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Drogas

Hitler y los Nazis estaban muy metidos en el rollo de las anfetaminas y los opiáceos

Hablamos con Norman Ohler, cuyo último libro, Der Total Rausch, explica la historia detrás de los hábitos de drogas de los nazis para "mejorar el rendimiento" de los nazis.
Hitler, possibly on Eukodal. Photo via Wikimedia Commons

Hitler, posiblemente bajo los efectos del Eukodal. Foto vía Wikimedia Commons

El último libro de Norman Ohler, Der Totale Rausch (La ebriedad total), cuenta la historia detrás de los hábitos de consumo que tenían los nazis al usar drogas para "mejorar el rendimiento". Resulta que muchos de los que hacían parte del partido de Hitler, desde la Wehrmacht hasta los de más alto rango, estaban muy metidos en el consumo de químicos. Ohler logró poner sus manos en los registros del médico personal de Hitler, el Dr. Theo Morell, y fue capaz de determinar que el mismo Führer recibió 800 inyecciones con el paso de los años.

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Nos reunimos con el autor para averiguar más sobre qué tipo de cosas les gustaba a los nazis, y por qué hay tan pocos libros de historia sobre el tema.

VICE: Hola, Norman. ¿Así que Hitler y otros en el Partido Nazi estaban muy drogados todo el tiempo?

Norman Ohler: Eso es lo que sugiere mi investigación. Pero hay que diferenciar. Cada uno de ellos tenía sus propias predilecciones y adicciones. No todos consumían de todas las drogas. Algunas más, otras menos. Algunos de ellos consumían metanfetamina, como Ernst Udet, por ejemplo, maestro general de la aviación. A otros les gustaban más los anestésicos fuertes, como a Göring, cuyo apodo de hecho era "Möring", haciendo referencia a la morfina. Y está demostrado que Hitler tomó Eukodal –el nombre de la marca alemana para la [el opiáceo sintético] oxicodona– de forma intravenosa. Yo quería investigar de donde provenía este consumo masivo de drogas en primer lugar y qué relevancia histórica tiene.

Muchos drogadictos tendrían problemas para recordar exactamente qué drogas se metieron la noche del viernes. ¿Cómo puedes probar lo que Hitler se metió hace 70 años?

Todos los aspectos del Tercer Reich fueron observados y escritos con diligencia. El médico personal de Hitler, el Dr. Theo Morell, dejó extensos registros. Tuve la oportunidad de verlos en el Archivo Federal en Koblenz, en el Instituto de Historia Contemporánea de Munich y en el Archivo Nacional de Estados Unidos en Washington. Cada una de las inyecciones individuales que recibía Hitler cada día están anotadas en estos registros en blanco y negro. Es una lectura fascinante.

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En tu libro escribiste que el médico personal de Hitler era gordo y desagradable y que comía como un cerdo. Realmente no suena como el sueño ario. ¿Cómo se desarrolló esta estrecha relación entre Morell y Hitler?

Todos los que rodeaban a Hitler se sentían consternados por Morell, Hitler era el único que no lo hacía. Los dos desarrollaron una relación simbiótica debido a las drogas. Morrell supuestamente no pudo ir al funeral de su hermano, porque eso significaba estar lejos de Hitler por dos días. El Führer necesitaba sus inyecciones todos los días. Todo el mundo sabe lo que se siente cuando tu dealer está de vacaciones.

¿Por qué decidiste escribir este libro?

Uno de mis amigos, que es DJ y es residente en el Club der Visionäre [en Berlín], me contó del tema y decidí escribir una novela al respecto. Me di cuenta de que tratar de hacer ficción no iba a funcionar. Lo que era interesante aquí eran los hechos. Así que por eso decidí escribir un libro de no ficción sobre el tema. La ficción es una cosa, el hecho histórico es otra cosa.

El libro ha sido muy polarizante hasta ahora. Por un lado Spiegel te criticó por no ser un historiador, y por el otro lado Süddeutsche Zeitung lo recibió de una manera bastante positiva. ¿Qué crees que pasa con el tema que ha provocado estas respuestas variadas?

El tema se centra en el significado de un capítulo de la historia del mundo que no es para nada insignificante, así que, por supuesto, hay personas que no quieren aceptar nuevas perspectivas. Esto tiene mucho que ver con el miedo, y también con la soberanía interpretativa. Hay torres de vigilancia académicas: ¿quién está autorizado a decir qué sobre un determinado tema? Muchas personas tienen miedo de que, por ejemplo, mi libro relativice la culpa de los nazis. Esa es la cuestión principal, por supuesto. Y es necesario que haya una respuesta a la misma.

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Hablando de culpa, ¿hay alguna manera imaginable en la que el consumo de drogas de los nazis pudiera cambiar su culpabilidad penal?

Ciertamente no. El principio jurídico fundamental "actio libera in causa" se aplica en este caso. Esto significa que si te intoxicas con el fin de llevar a cabo una ofensiva que ya habías planeado, el consumo no disminuye tu culpabilidad. Los planes criminales del régimen nazi ya habían sido presentados en el provocador texto de Hitler Mein Kampf, y comenzaron ha ser implementados en la década de 1930, antes de que las drogas se hubieran apoderado.

El nacionalsocialismo es un capítulo oscuro de la historia alemana. Tú no sólo describes el consumo del liderazgo en tu libro, también hablas de los experimentos con drogas que tuvieron lugar en los campos de concentración. ¿Qué ocurrió allí exactamente? ¿Qué tipo de experimentos humanos había allí?

En Sachsenhausen los prisioneros eran obligados a hacer la llamada "patrulla de la píldora". Se les obligaba a ingerir una nueva "droga milagrosa" que contenía altas dosis de cocaína, metanfetamina y Eukodal, y luego tenían que correr en círculos con una maleta al hombro durante toda la noche. La Armada realizó estas pruebas junto a las SS. Los prisioneros en Dachau eran atiborrados de mescalina sin saberlo. Ellos estaban tratando de desarrollar nuevos métodos de interrogatorio. Los estadounidenses también encontraron los resultados de este experimento cuando liberaron el campo. Las agencias de inteligencia estadounidenses más tarde utilizaron este material para su "Proyecto Artichoke", que tenía como objetivo desenmascarar supuestos espías soviéticos.

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La drogada Wehrmacht invadió Polonia y Francia a tal velocidad que la gente lo llamó la Blitzkrieg. ¿Realmente estaban todos los soldados drogados?

Se proporcionaron 35 millones de dosis de Pervitin para la campaña en Francia. El ingrediente activo en el Pervitin es la metanfetamina, lo que actualmente llamamos crystal meth. Las unidades de tanques estaban especialmente drogados. Los pilotos de la Luftwaffe también consumían metanfetamina. Se podría decir que la Blitzkrieg fue un Meth-krieg.

¿Los militares consumieron metanfetamina después de 1945?

Los nazis fueron los precursores en exacerbar la guerras con drogas, pero los aliados siguieron su ejemplo inmediatamente. Consumían speed [anfetamina]. Y los estadounidenses, por ejemplo, nunca han renunciado a eso: les administraron grandes cantidades de speed a sus pilotos en la Guerra de Corea.

¿Y en cuanto a las fuerzas armadas alemanas?

Han usado modafinilo, un agente que promueve la vigilia, en Afganistán. El modafinilio te mantiene despierto y motivado y supuestamente no tiene efectos secundarios. La junta militar de asesoramiento medicinal actualmente está deliberando si deberían seguir siendo distribuidas en grandes cantidades estas sustancias que mejoran el rendimiento.

¿Por qué este tema de los nazis y las drogas ha sido descuidado hasta ahora? ¿Es porque es tabú?

Es por el concepto propio de "lucha contra los narcóticos" de los nacionalsocialistas, que estableció el control estatal sobre las sustancias e hicieron de las drogas un tabú en general. Esto causó que el tema fuera descartado por las ciencias sobrias, los estudios integrales se siguen evitando en las universidades de hoy.

¿Cómo se compara tu biografía personal de drogas con la de Hitler?

No he probado todas las drogas de las que hablo en Der Total Rausch. Sobre todo porque si intentaba acercarme a los niveles de consumo de Hitler, no habría sido capaz de escribir un libro. Realmente, nadie podría tomar esa cantidad.

Gracias, Norman.