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Cultură

Mi vida como un ciego en prisión

No estaba ciego cuando entré a la prisión federal. Ahora paso los días sentado en mi celda. Mi vida es tan diferente; no me siento seguro.
Ilustración de Tyler Boss.

No estaba ciego cuando entré a la prisión federal. De hecho, cuando me detuvieron, el 19 de abril de 2006, estaba conduciendo mi coche. Pero tengo glaucoma y mi vista comenzó a desaparecer una vez que estaba dentro. Los colores perdieron su vitalidad, la televisión ya no se veía tan clara; así es como empezó. Compré lupas y le decía a los médicos de la prisión "Mi visión está cada vez peor". Ha sido difícil para mí conseguir el tratamiento y la ayuda que necesito, e incluso ahora mis ojos me duelen bastante.

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Cuando empecé a perder la vista, todavía estaba tratando de apelar mi caso, y recuerdo estar sentado en la biblioteca, rodeado de libros de derecho, esforzándome para leer. Pero después de perder por completo mi visión en 2012, mis intentos de anular la convicción cayeron rápidamente en el olvido.

Ahora paso los días sentado en mi celda y me limito a mi entorno directo. Es más fácil de esta manera, incluso si parece que yo mismo me he puesto en confinamiento solitario. Solía participar en los programas de la prisión y trabajar en la cocina. También me gustaba salir al patio de la prisión todo el tiempo. Pero ya no puedo.


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Incluso le pregunté a los oficiales de la prisión si había alguien que pudiera enseñarme Braille como una forma de volver a abrir mi mundo. Dijeron educadamente que no lo harían. Ahora salgo de mi habitación quizás durante una hora al día para tomar un poco de aire y darme una ducha. Si tengo suerte, llego hasta el microondas. Eso es prácticamente todo.

Todo el día pienso en cuántos pasos doy, qué tengo que hacer después, y me preparo. Son 21 pasos hasta el teléfono. Luego son 15 pasos hacia el barandal, lo tomo, giro a la izquierda, y tras otros 17 pasos, llego a la cocina. Se necesitan 120 pasos para llegar al detector de metales. Son 38 para llegar al microondas. Eso es todo lo que mi mente puede manejar en este momento: contar pasos.

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Ajusté mi alarma para que suene a las 5 AM. Solía ponerla a las 6 AM, pero me lleva mucho más tiempo salir por la puerta a las 6:30 estos días. Mi reloj tiene un botón de snooze, por lo que siempre suena cada diez minutos y me deja saber cuando son las 5:10, las 5:20, etc. Eso es útil porque de lo contrario no tendría idea de qué hora es.

Cada noche pongo mi cepillo de dientes, mi pasta y otros artículos de higiene encima de mi locker, para saber donde están. No puedo ver qué tan sucia es mi celda, pero todos los días me dicen, tienes que limpiarla, y yo trato de limpiar cada rincón.

Cuando voy a comer algo, llego hasta mi puerta y llamo a mi amigo. Estamos juntos desde el pasado octubre. Le digo: "Oye, Antwane". Él responde "¿Qué pasa?"

"Hombre, sabes lo que pasa. ¡Llévame hasta allá!"


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'Twane no tiene ningún entrenamiento ni nada, pero lo tomo del hombro y caminamos. Me lleva desde mi puerta hasta el comedor, se asegura de que tenga mi bandeja, me lleva hasta la mesa y luego recoge mis cosas. Prácticamente me lleva a todas partes. Hay momentos en que 'Twane no está cerca, sin embargo, y tengo arreglármelas solo. Cuando eso sucede, por lo general regreso a mi celda.

Durante un tiempo me molestaban porque caminaba apoyado sobre el hombro de alguien, lo que hacía que 'Twane pareciera mi novio en lugar de un buen tipo que me ayuda a ir del punto A al B. Siempre lo tomo de la mano o me recargo en su brazo u hombro mientras caminamos por las instalaciones. Esto me ha causado bastantes problemas. Incluso me han enviado a confinamiento solitario para mi protección, y me siento más seguro allí, porque no tengo que preocuparme de que ningún tipo se acerque. Pero pierdo tanto. En aislamiento sólo puedes realizar una llamada telefónica al mes. En algunos casos no recibes visitas. Y en mi caso, no tengo a nadie que lea mi correspondencia. Tan sólo apilo mis cartas.

Ahora tengo un bastón blanco, proporcionado por la prisión. Y cuando la gente me mira, piensan Oh, es ciego, no es el novio de aquel sujeto. Realmente hace la diferencia. Mi vida es tan diferente ahora. No me gustan las multitudes. No como con la población general. No suelo salir al patio. No me siento seguro ahí. Me quedo lejos de todo el mundo.

Burl Washington está encarcelado en la Institución Correccional Federal de Estill, una prisión federal en Carolina del Sur. En 2008 fue condenado a 30 años de cárcel por distribución de drogas (incluyendo fentanil) que resultó en la muerte de una persona.