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guerra de la cuerda

En Escocia, tirar de la cuerda es mucho más que un deporte

El juego de la cuerda es un brutal reto en la tradición deportiva escocesa.
Photo by Asa Merritt

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Fue difícil hacer hablar a Craig Petch sobre otra cosa que no fuera alcohol.

"Tienes cinco minutos. Hay tipos allá con cervezas en mano y yo aquí sentado y sobrio", dijo justo después de presentarse.

Este treintañero de ojos azules había completado un exhaustivo día de competición en el Braemar Gathering, un festival que se organiza cada septiembre en Braemar —un poblado con 2.000 habitantes en las altiplanicies del norte de Escocia. El evento incluye multitud de deportes escoceses: baile, lanzamiento de cáber (un largo poste de madera), competiciones de gaitas, lanzamiento de bala, carreras sobre colinas… y el gran deporte en equipo del festival: el juego de la cuerda, o tira y afloja, o como quieras llamarle.

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"Veinte mil personas tirando de una cuerda. Nada es mejor que esto", dice Petch. Durante todo el día, tipos como Petch intentaron arrastrar a los rivales por el suelo. Más de 15.000 escoceses quemados por el sol (un día extrañamente soleado en Braemar) gritaron con entusiasmo mientras veían una cuerda moverse apenas unos cuantos centímetros en una y otra dirección. Gritos como "¡tira!", "¡rompe!", y "¡ahora!" se escuchaban por todas partes. Las camisetas del equipo parecían estandartes medievales listos para la batalla.

Los hombres que participan en la competición de la cuerda en el Braemar Gathering son miembros de las Fuerzas Armadas Británicas. Portan tatuajes de alambres de espino, fuman, y son más variopintos que la población en general. Petch es el sargento del 15º Regimiento, una unidad de comunicación. "He estado en el ejército 15 años y he disfrutado cada minuto", comenta. "Me encanta venir aquí y competir contra los demás".

Toby Courage, el comandante del Cuerpo de Señales, fue a Braemar a ver a sus tropas competir. "El éxito en combate pasa por el trabajo en equipo", dice Courage. "Este es un deporte que realmente desarrolla esa parte. Crea un espíritu de equipo, la habilidad para lidiar con la presión."

Courage citó la famosa declaración del Duque de Wellington, el vencedor de Napoleón en Waterloo, donde asegura que la batalla "se ganó en los campos de Eton [una famosa universidad inglesa]".

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Esta pobre cuerda ha sido maltratada una y otra vez. Foto de Asa Merritt.

A pesar de enfrentarse a equipos duros como el 19º de Artillería y el 1º Mercien, el equipo del Cuerpo de Señales (conocido como los Signals) lo hizo bastante bien durante el torneo. Sus botas negras, fabricadas especialmente para este deporte, encontraron la tracción adecuada en el lodo. Al final del día, sus camisetas azul marino eran prácticamente negras. En total, quedaron 5-2.

"El juego de la cuerda es 50% preparación física y 50% pensar en que vas a ganar", dice Petch. "Es un deporte de equipo. Eres tan fuerte como tu hombre más débil".

Para ganar, los equipos necesitan ganar el mejor de tres "ends" —una sola ronda que concluye cuando uno de los equipos consigue tirar de la cuerda hasta 4 metros del punto de inicio—. Una de las estrategias más populares es el llamado 'humping', donde la cuerda forma una curva: ello ayuda a generar fuerza a expensas de la estabilidad. Los hombres que sujetan la cuerda trabajan con la misma coordinación, pero las cosas se ponen difíciles por los resbaloso del campo. Muchas veces los competidores caen al suelo, lo cual dificulta aún más el trabajo en equipo.

En la liga interina que deben superar los equipos para clasificarse para Braemar, cuatro hombres y cuatro mujeres conforman cada escuadra. Sin embargo, solo los hombres pueden competir en el Gathering, aunque las mujeres pueden ser entrenadoras. Adele Leonard, que lleva diez años en el Ejército y tiene experiencia como boxeadora, fue quien dirigió a los Signals en Braemar. "Los deportes nos dan algo a qué aspirar y forman nuestro carácter, crean vínculos que no tienes en un trabajo normal".

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Tras marcharse de casa de sus padres a los 16, Leonard pasó cuatro años en trabajos comunitarios y se unió al Real Cuerpo de Señales del ejército británico a los 20. Posteriormente estuvo en Afganistán dos veces; hoy asegura que el practicar el juego de la cuerda la ayudó con su labor en el campo de batalla. "Me motiva a realizar mi trabajo como soldado, es muy importante", afirma.

Recientemente, Leonard fue promovida a Sargento. "En el equipo tienes a gente de menor rango que tú diciéndote cómo trabajar. Es algo bueno porque demuestra que en el ejército todos se respetan y escuchan mutuamente. Aquí no se trata de decir 'escucharás lo que te digo porque estoy por encima de ti'".

El equipo de los Signals, con Leonard vestida de oficial y en brazos de los demás miembros. Foto de Asa Merritt.

El 5-2 de los Signals fue suficiente para clasificarse para las semifinales. Tenían una última oportunidad en la cuerda, esta vez ante nada menos que la reina Isabel II, que el pasado 9 de septiembre se convirtió en la reina más longeva de Inglaterra. La monarca entró al recinto con una caravana de coches oficiales negros: las gaitas sonaron durante y después de su llegada. Todos entonaron el God Save the Queen manteniendo la formación. "Estás frente a la reina. Tienes que tener buen aspecto", me advirtió Louis Fair, del equipo del 12º Cuerpo de Artillería.

El gran espectáculo de la realeza, las hamburguesas de 'haggis', las batallas de gaitas y el deporte ayudan a los Signals a escapar de la rutina. "Hay muy poca gente en el ejército británico que no haya estado en Iraq o Afganistán", comenta Courage. Para ellos, el juego de la cuerda es una actividad extracurricular que los ayuda antes y después del despliegue.

"Cuando nuestros soldados regresan de Afganistán, el juego les ayuda con su salud mental", dice el soldado raso Sam Green. "Cuando practicas algún deporte no tienes la sensación de estar en el ejército. De hecho te sientes como una persona normal".

En su último enfrentamiento, los Signals perdieron ante el 19º de Artillería, un equipo que habían vencido por poco en la fase de grupos. "Creo que se mostró la inexperiencia de nuestro equipo. La otra unidad tiene a participantes que llevan más años compitiendo", me dijo Petch antes de unirse a su equipo para una foto grupal. Sonrientes, los ocho hombres cargaron a Leonard, aún con su uniforme, y la sostuvieron horizontalmente.

"¡Más te vale que vengas a beber con nosotros!", me gritó Petch.

Sigue a Asa Merritt en Twitter: @asamerritt