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Dos voluntarios españoles, encapuchados, en uno de los canales locales prorrusos de Donbás."Yo me enteré por Sergio y otros colegas, lo digo porque muchos piensan que esto pertenece a círculos comunistas y nuevos partidos y redes de reclutamiento [como sugiere la investigación judicial], pero no es verdad. No, no soy ni comunista, ni apoyo a Putin, ni a Rusia. Yo soy Sharp, skinhead y antirracista, y decidí irme allí para ayudar a la gente". Héctor es madrileño, tiene 27 años y estaba en paro cuando al pasado otoño decidió marcharse a Donbás. Cogió un avión a Moscú, otro a Rostov y allí le recibió "un contacto de las milicias", que le llevó en autobús hasta la "zona de guerra". Ha atravesado "pueblos fantasma de frente en frente" y ha visto "a familias acudiendo cada día a por alimentos y ropa a los hospitales" de Lugansk. Prefiere no hablar de armas ni actos de guerra concretos -"estamos dentro de una investigación judicial por esos detalles y, aunque en todo caso es imposible probar nada, no puedo hablar de ese tema"-. Lo que sí recuerda es "lo complicado que ha sido comunicarse" sin hablar una palabra de ruso, teniendo que recurrir al inglés "con casi todo el mundo". Como Sergio, Héctor pertenece a la Unidad 404, coordinada por el Esencia del Tiempo, un movimiento ultranacionalista ruso nostálgico de la URSS que busca restablecerla. "También estuve en la Brigada Continental y allí sí que había muchos franceses y serbios", recuerda Héctor.
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