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Música

Música para tu ansiedad futbolera: La guía Noisey para Rusia 2018 Vol. I

De Chaikovski a las Pussy Riot, ¿qué artistas rusos necesitas conocer si pretendes viajar a la Copa del Mundo?

¿Qué sabes sobre la cultura del país que organiza el próximo Mundial de Fútbol? Seguramente muchas cosas que viste en películas y documentales que no entendiste jamás, en memes que circulan por las redes sociales –oh, the millenials- y en artículos de Internet que dejaste de leer al segundo párrafo, como éste, que dejarás a continuación.

¿Pero qué sabemos concretamente, aquí en Latinoamérica sobre la música que producen y escuchan en aquel país? Más bien poco, ¿cierto? Y la verdad es que cuentan con tanta cantidad, calidad y diversidad que podríamos separar por género, por estilo, por época y, de todas formas, la lista sería interminable.

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Por eso, en cada uno de sus volúmenes esta guía será una piezza de puzzle en plan de ir trazando los principales hitos de la manera más abarcativa posible para que puedas meterte a hurgar en la Madre Rusia por donde más te guste. De lo que serán muchas más recomendaciones, vamos con las primeras siete y su por qué.

Bulat Okudzhava (Булат Окуджава)

Para entender a la música contemporánea de Rusia es fundamental conocer el contexto de su producción durante la época de la URSS, más concretamente la llamada Melodiya (inserte aquí truenos, 15 violines estrepitosos y la risa de Drácula). Desde 1919 y hasta pasada la primera mitad del siglo XX, en el territorio soviético no podía escucharse un sólo acorde que no estuviera distribuido bajo ese sello estatal.

Pero en los 60 cambió todo. Mientras comenzaron a ingresar de contrabando álbumes de The Beatles y de The Rolling Stones, en el plano local surgían voces independientes que debían resignarse a grabar y tocar en la clandestinidad, como el caso de Bulat Okudzhava.

Aunque jamás se metió con la política de forma directa en sus letras, lo que incomodaba de Okudzhava era la mirada triste que expresaba sobre la sociedad un hombre georgiano que llevaba sobre sus espaldas secuelas de la guerra, el asesinato de su padre y el aprisionamiento de su madre en tiempos de Stalin.

Autopercibido más como poeta que como músico –de hecho, su obra literaria es igual de extensa que la musical-, el interés de los intelectuales por sus canciones lo volvió popular y hasta fundó el término “ bardo” (бард), con el que se llamó a los cantautores rusos de la época.

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Mashina Vremeni (Машина времени)

Agitadas desde el hemisferio oeste por el fenómeno hippie, las primeras bandas de rock soviéticas se formaron hacia finales de los '60 y principios de los '70. Rock blusero, baladas sentimentales, las primeras guitarras con distorsión y los primeros solos de alto vuelo eran parte del versátil repertorio que ofrecían estos grupos con claras influencias de The Beatles, Bob Dylan, Jimmy Hendrix y compañía.

Quienes encabezaban esa escena eran los Mashina Vremeni, hoy leyendas vivientes que continúan en actividad como grupo y con fuerte influencia sobre las generaciones que les prosiguieron.

Pero ahora bien, ¿cómo era hacer música de hippies en un país socialista? El rock debe rebelarse ante algo, ¿no es así? Entonces, si en occidente la batalla era contra las desigualdades del sistema capitalista, en la URSS sería contra el férreo control que ejercía el gobierno sobre las libertades, por ejemplo, de los artistas.

Tal era así que Mashina Vremeni pudo editar legalmente su primer disco recién en 1978 con Melodiya, sobreviviendo casi una década por medio de recitales clandestinos. A partir de ahí, la banda se masificó aún más y se consagró como una de las fundadoras del rock ruso.

Alisa (Алиса)

Hablemos de música pesada de p*#@ una vez. Por su idiosincrasia tan aguerrida en tantos aspectos, no hay sociedad más apta que la rusa para expresarse por medio de la música pesada. Hasta su idioma pareciera determinarlo así.

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Pero esto no sucedió hasta ya comenzada la década del 80, con el hard rock de Alisa. Estos muchachos de Leningrado cargados de energía y descontento depositaron en tierra soviética la primera semilla del heavy metal y, principalmente, del punk ruso, siendo los primeros exponentes locales del fenómeno contracultural que ya era bien conocido en el Reino Unido y Estados Unidos.

A Alisa le tocó ser parte de la denominada “Edad de Oro” del rock ruso. Los ‘80 en Rusia fueron el auge de gran cantidad de bandas que las nuevas generaciones descontentas usaron como punta de lanza y que tuvieron una relación recíproca con la Perestroika. Desarrollaremos mucho más sobre esta etapa si te animas a checar el Vol. II cuando se nos ocurra hacerlo.

Splean (Сплин)

La importancia de analizar el nombre de una banda. Spleen, Splen, Spline o Esplín es un término que se esparció por toda Europa bajo diferentes acepciones. En Francia hace referencia a la melancolía, en Alemania está más asociado a la ira, en Inglaterra denota malestar; pero en todos los casos su uso se desarrolló en las épocas más críticas (peste negra, Revolución Industrial, guerras mundiales) para definir la angustia existencial.

Sabiendo esto y cambiando “ee” por “ea” en homenaje a Los Beatles, ¿existe mejor manera de anunciar que clase de música harás?

Allá por 1992, Francis Fukuyama anunciaba “el fin de la historia” tras terminarse la Guerra Fría y caerse la Unión Soviética. Pero en las generaciones más jóvenes el desencanto hacia ese nuevo “mundo feliz” llegó rápido. Así, lo que en Estados Unidos se llamó grunge, en Rusia se llamó Splean, y contó con una fuente de inspiración mucho más auténtica: una sociedad absolutamente partida y vacía.

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Esta banda formada en 1994 en San Petersburgo con Alexander Vasilyev a la cabeza, creció en las últimas dos décadas a partir de tomar elementos de los clásicos bardos rusos mezclado con el rock tradicional occidental, añadiéndole el sonido crudo del grunge.

Zveri (Звери)

Dejemos de lado la solemnidad del rock comprometido y avancemos sin saber muy bien a dónde, que el Nuevo Milenio llegó a Rusia de la mano de Zveri.

Al definir a un grupo como rockpunkpop ya todos sabemos más o menos de qué tratará, ¿verdad? Serás popular entre los jóvenes posmodernos y los rockeros viejos te criticarán por apropiarte de su música con letras vacías y emparentadas más a “lo comercial”.

La fórmula se repite en Rusia. El líder de Zveri, Roma Zver, canta sobre amores, desamores y banalidades de la vida actual, lejos del combativo rock ruso.

Si las letras no son problema para ti –y no lo son, porque no entiendes m&#%}@ de ruso-, puedes dedicarte a disfrutar la impecable producción musical que tiene Zveri, con un groove que mezcla elementos del funk y del jazz en muchos temas que te harán agitar la rodilla o zarandear la cabeza.

Recomendable para escuchar paseando de noche por ciudades céntricas e iluminadas, ya sea caminando, en el bus o en auto, como se ve en el video anterior.

Pussy Riot

Y dijo Jesús: “Nadie es profeta en su tierra”. Curiosamente, este versículo vino a hacerse realidad con un papel central de la Iglesia en el caso de las Pussy Riot.

Aunque musicalmente no aportaron demasiada brillantez, su presencia en esta selección no se debe a la música, claro está. La historia es bien conocida: en 2012, este colectivo artístico compuesto por unas 10 intelectuales activistas del feminismo ingresó a la Catedral de Cristo Salvador de Moscú y montó una performance rezándole a la virgen ser “salvadas” de Vladimir Putin al ritmo del punk rock.

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Esto les valió el arresto, enjuiciamiento y prisión a tres de sus integrantes y, por supuesto, la fama internacional por el pedido de libertad de parte de todos tus rockstars favoritos y estrellitas de Hollywood –ay sí, ellos son tan políticamente correctos-. Pero en Rusia no. En realidad, al pueblo ruso le importó tres c@&#*%$.

¿Qué sucedió? Su estilo de activismo es innovador, experimental, rupturista, radical, contracultural… debería ser un éxito. Pues los obstáculos de Pussy Riot en su terruño son tres: la sociedad rusa es en su mayoría conservadora, la cultura sigue siendo machista y Putin sigue siendo muy popular.

Piotr Chaikovski (Пётр Чайковский)

Pero antes de todo, existió Chaikovski. No sólo el compositor más grande de la música clásica rusa, sino también autor del ballet más famoso de la historia mundial: El Lago de los Cisnes (1877).

Te cuento que este genio compuso eso sólo con mirar por la ventana de su primer hogar, ubicado en el apacible pueblo de Vótkinsk, en los montes Urales, desde donde se veía un lago. Pero en realidad no es un lago, sino un embalse formado artificialmente por la Central Hidroeléctrica de Vótkinsk.

Así, inspirándose con casi mierda, Chaikovski supo llevar su talento a las sinfonías, concertos, óperas, música de cámara y piezas corales para la liturgia de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Hay que decir también que gracias a Melodiya -anteriormente nombrado como órgano del mal-, la belleza creada por este autor pudo difundirse con una gran calidad y autenticidad durante la primera etapa de la URSS.

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