes culturales. Imaginemos ahora si todos tuviéramos el número del preciso para poder empedar, madrear y planchar cristianos a voluntad en México.

Tampoco faltó quien justificara la madriza de Gerardo Saae Murillo sólo porque “esta guapo”. En una época donde Carlos Slim ha logrado que un porcentaje importante de mexicanos empeñe la mitad de su sueldo en tener teléfonos capaces de difundir información en minutos, a la clase política parece no importarle. De victimarios a víctimas, de pleitos privados de las mujeres del sistema a declaraciones públicas de maltrato doméstico; no hay pudor y un recurrir a la disculpa pública es más un montaje que sustituye a la sanción legal.

@RomanCotera

Anteriormente:

Rosario Robles Berlanga

Lee más pendejadas de la clase política mexicana en nuestra columna El pendejo de la semana.