Mujeres flores y espagueti con huevo

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Viajes

Mujeres flores y espagueti con huevo

Un vistazo fotográfico a las privadas vidas de las mujeres menonitas en México.

Eunice Adorno se encontraba en un polvoriento y laberíntico camino de Chihuahua que seguramente la llevaría a ningún sitio, cuando tuvo una visión de ninfas menonitas. A partir de ahí, el hecho de meterse en las vidas de desconocidos que palpitan entre el desierto y flores artificiales, se volvió su proyecto más importante hasta ahora.

Mujeres flores es una serie fotográfica que revela quiénes son las mujeres menonitas de la comunidad de Nuevo Ideal, Durango. Lejos de la venta de quesos en las esquinas, estas morritas y sus madres chambean, cocinan, se ríen y cholean macizo. Todo eso lo hacen entre sombreros, vestidos con estampados de flores y sus trenzas tan complejas que recuerdan a los tocados medievales.

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La prestigiosa editorial especializada La Fábrica, publicó las fotografías de Adorno, las cuales también aparecieron esta semana en la página de la revista Time. Además de haber obtenido el Premio Nacional de Fotoperiodismo Fernando Benítez 2010 gracias a Mujeres flores, esta nena de Cuernavaca obtuvo varias becas internacionales y algunos chescos gratis. ¡Bien merecidos!

Vice: ¿Por qué quisiste trabajar con las menonitas?
Eunice Adorno: Empezó porque en 2006 fui a hacer un reportaje para Marie Claire y fui a la comunidad de Cuauhtémoc, en Chihuhua; me daba mucha curiosidad saber cómo vivían. Esa vez encontré, en uno de los caminos, a cinco chicas adolescentes a la sombra de un árbol, con unos vestidos elegantes, increíbles; medias, sandalias y mocasines. Todo me pareció como fuera de lugar. Saltan del paisaje al que estamos acostumbrados en México. De repente ves a mujeres güeras. Me impresionó que no hablaran ni español ni inglés… sentía que estaba entrando como a otro espacio, me pregunté: “¿Güey, sigue siendo México?, ¿qué está pasando aquí?”

Hasta el 2008 tomé el proyecto mucho más enserio. Quería saber quién eran realmente las mujeres menonitas. Ya las había visto en los proyectos de Larry Towell de Magnum, varios fotógrafos mexicanos ya han trabajado con ellas. Pero siempre salían muy sigilosas, muy silenciosas, escondiéndose en sus sombreros o vendiendo quesos. Más allá de eso yo no sabía qué hacían las mujeres: cómo vivían, cómo paseaban. Quería buscarlas como en otro aspecto diferente, más personal, sentimental. Por eso decidí que fuera Nuevo Ideal, Durango, que son mucho más conservadores que en Chihuahua.

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¿Qué fue lo peor de vivir con un montón de gente desconocida con la que no compartes ni el idioma?
Cuando empecé a conocer a las primeras mujeres menonitas sí era muy raro; todo el tiempo estaba paranoica, quería tratarlas con muchísimo respeto y cuidarme de no hacer nada para que en ese momento me corrieran de ahí, porque si no iba a valer madre todo el proyecto. Me portaba muy bien, era cuidadosa, no sacaba la cámara [se tardó tres meses en hacerlo]. La primera vez que fui platicaba mucho y empecé a trabajar para que me aceptaran con mi postura de citadina, mi forma de vestir… era como un intercambio de aceptación. Iba a la cocina, me sentaba, no hacía nada; si veía que alguien se reía, reaccionaba. Es como cuando conoces a las personas, tanteando… En su espacio tenía que hacer todo lo posible por no desequilibrar demasiado. Empecé desde sus cosas hasta su persona.

¿Qué fue lo más raro que comiste?
Wow. Hubo dos cosas que recuerdo en particular. Una fue en diciembre de 2009, hacía mucho frío. Recuerdo una mesa increíble, nunca la voy a olvidar. Era gigante, había veinte personas alrededor, para entonces yo ya estaba inmersa en la familia. Había atole de ciruela delicioso, pan riquísimo; pero lo raro es que había un huevo revuelto con espagueti (risas). Yo le entraba a todo, me comía todo.

La otra: eran las doce del día y, regularmente, ps a las once o doce haces el brunch, ¿no? Entonces, un día, mi brunch era gallo, güey (risas). Me dijeron: “hoy vamos a comer gallo”, era un pollo enorme muy rico pero muy pesado.

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¿Cómo esperas que reaccionen las personas a las que retrataste cuando vean sus rostros regordetes impresos ahí?
María [una de las mujeres retratadas en el libro] es súper especial. Cuando se vio en la revista Tierra Adentro puso cara de sorpresa. Me dio mucha emoción porque es una persona no muy bonita y se aceptó. Se arriesgó. Con ella tuve un momento de total complicidad, entonces, cuando llevé la revista se emocionó mucho, aunque no entendía muy bien el texto en español.

Todo el libro lo hice con muchísimo respeto, no hay fotos donde ellas se sientan traicionadas. Siempre las retrataba cuando estaban muy contentas.

Si quieres ver más fotos de Eunice Adorno, da click aquí.

Puedes comprar su libro en todas las librerías y aún alcanzas a ver su exposición individual en Casa Escorza, en Escorza # 83-A, en Guadalajara, Jalisco.