Esta iniciativa quiere convertir los pañales usados en árboles frutales
Dycle's first fruit trees. Photo courtesy of Aymi Mastuzaka.

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Esta iniciativa quiere convertir los pañales usados en árboles frutales

La compañía alemana Dycle, fundada por la artista Ayumi Matzusaka, quiere buscar una solución a los millones de pañales desechados mediante procesos de compostaje.

Una cálida tarde de verano en el jardín del Edén —del Café Edén mejor dicho, donde los abejorros zumban entre las flores silvestres, los manzanos bajo el sol están llenos de frutos brillantes y una mujer pequeña arrastra una rama gigante hacía una hoguera relumbrante— se lleva a cabo un taller de carbón vegetal con la artista e innovadora en iniciativas sociales Ayumi Matzusaka.

En sus trabajos, Matzusaka se inspira en el ciclo de nutrientes y en no desperdiciar los desechos. Espera aplicar esta teoría circular a la producción, el uso y reciclaje de pañales para su nueva iniciativa Dycle, cuyo objetivo es enfrentar el problema de desperdicios ocasionado por los pañales. Matzusaka señala que para cuando un niño tiene tres años de edad, habrá producido 500 kilos de pañales.

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La artista Ayumi Matzusaka, fundadora de Dycle con uno de los primeros árboles nacidos con terra preta. Foto de la autora.

Como parte de este plan para confrontar el desperdicio, Dycle lidera una pequeña comunidad en talleres como el de hoy, en donde muestran cómo hacer carbón vegetal —también llamado biochar—, un estimulante del suelo y un paso importante en el método antiguo para producir terra preta, también conocido como suelo negro o fértil. ¿Qué quiere Dycle que utilicemos para la producción de terra preta? Pañales de bebé usados.

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Terra preta hecha con deshechos de pañales y carbón vegetal.

"Comienzas con una cubeta y luego cubres con polvo de carbón vegetal y otros materiales orgánicos —restos de comida, granos de café o pañales usados— es lo mismo. Por ejemplo, hice un proyecto con mi cabello, mis uñas, el pasto, estiércol de vaca y de pollo", me cuenta Matzusaka. Llena la cubeta hasta el borde y espera cuatro semanas. Durante el tiempo de fermentación, los microorganismos se multiplican, entonces es momento de llamar a los gusanos para comer.

Las capas fermentadas en la cubeta se mezclan con el suelo, se oxigena y los gusanos comienzan a comer. La cantidad del tiempo que se necesita depende del material orgánico: para los restos de comida en condiciones de verano, la fermentación podría tardar dos meses; durante las temperaturas invernales de Alemania, podría tardar mucho más. Si el desecho humano —por ejemplo, pañales usados— es la materia orgánica, Matzusaka recomienda esperar durante un año. Explica que normalmente necesitas esperar dos o tres años si haces la composta normal en caliente, por razones de higiene. Para la terra preta, Matzusaka afirma que un año es suficiente debido a que los microorganismos, los hongos y las bacterias trabajan de forma intensiva en los materiales orgánicos.

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Los gusanos bien comidos son felices porque pueden ingerir microorganismos y entonces producirán, a su vez, seis veces más microorganismos en la etapa final del compostaje. Estos son esenciales para un suelo saludable, mientras que el carbón vegetal ayuda a retener nutrientes y puede ser usado para fortalecer la seguridad alimentaria en zonas con suelo mermado. Comparado con los alimentos cultivados en suelos poco productivos, "las frutas y verduras hace décadas eran mucho más ricas en vitaminas y minerales que las variedades que conseguimos hoy en día", según el Scientific American.

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Cubetas de Dycyle destinadas para hacer terra preta. Foto de Ayumi Matzusaka.

Actualmente Matzusaka invita a los padres con niños pequeños a participar en un ciclo cerrado de residuos y cultivo, el cual comienza al crear terra preta con composta a base de materiales orgánicos como restos de comida —o como Dycle espera, con pañales usados biodegradables—, carbón vegetal y bacterias naturales estimulantes en el proceso. Con suerte el carbón vegetal ayudará a neutralizar el olor mientras se genera la composta. La terra preta no debe confundirse con la composta o con un fertilizador común, dice Matzusaka. "No necesitas composta si utilizas terra preta. Hacemos substrato de terra preta, no composta".

Dycle está respaldado por Gunter Pauli, el fundador de Blue Economy (Economía azul), un modelo empresarial que anima a la sociedad a vivir de forma más sustentable, "para usar el residuo de un producto como el inicio de otro".

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Matzusaka por lo regular trabaja con científicos. "Tenía esta idea, '¿Puedo hacer mi propia tierra, personalizada?'" explica. "Contacté a científicos, al igual que me gusta hacerlo con mis proyectos artísticos, y descubrí la terra preta, un método prometedor con el que podemos producir suelo muy rico a partir de excreciones humanas". El equipo de Dycle incluye al Dr. Pieplow del Ministerio Federal Alemán del Medio Ambiente, al Ing. Geogr, a Kathrin Rößler y su equipo del jardín botánico de Berlín, así como al microbiólogo Prof. Dr. Michael Weiss.

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Matzusaka ha incorporado el desperdicio en sus trabajo artístico, por ejemplo en una cerveza hecha con orina humana. Foto de la autora.

Si Dycle puede persuadir a los padres de hacer rutina la reunión de los residuos de su cocina y dejarlos de forma regular en un punto de recolección, esperan convencerlos de hacer lo mismo con los pañales usados, ya que no representará un gran cambio. El círculo estará completo cuando la terra preta se use como suelo de cultivo para árboles frutales, con la esperanza de que la próxima generación, la cual originalmente contribuyó a crear los desperdicios, consuman esas frutas.

De regreso a la hoguera: el experto en terreno, Dr. Haiko Pieplow, está presente para dirigir el taller, explicando que esta vieja tradición ha sido utilizada durante milenios como un medio para mejorar el suelo de cultivo.

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"The Kon-Tiki", un horno de carbón vegetal. Foto de la autora.

Primero, recolectamos ramas y ramitas secas del área circundante. La madera se quema en una fogata, dentro de un horno para carbón vegetal en forma de cono, también llamada "The Kon-Tiki."

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Una pirámide de madera se erige con piezas más grandes en la base para evitar que los maderos más pequeños se caigan al fondo del horno. Se debe añadir madera adicional cuando comiencen a aparecer cenizas blancas sobre la madera.

La forma del horno es crucial, ya que ayuda a que el aire circule mientras la madera se quema, creando un vórtice que favorece el paso del aire a través de las capas de madera. Las flamas y ráfagas de las nuevas capas evitan que el aire alcance al carbón vegetal, que ya se ha creado y está asentado en el fuego. Cuando la carbonización está completa, se apaga la fogata con agua, limpiando las cenizas y el resto de carbón. Nuestro taller produce 80 litros de materia.

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Cenizas calientes sobrantes para crear carbón vegetal utilizado para encender un horno en el tambor de lavadora vieja. Foto por la autora.

Mientras el fuego arde en el horno, la temperatura alcanza los 600 grados celsius. Christian Schloh del equipo Dycle explica que por estar en Alemania, no se nos permite hacer fogatas en el jardín con motivos festivos. ¿Nuestra solución? Celebramos aprender acerca del carbón vegetal preparando hot cakes de frijol verde de Ayumi, sopa de miso, huevos fritos y pan tostado. Las cenizas calientes del horno se transfieren al tambor de una lavadora reciclada que funciona como fuente de calor para el wok. Para cocinar la sopa de miso, cavamos agujeros en el suelo y los rellenamos con cenizas calientes y colocamos más cenizas encima de la tapa. El Dr. Pieplow me cuenta que estas cenizas rondan los 200 grados celsius y que se mantienen lo suficientemente calientes como para cocer la sopa durante media hora.

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Huevos y hongos cocinados sobre las cenizas.

Los dieciocho asistentes comemos la sopa, todos pensando a ratos, Oye, podría hacer esto en casa. El carbón vegetal no es tan difícil.

Matzusaka ha incorporado los desechos en sus trabajos a lo largo de su carrera como artista, desde su trabajo Traces of Existence (Rastros de existencia) en 2002, en el cual pasó un año recogiendo 8,000 bolsas de té o "rastros de tiempo" de 80 casas, hasta su proyecto de 2010 All My Cycle (Todo mi ciclo), en cooperación con un centro de jardinería urbano de Berlín.

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Un banquete hecho con sobras durante la producción del carbon vegetal.

"Comencé el proyecto de ciclos de nutrientes como artista en 2010", me cuenta Matzusaka, "Recolecté 70 litros de mi orina y la transformé en tierra oscura —o terra preta— trabajando con el biólogo Dr. Juergen Reckin. Cultivé lechuga y verduras en el Prinzessinnengarten y luego comí mi ensalada, creada a partir de mi cuerpo".

Estos proyectos nos llevaron a Future Beer (Cerveza del Futuro), un método de producción de cerveza de Matzusaka comisionado para la exhibición Dortmund Neu Gold en 2015, en el cual recolectó orina para cultivar cebada. Matzusaka también dirigió el proyecto al mismo tiempo en Berlín, con la ayuda del Jardín Botánico Berlin-Dahlem y el plan de jardinería urbana local Prinzessingarten. Después de una cata con un grupo de artesanos expertos, Matzusaka recolectó 30 litros de orina de los participantes. En el Jardín Botánico, se regó una parcela con orina diluida y más adelante se cosechó y malteó, para ser infusionada y elaborar la Future Beer. Finalmente, para completar el círculo, la cerveza se sirvió a los contribuyentes originales.

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Matzusaka con su "Future Beer".

El mercado global de bebés podría valer hasta 70 mil millones de dólares para 2017 y la presión de los productores de pañales podría convertirse en un gran obstáculo para una iniciativa como Dycle. Sin embargo, Dycle no quiere producir pañales o atraer inversionistas, ni planea vender el terra preta o las frutas cosechadas de los árboles del futuro. Más bien Dycle está interesado en compañías que podrían invertir en el ciclo de pañales al comprar los árboles frutales o al participar en talleres de jardinería con empleados.

Es fundamental para Dycle que los padres se registren para la recolección de pañales, el primer grupo ya está cultivando en el vecindario de Pankow, el barrio más poblado de Berlín. La primera plantación de árboles frutales también está planeada para este noviembre en Berlín, usando la terra preta del proyecto piloto de Dycle con 20 familias y sus respectivos pañales usados. Dycle ya está trabajando con una compañía de pañales sustentables y está buscando más socios después de analizar cada pañal supuestamente compostable disponible en el mercado. ("Ninguno se descompuso completamente", me cuenta Matzusaka). La iniciativa también se asoció a la Comunidad de Apoyo Agrícola en Berlín, Food Assembly, donde los clientes recogen semanalmente productos del área local de Berlín. A través de Food Assembly, Dycle ha podido organizar la recaudación de restos de comida, para dar los primeros pasos de introducción al proceso de terra preta.

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