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Cultură

Lógica anfetamínica: Graffiti, adictos al crack, y yo, una perra de Miami

Son mi única familia y los amo, pero también los detesto.

Fotos de Miami por Mint+Serf.

Estoy sentada sola en el asiento trasero de un auto rentado a las 5am, en un vecindario horrible de Miami. En ese momento se abre la puerta del otro lado del auto y un negro, viejo y borracho, se desliza junto a mí, cerrando la puerta detrás de él. Sus ojos y su piel son del color de la orina, y tiene un olor dulce-amargo a muerte y cerveza.

“¡Ah!” grité, medio dormida. “¡No!” “Tranquiiiila”, murmura el viejo. Estoy a punto de gritar de nuevo cuando todas las puertas se abren al mismo tiempo; Mint, Serf y BC the Kid, un “intern graffitero” de 17 años, se suben al auto. Y quizá también Same.

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Miro furiosa a BC the Kid mientras empuja al extraño entre nosotros. Manejamos exactamente dos cuadras a través de este gueto y nos detenemos con un fuerte chillido frente a una licorería.

Nadie habla durante diez segundos. “¿Qué putas está pasando?”, les grito. El vago y yo estamos aplastados, uno sobre el otro.

Serf se gira sobre el asiento del copiloto con una brutal preocupación en su rostro.

“Marnell”, susurra. “Necesitamos dos dólares”. “¿Qué?”, respondo. “¿Qué dijiste? ¿Necesitas dos dólares?” “Sí”, susurra Serf. “Dos. Dólares”. “¿Por qué? ¿Para qué?” vuelvo a silbar. “Sabes qué… no me importa”. Meto la mano a mi bolso y le doy a Serf el dinero. “Toma. Dos dólares. Llévatelos”. BC y el viejo salen del auto; Serf se baja también; BC se vuelve a subir. Observo por la ventana del auto mientras Serf habla con el viejo y le da mis dos dólares. Después, Serf regresa al auto.

Nadie dice nada. Me conocen; están esperando.

“¿Qué mierdas fue eso?", les grito. “¿Quién putas era ése? ¿Tienen una idea de lo asustada que estaba? ¿Por qué dejaron que se subiera primero? ¿Cerraron las puertas mientras salían a rayar? ¿Pensaron en esto? ¡Me desperté pensando que iba a morir!"

Me toma un segundo recuperar el aliento. Clank, clank, clank, escucho que hacen las latas en la cajuela del auto; ese sonido que me ha provocado un constante dolor de cabeza desde que llegué a Art Basel.

No me están poniendo atención (obvio, dado que todos están en estado graffitero); sólo quieren llegar al siguiente lugar. “Y… y… ¡y lo peor de todo! ¡Por favor díganme que es broma! ¿En serio soy la única de los cinco presentes con dos putos dólares en la bolsa?", les grito de nuevo. "¿Dos dólares?"

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Mint está viendo el estéreo. Nadie me responde. Acaban de pagarle a un güey para que le eche un ojo a la policía y le prometieron unas cervezas. Sé como funciona.

“Realmente necesitan controlar esta fantasía, no son Peter Pan”, me quejo, exhausta. “Lo digo en serio. Dos dólares…”

Son las 5:45 am. Estaremos rayando los barrios pobres de Miami hasta las 7:30.

“Dios mío, por qué soy amiga de estos freaks”, me lamento. “Por qué soy amiga de estas pesadillas. Los odio, muchachos”. Me pongo el gorro sobre la cabeza. Realmente los odio todo el tiempo. Son mi única familia y los amo, pero también los detesto.

Mint espera como diez segundos, se asegura de que ya haya terminado, y le sube a la música.

MAKE IT RAIN / MAKE IT MAKE IT RAIN, TRICK / MAKE IT RAIN, TRICK / MAKE IT MAKE IT RAIN, TRICK Estamos escuchando al cantante stripper. Un ladrillo me golpea en la cara: un dolor de cabeza, consecuencia de la coca.

Me pregunto qué me pasó. ¿Por qué estoy aquí? Sólo quiero ser alguien normal. I'MA MAKE IT RAIN, BITCH / I’MA MAKE IT RAUN / UHH, I’M THROW SOME 20S / AINT GOT NO MUTHA FUCKING CHANGE, BITCH

Travis Porter; a quién le importa. Esa madre me está reventando los oídos. Saco una bolsa de coca de mi bolsillo, junto con un popote que le pedí al de la barra para cortar en el Club Shore, e inhalo medio gramo completo con la sola intención de no dejar un miligramo para los demás. “¿Quieres ver un poco de culo?” chilla el stripper cantante. “¡Yo quiero ver un poco de lana!” Entonces pierdo el control. “¡Quiero regresar al loft ahora mismo!”, les grito. Estamos rentando un loft juntos en el distrito del diseño. “Me duele la cabeza, ya llevamos dos horas haciendo esto. Estás borracho y manejas horrible, Mile Mint, y ya me harté”. MAKE IT RAIN, TRICK / MAKE IT MAKE IT RAIN, TRICK “¿Le pueden bajar a esa mierda?” Serf hace lo que le pido.

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“¡Ya no puedo con esto!” grito al aire. “Necesito hacer algunos cambios. Dios”. Presiono mi frente contra la ventana del auto. El sol comienza a brillar sobre los barrios bajos de Miami. “Necesito un novio. Necesito un novio que no haga graffiti. Alguien con quien pueda ver la tele. Necesito aprender a cocinar. Necesito empezar a comer. Me voy a buscar un novio y le voy a cocinar…” Mint vuelve a encender la música. Abro mi Balenciaga azul para buscar otra bolsa de coca y mi iPhone. Ahora estamos escuchando Wu-Tang. El sol no ha terminado de salir.

Empecé a leer mi Twitter: Hay un océano de sangre en una ciudad portuaria de Japón. Madonna dijo que le da miedo no tener el “control” y que quizá saque su propio barniz de uñas. Hay una nueva enfermedad conocida como el “Sida de Estados Unidos” que hace que los corazones de las víctimas exploten. Media Takeout acusó a Mariah Carey de tener un cuerpo en forma de borrador; quiero desaparecer, y todos en el auto saben que lo único que podría cocinar de forma romántica para alguien es un putero de crack.

APÉNDICE DE CAT: ¡Ey! Partes de una versión anterior de esta historia salieron publicadas en una revista que hice con mis amigos, llamada SGU (Unidad Especial de Graffiti). Le conté esto a mis editores, pero no les pareció importante mencionarlo porque sólo se imprimieron 200 copias, y no teníamos idea que había sido publicada por esta (aparentemente exhaustiva) página de revistas digitalizadas. Me sentiría mal si hubiera hecho algo malo, pero no lo hice. Si pueden encontrar una copia, no duden en comprarla porque está genial. En fin, ahí lo tienen. ¡Feliz semana!

Anteriormente:

Lógica anfetamínica

Sexo en coca para zorras

Sigue a Cat en Twitter: @Cat_Marnell