El día que los hippies aprendieron a amar la granola
Woodstock. Billede af Derek Redmond

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Comida

El día que los hippies aprendieron a amar la granola

Todo comenzó en Woodstock o eso parece.
Alexis Ferenczi
Paris, FR
ER
traducido por Elvira Rosales

Este artículo apareció originalmente en MUNCHIES Francia.


Una mañana de agosto de 1969 en Woodstock, un hombre perseguía la respuesta a un problema singular: ¿Cómo alimentas a miles de asistentes hambrientos en un festival?

"Buenos días. Ordenamos el desayuno a la cama para 400,000".

La persona gritando a través del micrófono no era Joan Baez o Jimi Hendrix, sino Hugh Romney, más conocido por su apodo "Wavy Gravy". Era el líder de Hog Farm, una comuna hippie. Su declaración fue recibida con un aplauso generalizado y gritos de júbilo por parte de la multitud de asistentes realmente hambrientos que habían venido hasta Bethel, Nueva York.

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Imagina: estás en un festival musical con casi medio millón de personas. Apenas escuchas la música, porque estás a 10 kilómetros del escenario. Desde la distancia, todos los artistas parecen hormigas diminutas. Ya fumaste algunos porros y te acabaste las galletas que trajiste. Estabas convencido de encontrar comida en los locales, pero dichos sitios están vacíos. Estás a punto de tener un mal viaje.

Hoy en día, es imposible pensar en un festival musical sin comida: ¿Coachella sin ensaladas de kale? ¿Lollapalooza sin una sola papa a la francesa con parmesano?

El sábado 10 de junio en el Bois de Vincennes, el parque público más grande de París, We Love Green ofreció a sus asistentes una variedad de locales eventuales. Los restaurantes de moda en París y los antros más conocidos brindaron menús que apoyan el espíritu eco-responsable del evento.

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Cuando piensas en la comida de los festivales, Bertrand Grébaut, el chef ejecutivo de Septime, o Thierry Marx, el chef líder en gastronomía molecular de Francia, probablemente no son las primeras personas que vienen a la mente. Pero justo ellos son el cerebro detrás del aspecto culinario en We Love Green 2017.

Screenshot de la película 'Woodstock' de Micheal Wadleigh. Imagen cortesía de Warner Bros.

La Smithsonian Magazine también se interesó en lo que comían los chicos que fueron al festival en 1969, en un artículo titulado "Cómo alimentar a 400,000 Hippies Hambrientos". Woodstock no solo fueron "tres días de música y paz", como decía el manifiesto político en el apogeo del movimiento hippie.

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Woodstock también fue una historia sobre comida y esa historia comienza mucho antes del festival, cuando Michael Lang, co-organizador del evento, se dio cuenta de la magnitud de la tarea que tenía frente a sí mismo. "Al principio pensamos que localizar un vendedor de comida sería pan comido y que ganaríamos mucho dinero con esto. Pero resultó que las grandes compañías, como Restaurant Associates, que se encargaban de servir en estadios y arenas, no querían ocuparse de Woodstock. Ninguno había organizado servicios de comida para un evento de ese tamaño. No querían invertir el capital necesario para surtir una cantidad tan enorme de comida, cocinas y personal, además de la transportación", escribe en el libro The Road to Woodstock.

Otra captura de la película "Woodstock". Imagen cortesía de Warner Bros.

Mientras Lang esperaba 150,000 asistentes, un estimado de 500,000 se presentaron para bailar en el lodo y viajar con LSD. Mientras tanto, el festival había pedido ayuda a Food for Love, una organización liderada por tres chicos que no tenían experiencia alguna en la cocina. No es sorprendente que los puestos no estuvieran listos para el inicio del festival y que pronto estuvieran sobrecargados con los pedidos.

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Se diseñó un sistema de fichas para evitar problemas relacionados con el dinero, pero terminó sumergiendo a los hippies de Bethel, quienes solo llevaban efectivo, en un estado de profunda desesperación. Las filas eran demasiado largas y, debido a que las raciones se terminaron, los precios aumentaron. Lang recuerda que el precio de un hotdog pasó de $0.25 centavos a $1.00 dólar, fue el escándalo. La segunda noche del festival, unos cuantos asistentes particularmente molestos decidieron incendiar dos puestos de comida.

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Fue entonces que Romney intervino. Al día siguiente, micrófono en mano, anunció a la audiencia, "No serán huevos con carne, pero habrá buena comida y vamos a conseguirla para ustedes. Todos vamos a compartir. ¡Debemos estar en el cielo!" También tenía preparadas unas palabras para el vendedor de hamburguesas cuyo puesto cayó en llamas, y animó a los asistentes que "seguían creyendo que el capitalismo era extraño" que fueran a comprar las hamburguesas que habían quedado intactas.

Fotograma de "Woodstock" muestra a los asistentes al festival en un puesto de comida. Imagen cortesía de Warner Bros.

Romney y su comuna Hog Farm, cuyos servicios habían solicitado para ayudar, se organizaron con voluntarios para ofrecer arroz integral, verduras y sobre todo, granola. En el documental de VH1 Behind the Music: Woodstock, Romney considera que el festival es crucial en la historia de amor entre los hippies y la mezcla de cereales. "Nunca antes habían visto la granola y trajimos tazas en sacos de dormir".

Romney logró traer miles de tazones de granola para los chicos del festival, especialmente para quienes estaban muriendo de hambre para no perder su lugar hasta el frente del escenario. Según James E. Perone, autor de Woodstock: An Encyclopedia of the Music and Art Fair, los platillos vegetarianos y macrobióticos servidos en el lugar no eran agradables para todos.

"Los organizadores realizaron un llamamiento de emergencia por alimentos, pero los miembros de Hog Farm siempre han sostenido que nunca hubo falta de comida en Woodstock. Los asistentes simplemente no se molestaban en acercarse a esa zona, donde Hog Farmers había instalado su cocina".

Lo cual es muy malo, porque la granola se hubiese beneficiado de ese lugar protagónico después de que el festival concluyera. Y no es sorprendente, dado su estatus como platillos ecológicos y no industriales que los chicos de la contracultura podían acomodar en sus cocinas compartidas. "Para la década de 1970, la granola era toda una tendencia. Las grandes compañías como Kellogg's y General Mills se subieron al tren, produciendo cajas en masa con sus propias versiones del nuevo cereal", explica Libby O'Connell en The American Plate: A Culinary History in 100 Bites.

Cuando se corrió el rumor de la falta de alimentos, Romney no fue el único que actuó. Los pueblos cercanos también reunieron sándwiches, agua y productos enlatados para llevarlos al festival. La Smithsonian Magazine señala que incluso algunos alimentos fueron lanzados en paracaídas con un helicóptero del ejército. Alison Spiegel, periodista del Huffington Post y autora de Peace, Love and Granola: The Untold Story of the Food Shortage at Woodstock, entrevistó a varios asistentes al festival que tuvieron diferentes experiencias respecto a la comida. Aquellas conversaciones la llevaron a concluir: "El factor común es que todos recuerdan muy poco la comida excepto dos cosas: los alimentos se terminaban pronto y la gente compartía lo que tenía".

La filosofía de Woodstock de compartir, ser generosos, tener compasión, confiar y mantener una mente abierta corresponden con el estilo de vida de las personas que se reunieron ahí. Y al igual que la lluvia, el barro, las drogas y la música, la comida fue parte de la experiencia.