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El prodigio del tenis Duck Hee Lee ve su sordera como un arma, no como una discapacidad

Duck Hee Lee, de 16 años, es el tenista más prometedor de Corea del Sur en décadas. Y también es sordo.
Photo via Duck Hee Lee

Llegan los cuartos de final en el Open de Seúl y de repente se produce una explosión de actividad en las gradas, que hasta entonces habían estado escasamente pobladas. En la pista central se dispone a jugar el japonés Go Soeda, número 85 del mundo y segundo nipón mejor clasificado en la ATP —una presencia estelar para un torneo secundario como éste. El Open de Seúl es una extraña mezcla de jornaleros del tenis y jóvenes promesas, todos ellos esperando encadenar algunas victorias para mostrarse al mundo.

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La curiosidad de las gradas, no obstante, no se dirige a Soeda sino a su oponente, un chaval de 16 años con el pelo teñido y zapatillas deportivas fluorescentes. Su nombre es Duck Hee Lee y todos dicen que es el jugador más prometedor de Corea del Sur… y el mejor tenista de su edad del mundo.

A los 16 años, la mayoría de jugadores aún se plantean si cambiar la comodidad del circuito júnior por la salvaje competitividad del circuito profesional. Lee, en cambio, lleva dos años jugando con los mayores. Tras haber ganado cuatro títulos, el joven surcoreano está a un paso de colarse en el top-300 mundial. Y lo ha conseguido todo siendo totalmente sordo.

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"La gente describe la sordera como una discapacidad, pero a mí no me molesta: de hecho, la veo como mi mejor ventaja sobre los demás jugadores", cuenta Lee. "Es mi regalo especial, una característica que los demás jugadores no tienen. El público, los oponentes… no hay nada que me distraiga durante los partidos y puedo concentrarme mucho más en mi juego".

Viendo a Lee jugando contra Soeda, un tenista de 14 años más, el poder de jugar en silencio se aprecia en todo su esplendor. El joven surcoreano es totalmente impermeable a los aplausos del público o a las muestras de frustración de su rival. Lee termina perdiendo el partido en tres sets, pero está muy cerca de dar la sorpresa.

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"El mayor punto fuerte de Duck es su mente", apunta Danai Udomchoke, un veterano tenista tailandés que una vez alcanzó la tercera ronda del Open de Australia. "El chico es capaz de mantener la concentración durante largos periodos de tiempo, lo que significa que es extremadamente consistente. Entrena muy duro y es un luchador que nunca se da por vencido. No es fácil encontrar estas cualidades en alguien de su edad", explica.

Lee entrenando, solo, siempre en silencio. Foto vía Facebook.

Udomchoke y muchos otros observadores consideran que la madurez de Lee procede de su propio interior, del profundo deseo de que su discapacidad no se interponga en sus aspiraciones. A pesar de que los tenistas sordos nunca han tenido ninguna barrera a la hora de competir a nivel profesional, Lee es el único que realmente ha logrado hacerlo. La mayoría de los demás encuentran una dificultad insalvable en los problemas de cálculo y equilibrio que suelen ir relacionados con las deficiencias auditivas, y como resultado se han terminado organizando campeonatos únicamente para sordos. El primer Campeonato del Mundo de esta disciplina, de hecho, se celebrará en julio en el Reino Unido.

El 'timing' es uno de los componentes más importantes del tenis. La habilidad para conectar los golpes en el momento justo, a alta velocidad y con el mayor abanico de movimientos posible es lo que separa los profesionales de los amateurs. Cuando los tenistas son apenas niños, el 'timing' es lo que permite a los entrenadores discernir a los jóvenes con más talento. El sonido es crucial para el 'timing'; prácticamente todos los tenistas aprenden a calcular las distancias a partir del choque seco de la pelota contra la raqueta del contrario, un momento clave que les ayuda a juzgar la velocidad y la trayectoria del esférico y por consiguiente a decidir cómo reaccionar.

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Lee, sin embargo, jamás ha oído el sonido de una pelota en una raqueta: "Soy sordo de nacimiento, así que nunca me he parado a pensar en ello", explica. "Empecé a jugar a tenis solo, así que desarrollé mis propios métodos. Quizás no pueda oír la pelota, pero mi instinto me ayuda a predecir lo que va a ocurrir. Mi vista y mi propiocepción han sustituido mi oído. Puedo determinar cómo golpeará la pelota mi contrincante solo viéndolo, mirando cómo se prepara y la forma en la que pone el cuerpo. Mis ojos reemplazan mis orejas".

Lee tenía siete años cuando tocó una raqueta por primera vez. En ese mismo año se le diagnosticó la sordera: "Fui a un hospital y me hicieron una prueba de audición. Fue así como me di cuenta", explica con sencillez. Nunca se planteó, sin embargo, un trato especial: el primo de Lee es un antiguo tenista profesional y su familia insistió en que Duck haría deporte con o sin sordera.

De constitución delgada pero con manos rápidas, una gran habilidad para devolver pelotas complicadas y un servicio rápido como una bala, no pasó mucho tiempo hasta que los entrenadores coreanos se dieron cuenta del talento de Lee. Con apenas 8 años apareció en un partido de exhibición en Seúl junto a Rafa Nadal y Roger Federer, un recuerdo que Duck aún guarda hoy. A los 12, el jovencísimo tenista nacido en Chungcheong ganó el prestigioso torneo internacional júnior Eddie Herr en Florida, un evento que reúne a los mejores del mundo de cada franja de edad.

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A partir de entonces, Lee empezó a viajar por el mundo con un reducido equipo que incluía a su entrenador y a su agente. Su padre también se les une cuando puede. A los 14 años, Duck consiguió su primer punto en el ranking oficial en un pequeño torneo en Japón. Puede que se tratara de la categoría más baja del tenis masculino, pero el hito del prometedor coreano no pasó desapercibido para Nadal: el manacorí incluso felicitó al surcoreano por Twitter.

Había llegado la hora de que Lee se enfrentara a desafíos mayores. En los torneos profesionales más pequeños a veces no hay buenos árbitros o jueces de líneas disponibles; son los mismos jugadores quienes deciden si la pelota ha salido o no del campo. Debido a la incapacidad de Duck para oír lo que decíansus oponentes, algunos tenistas no resistieron la tentación de aprovecharse de la situación —especialmente en los momentos cruciales de los partidos.

"He tenido que aceptar que de vez en cuando algunos hacen trampas", dice Lee. "Aún ahora me ocurre de vez en cuando y me molesta bastante. Como no puedo oír lo que dice el otro jugador, tengo que confiar en que me indicarán si la pelota ha entrado o no con gestos. En algunos partidos, sin embargo, no me entero de cuál ha sido la decisión definitiva hasta el final".

Incluso cuando hay árbitros y jueces de línea, la comunicación en la pista puede ser un problema. Lee puede leer los labios de sus amigos, familia y entrenador con fluidez, pero como no oye los avisos de árbitros y rivales, muchas veces sigue jugando cuando el punto ya se ha acabado a menos que alguien le detenga con un gesto. Esto puede provocar confusión —especialmente en los partidos de dobles.

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"Fue una experiencia muy distinta a la que estoy habituado", recuerda Karunuday Singh, un tenista indio que hizo de pareja de Lee en un torneo en Sri Lanka hace unos meses. "Normalmente me gusta hablar mucho con mi compañero y discutir sobre táctica, pero en este caso no había posibilidad de dialogar. Usábamos signos con las manos para decidir hacia dónde sacábamos y cómo nos movíamos después. El equipo de Lee me enseñó a mover la boca para que él pudiera leerme los labios más fácilmente; eso no fue un problema. La parte complicada venía cuando había que interactuar con la pelota en juego. No fue sencillo, pero si alguien entrenara y jugara con él constantemente dejaría de ser tan complicado".

Singh, un tenista de 24 años que lleva en el 'tour' desde 2007, admite que la concentración de su rival le impresionó y que el soporte que recibía de su equipo le causó una cierta envidia.

"Jugar con Duck fue una buena forma de intentar entender su mente. Lee es capaz de canalizar su concentración enteramente en lo que ocurre en la pista", razona Singh. "Creo que su éxito a tan corta edad también tiene que ver con que no hay nada que le distraiga. Tiene un equipo de personas a su alrededor que le ayudan a comunicarse, entrenarse y mejorar día a día. Esto realmente le ha ayudado a maximizar su potencial. Pocos jugadores disponen de estas condiciones cuando empiezan a jugar".

El éxito de Lee a lo largo del último año le ha permitido soñar con emular a su amigo de la infancia, su compatriota Hyeon Chung, que a los 19 años ha logrado entrar en el top-100 mundial. Chung estuvo en el sorteo principal de Roland Garros y estará en el de Wimbledon. Udomchoke asegura que a Lee le queda mucho trabajo antes de llegar al mismo nivel.

"Ahora mismo Duck es el mejor tenista de 16 años del mundo, pero para empezar a ganar títulos menores y partidos en el Tour de la ATP aún le falta ser más agresivo y añadir más potencia a su juego", explica Udomchoke. "Lee es físicamente fuerte para su edad, pero necesita mejorar su saque y trabajar sus movimientos. Es bueno en el desplazamiento lateral, pero no tanto a la hora de subir a la red. Duck aún juega la mayoría de su tenis desde la línea de fondo, pero es joven, así que tiene mucho tiempo para seguir desarrollando su juego".

Las proezas de Lee están empezando a hacerle popular en su país. No obstante, aunque al coreano le gusta que la gente le considere inspirador por su capacidad para sobreponerse a la sordera, Duck aspira a que le valoren únicamente por sus éxitos en el tenis.

"No tengo la oportunidad de ir al colegio porque estoy compitiendo por todo el mundo y echo de menos a mis amigos, pero cuando los veo me tratan como a un estudiante de instituto corriente", asegura Lee. "Ellos no piensan en mi discapacidad, y como me tratan bien no tenemos problemas a la hora de comunicarnos".

"En el tenis pasa lo mismo. Quiero que me reconozcan por mis méritos y mis éxitos sobre la pista. No pienso en mi carrera como en una lucha para superar nada: simplemente doy siempre lo mejor de mí mismo".