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Sexo

El imprescindible arte del sexo oral. Parte II

Va la segunda entrega para continuar la bonita tradición de comernos a quien deseamos.

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Encantadoramente desconcertante, sientes el sudor frío que te recorre desde la nuca hasta los muslos, cada músculo de tus pies y tus piernas se tensa cuando sientes una lengua tibia acariciando tu clítoris y apretando los botones correctos una y otra y otra vez haciendo que los músculos de tu abdomen se contraigan y brinquen más allá de tu voluntad… ¡Ah, el cunnilingus, exorcismo de los buenos pensamientos!

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Claro, eso es cuando te va muy bien, eso es la primera vez que te comen como se debe, cuando, para acabar pronto, estás dispuesta a firmar un contrato de esclavitud sexual; pero seamos honestos, las primeras experiencias sexuales no se distinguen por ser las mejores —en especial para nosotras las morras— y una de las primeras veces en serio sexuales es cuando te hacen sexo oral.

La mía fue una típica primera vez: un completo fracaso. Estábamos en una comida familiar en casa de sus abuelos, me acuerdo de que hacía mucho frío y llovía, después de un rato de sobremesa se nos hizo fácil escaparnos a uno de los baños de la casa para fajar.

Yo ya se la había chupado unas cuantas veces y supongo que ese día se sintió con ganas de devolver el favor; fue así, medio congelándome y encaramada en un lavabo, agarrándome como podía de una ventana y con gritos onda fiesta infantil de fondo, que descubrí el mundo del cunnilingus con un desanimado "¿Neta?".

Y cómo no, si el morro no sólo metía los dientes a cada rato, sino que además creía que era sexy lamer y soplar sobre el área recién humedecida, eso era todo: daba un lengüetazo y soplaba, lengüetazo y soplaba… Un fracaso, les digo, una de esas escenas que sólo causan pena.

Pensando en esto, en la cantidad de hombres sin destreza que me he topado y en todas las historias de decepción que he escuchado, comprendo un poco más por qué, según el “Estudio de hábitos sexuales del latinoamericano”, sólo el 16% de las morras mexicanas declara que el sexo oral es su principal fuente de orgasmos. (Tip para escoger su próximo destino vacacional: Brasil se lleva las palmas con el 26%).

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Cabe aclarar que la enorme mayoría de las latinoamericanas encuestadas se declara heterosexual; tal vez se deba al conocimiento de la anatomía propia (o tal vez a que somos más tragonas), pero la verdad, sigo sin escuchar quejas de un cunnilingus girl on girl.

No estoy nomás bitcheando sobre los hombres, yo he comprobado en carne propia que hay morros de gran talento ahí afuera y que aún se puede tener un poco de fe en la humanidad.

¿Cómo lo hacen? Practicando, básicamente. Puedes leerte todos los artículos de sexo oral que hay en internet y ver todos los videos, pero no sirven de nada si no comes coño.

Así que, una vez más les dejo unos cuantos tips, recordándoles que lo que más importa es que se hundan en el mar de fluidos vaginales de cuanta morra se deje.

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1. Territorio común

De nuevo, para aquellos que somos tan atrevidos como para explorar el sexo opuesto, el clítoris y el glande funcionan más o menos igual: la parte baja y el lado derecho suelen ser  más sensibles.

2. ¡Provecho!

Si eres lo suficientemente apretado como para no disfrutarlo y no quieres tener una buena reputación sexual, mejor ni te acerques; nada bueno sale de los lengüetazos apáticos y la cara de chamaco esperando a su mamá en el banco ("¿Yaaaaa?").

3. Fuera dientes

Nada de mordisquear. Se explica solo, ¿no?

4. No hay un botón

Nos han hecho creer que el clítoris (y el punto G, de paso) es un botón mágico que detona orgasmos si lo aprietas como un timbre. ¡Nel! Empieza con movimientos lentos y profundos, trabaja TODO el terreno y ve subiendo la intensidad poco a poco.

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5. Keep calm and cuida ese ritmo

Movimientos rítmicos y repetitivos, esa es la clave, eso es lo que tienes que hacer para que se venga. Tiene su chiste porque necesitas perseverar y si te sales de tiempo es probable que le cortes la inspiración.

Anteriormente:

El imprescindible arte del sexo oral

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