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Opinion

Odio los ciclopaseos que se hacen en Bogotá

OPINIÓN | A propósito de la 'Semana de la bicicleta' y la riña entre los ciclistas y los habitantes de la calera.
Foto: Cancillería del Ecuador | Wikimedia Commons

Como les pasa a todos los ciclistas urbanos de la ciudad, alguna vez me invitaron a un ciclopaseo. Un amigo o, en su defecto, el amigo de un amigo, me promete una utopía: conocer la ciudad tranquilamente, apropiarme de mi localidad, perder el miedo de andar con los carros al lado, mejor dicho, todo.

Todas estas promesas resultaron siendo, en gran parte, una mentira. Creo que los ciclopaseos en Bogotá, entre otros fenómenos, se han encargado de mostrar la peor faceta de los ciclistas urbanos: la poca logística y la gran cantidad de desorden por parte de los asistentes convirtieron a estos eventos en un engendro que, por culpa de sus propios errores, detona el odio generalizado hacia nosotros.

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Es cierto: cuando uno va por primera vez a un evento de estos se siente identificado con un grupo. Pero, una vez las ruedas arrancan, moverse en bicicleta se vuelve algo rutinario y lento, un momento de la vida propicio para pensar muchas cosas:

1). Los ciclopaseos nunca se adaptaron para ser una expresión ciudadana que respalde al actual 8% de los bogotanos que se mueven en bicicleta a diario.

2). Los ciclopaseos no tienen mucha logística. Sus asistentes parecen gozar con gritar "péguelo" a grito herido —sin ni siquiera ir pegándolo— y bloqueando vías enteras solo por la adrenalina de bloquearlas.

3). Tal vez los ciclopaseos empoderan demasiado al ciclista, porque lo hacen sentir el machito de la vía, como cuando uno va a pelear en parche. Entonces, como hay respaldo, ahí si rompemos vidrios y encaramos.

La lista podría continuar.

Quiero aclarar algo que me parece lo más importante: cuando uno de estos ciclopaseos hace un cierre vial poco premeditado, poco controlado, basta ver la reacción de los primeros conductores a quienes los miembros del grupo les niegan el uso de la vía mientras les gritan: "la bicicleta es la alternativa". No es la manera, no se trata de eso y tenemos que entender que hay límites, nuestra libertad llega hasta donde empieza la del otro.

Si es una cuestión de símbolos, estamos tal vez usando el peor.

¿Cómo carajos pretenden que los conductores nos entiendan?

El día de ayer, martes 26 de septiembre, con motivo de la "Semana de la bicicleta", varios colectivos de la ciudad se unieron en un ciclopaseo rumbo al tradicional Alto de Patios, vía La Calera. Allá fueron sorprendidos, a la altura de la iglesia, por una amplia cantidad de residentes del sector, quienes no quieren más ciclistas transitando por el área. Es decir: no quieren ciclovía los domingos, no quieren restricciones viales en días de trabajo, no quieren vernos más.


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"Por eso es que los matan". Ese es el grito. Y si bien estoy absolutamente en contra de que nos digan eso, y no lo justifico, creo que algunas malas actitudes al menos sí lo explican. La frase la oí por primera vez en un ciclopaseo hace cuatro años, nos gritaron desde un carro que intentaba cruzar la marea de ciclistas que bloqueábamos la calle 53.

Amigos ciclistas: demos buen ejemplo. Hagamos, nosotros, las cosas bien.

Necesitamos eso a diario, en las calles, en las avenidas, en las ciclorrutas. Los ciclopaseos, como son, están mandados a recoger. Hay que reinventarnos. Por favor, les pido a sus organizadores que evolucionen, que no sean tan dogmáticos como para no imaginar una alternativa o aceptar sus errores, den el paso a nuevas maneras de expresión ciudadana, donde no sean necesarios grandes grupos de ciclistas bloqueando vías para mostrar que existimos.