Peleas frecuentes y los niños del muay thai | ES | Translation
Photos by Matthew Yarbrough

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Peleas frecuentes y los niños del muay thai | ES | Translation

Seguimos un grupo de niños peleadores mientras enfrentan oponentes desconocidos y aceptan peleas con poco tiempo de anticipación.

Sonó la campana y los dos chicos regresaron a sus esquinas. Ambos son peleadores principiantes, ninguno tenía más de una docena de peleas. El equipo de entrenadores le daba instrucciones a Mo de doce años de edad, le daban agua, frotaban sus brazos y estiraban sus piernas. 'Regresa ahí y hazlo', le decían. 'La tienes ganada'.

Mo no había peleado en meses. Estaba en una racha de doce derrotas. Pero su gimnasio, Wor. Watthana no se dio por vencido. Siempre y cuando quisiera seguir peleando, la administración seguiría consiguiéndole peleas. Sabían que a los peleadores les lleva tiempo tener éxito; todos logran su ritmo en tiempos diferentes. Y Mo apenas es un principiante, de 12 años, a un año de comenzar su carrera.

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Mo respiró profundamente y se levantó de su banco en la esquina, caminó hacia el centro del ring para el segundo round. El otro niño lo alcanzó a la mitad del camino. Se vieron brevemente a los ojos, luego el otro chico desvió la mirada.

El réferi dio la señal y los chicos comenzaron a trabajar. Mo saltó adelantándose con un par de patadas bien colocadas. Peleaba más agresivo que de costumbre. Después de una larga racha de derrotas al hilo, no quería perder de nuevo.

A menos de un minuto de comenzar el segundo asalto, Mo lanzó una combinación torpe pero efectiva, haciendo que su oponente retrocediera. Mo lo siguió como un carnicero enloquecido persiguiendo una gallina. El réferi le puso fin a la pelea, levantando la mano de Mo. Mo no hizo un baile de celebración, no celebró, ni siquiera sonrió por el final de su racha de derrotas. Solamente exhaló profundamente con una mirada de intensidad en su rostro. Tal vez alivio. Tal vez un poco de molestia.

Mo bajó del ring, con su corazón normalizando el ritmo, su familia envolviéndolo en abrazos, sus compañeros de entrenamiento felicitándolo por el nocaut técnico que acaba de lograr sobre el otro niño peleador. La pelea marcó su primera victoria de 2016, y su segunda desde que comenzó el año. Era 2 de enero. El año nuevo apenas tenía dos días.

Mo no es la excepción a la regla. Por toda la región rural de Tailandia, los peleadores se ponen los guantes con frecuencia, especialmente durante las fiestas decembrinas. Lejos de Bangkok y de la mayoría de las autoridades regulatorias, que le exigen a los peleadores evitar el ring durante tres semanas después de una pelea, los peleadores en las áreas rurales aprovechan la falta de regulación para ganar experiencia, exposición y dinero cuando el negocio del muay thai es bueno.

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A continuación fue turno de Ann de 13 años, la compañera de entrenamiento de Mo en Wor. Watthana. Derrotó rápidamente a su oponente, ganando la pelea igual que su pelea de ayer, abrumando a su oponente con patadas precisas y rodillas, derribándola fácilmente. El réferi finalizó la pelea antes de que terminara el asalto. Nocaut técnico, igual que el día anterior. La segunda victoria de Ann en dos días.

Nadie le dio a Ann y a Mo tratamiento especial por pelear dos veces en dos días. Otros gimnasios tuvieron peleadores haciendo lo mismo. Por lo que a ellos respecta, sus oponentes habían peleado las mismas veces, tal vez más. El compañero de Ann y Mo, Senrak de 16 años de edad, peleó tres veces en 16 horas, con dos victorias. Perdió la última pelea por puntos, se fue a casa y publicó fotografías de su corte en la ceja en Facebook recibiendo muchos Likes de muchos amigos. La pelea fue el 1 de enero. Feliz Año Nuevo de Muay Thai.

Mo y Ann eran los únicos peleadores programados para pelear esa noche, pero su amiga y compañera, Boo, una chica de quince años a quien la vida llena de problemas le pesa como si tuviera un tatuaje en el pecho, recibió una oferta para pelear a última hora. Su representante había visto a una chica de su tamaño caminando por la feria y le preguntó al gimnasio de la chica si les gustaría enfrentarla contra Boo.

Pronto Boo, quien fue a las peleas para apoyar a sus compañeros, se encuentró enfrentando a la otra chica en el mismo ring. Ninguna sabía el nombre de la otra. Con solo 30 minutos para prepararse para la pelea, Boo viste vendas y short que le prestaron sus compañeros de entrenamiento a quienes vino a apoyar, mientras que la otra chica, lugareña, se apresuró a casa en motocicleta para recoger su equipo.

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Aunque eran principiantes, las chicas pelearon de manera hermosa. Casi no tenían técnica de golpeo, pero su pateo era agresivo, lleno de corazón. Fue la tercera y mejor pelea de Boo, su recuperación de un nocaut técnico una semana antes, y terminó en empate.

Boo se mostró aliviada por haberlo hecho tan bien, especialmente debido a que su padre la vio desde la equina. Tenerlo ahí fue especial para Boo, ya que trabaja en Bangkok y pocas veces tiene tiempo o dinero para visitar a su hija, que vive con parientes en el pueblo. Es una vida que refleja la de muchos otros chicos en la región de Isaan.

Tres peleas para Wor. Watthana: dos victorias y un empate. Los dueños del gimnasio, Boom y Frances Watthanaya estaban contentos con los resultados. Estos eventos pequeños son a donde pertenecen por ahora, mientras los niños peleadores se vuelven conocidos, y ganan habilidades y experiencia en el ring. Le explican a sus peleadores el valor de estos eventos, el valor sutil detrás de la bolsa de las peleas o la oportunidad de darse a conocer. Las ferias de templos son impredecibles. Los chicos podrían enfrentar oponentes difíciles o fáciles. Tienen que estar listos para todo.

Después que termina la locura de año nuevo, la vida vuelve de regreso a la normalidad. Los niños entrenan a diario y toman peleas cuando pueden, tal vez una cada par de semanas dependiendo la temporada. La próxima vez que peleen varias veces en pocos días será este mes, febrero, durante el festival de una semana dedicado a un templo local. Uno de los peleadores que subió al ring en Año Nuevo, Bpaet de 12 años de edad, pronto estaba haciendo planes, pidiéndole todos los días a los dueños del gimnasio que le consiguieran una pelea para las próximas festividades.