Foto superior: Varios jóvenes a la puerta de la tienda londinense de Supreme. Foto: Jake LewisSon las once de la mañana del sábado y ya hay cerca de 200 personas haciendo cola frente a la puerta del londinense Dover Street Market. Entre ellas está Colin, que lleva allí desde las tres de la madrugada. Ocho horas esperando por una razón con nombre y apellido: Gosha Rubchinskiy."Gosha es uno de mis diseñadores favoritos", nos cuenta, haciendo referencia al ruso de 32 años responsable de que medio mundo de la moda esté obsesionado con la estética postsoviética. Nacido en Moscú, el diseñador crea sus prendas inspirándose y documentándose en la cultura juvenil de Rusia. "Siempre me ha gustado el deporte y los diseños de Gosha son muy de ese estilo", añade Colin. "Además, él mezcla skate, streetwear y alta costura".
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Pero a no ser que tus padres sean inmensamente ricos, mantener el ritmo de compra de las novedades no es tarea fácil. El mundo que han creado estos adolescentes demasiado obsesionados con las redes sociales resulta impresionante. Muchos de ellos ni siquiera tienen la edad legal para trabajar, por lo que deben buscarse la vida para conseguir el dinero. Los padres de Colin le compraron unas zapatillas Raf Simons Ozweego para su cumpleaños. Su coste en el mercado de segunda mano es de 174 euros (precio de venta: 275 euros). Un par de meses después vio una chaquete Supreme que le gustó, así que vendió las zapatillas y con lo que se sacó se compró la chaqueta. "Con el tiempo ganas cada vez más dinero, porque el valor de reventa de la ropa muy buscada supera el precio de venta normal, aunque la prenda haya sido usada", señaló Ed. Colin enfatiza mucho el hecho de que sus padres no le dieron dinero estas fiestas de Navidad porque ya se sacó un buen pellizco con la reventa y porque consideran que se está volviendo "demasiado materialista".
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Pero, ¿cómo se explica esa furor? ¿A los chavales realmente les gusta la moda? Se habla mucho de este tipo de fenómenos: gente que se lanza a la compra compulsiva de prendas de moda porque ES LO QUE MOLA. A un observador ajeno a todo esto le podría parecer que su interés es genuino: a Sophie no le molesta que digan que es una esclava de las tendencias, mientras que Colin incluso va más allá y tiene instituida su propia jerarquía. "No es por ofender, pero la mayoría de chicas de mi edad compran en Primark", afirma. El origen de su pasión por la ropa también resulta interesante. Colin descubrió la marca Supreme por sus amigos de más edad, a los que conoció en un skate park de su barrio. "Aunque yo patino como el culo, quería parecerme a la gente que lleva esa ropa porque mola mucho".
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