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A este paso, no debe tardar mucho la creación de la Procuraduría de la Defensa del Heavy Metal (PDHM), la cual, velaría por el cabal cumplimiento y respeto de esta corriente cultural. Asimismo, cuidaría de sus feligreses de cualquier ataque, ofensa o discriminación.Antes de eso, sus simpatizantes tendrían que acreditarse como fieles en activo del cuero, estoperoles y greña larga. Me viene a la mente una especie de bautismo con riffs de fondo, batería ametrallante y cánticos guturales de todo tipo. El templo sería un barcillo de mala muerte, como indican los 10 mandamientos del heavy metal (no existen, pero ya no deben tardar). Padres, padrinos e invitados —por obvias razones— tendrían que presentarse de rigurosa camiseta negra con estampados de la banda que oye y que a veces no sabe ni pronunciar; pantalones viejos —y negros, claro—; zapatos del mismo tono pero que no sean muy costosos (para no ser acusados de hipsters) y con una mata lo más larga que se pueda; entre menos cuidada, mejor. El vino sería sustituido por cerveza y el incienso por mota o tabaco. No vendrían mal tatuajes a destajo, piercings por docena, expansiones por racimos y una cara como de no haber cagado en tres días.Una vez aceptado en el dogma de marras, el metalero podría presumir a amigos, familiares, novia y conquistas en turno, su credencial —pergamino, placa o correa— con fotografía incluida, firma con sangre y holograma oficial para evitar copias.
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Por otra parte, la PDHM emprendería una campaña para exigir castigo a aquellos que se han atrevido a injuriar la divinidad de rock (pronúnciese con los dedos engarruñados, haciendo cuernitos).Uno de los primeros enjuciamientos podría ser contra esos solos sacrílegos. Aquellos ejecutados por guitarristas que han osado a utilizar algunas características del heavy metal en detrimento de las enseñanzas de Van Halen. Ejecuciones que no deberían existir por pertenecer a géneros vulgares como la cumbia, la balada grupera y demás estilos expulsados del paraíso de Tony Iommi.
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4.- Adolfo Maldonado y todo el grupo de Los Felinos, no conformes con vestir piel y estoperoles, fabricaron esta pegajosa cumbia en cuyo solo, además de ser condenado a la hoguera de las canciones injuriosas, el guitarrista da mal uso de las enseñanzas del reverendo Jimmy Page. Someterlo a El Cepo para luego ser lapidado en un concierto de Slayer sería el veredicto de la Maldita Inquisición del Metal.
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5.- Admirados hasta por Korn (lo cual abriría otro juicio para metaleros sacrílegos), Los Bukis representan la más grave afrenta contra las sagradas escrituras de Zakk Wylde. En este tema, Joel, el hermano del John Lennon mexicano —o sea Marco Antonio Solís— ejecuta un solo introductorio y otro hacia el final del tema. Ambos podrían ser llevados a la guillotina con todo e instrumento. No sólo por la aberración creada, sino por el vituperio de llevar un panderista bien pastel, estado de conciencia sólo permitido para los metaleros de buena cepa.Para evitar cualquier injusticia de las tropas metaleras, bien podemos comenzar a aprendernos las oraciones que nos eximan de todo castigo: "Oh, Dave Mustaine, no tomes en cuenta sus pecados, sino la fe en tu metal, y conforme a tu palabra, concédeles el riff y la ebriedad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Ramén".@balapodrida