Trabajadores sexuales nos cuentan cómo deberíamos tratarlos

FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

Trabajadores sexuales nos cuentan cómo deberíamos tratarlos

¿Puedes preguntarle a alguien que trabaja en la industria del sexo que te baje la tarifa por una mamada porque eres un cliente leal? ¿Y cuánto puedes toquetear cuando tienes una stripper medio desnuda moviendo el culo en tu regazo?

Con la excepción del desconsiderado gilipollas de turno, la mayoría de gente sabe cómo comportarse en las tiendas, en el peluquero o cuando cogen un taxi. Saben que no deben saltarse la cola, que hay que dar propina y que no se vomita en el asiento trasero. Pero hay mucha gente que no sabe cómo comportarse cuando visita a un trabajador sexual, o cuando estás borracho e intentando mantenerte recto en una silla mientras una stripper se contonea en tu regazo.

Publicidad

Teniendo en cuenta que los hombres y mujeres que trabajan en la industria del sexo ofrecen sus cuerpos, lo justo es que intentes ser educado y considerado. ¿Pero qué se puede hacer y qué no? ¿Puedes preguntarle a un trabajador sexual si te baja la tarifa por una mamada porque eres un cliente leal? ¿Y hasta qué punto puedes toquetear cuando tienes una stripper desnuda bailando en tu regazo?

Les he preguntado a una chica de compañía holandesa, una prostituta y dos strippers qué es lo que deberías hacer y lo que no cuando disfrutas de sus servicios.

Kevin Talle, 35 años, stripper durante 10 años

Al ser un stripper masculino, después de la actuación la gente dice con frecuencia: "¡Eh, ni siquiera te hemos visto la polla!". Pero el objetivo del striptease es la seducción, dejando las partes más excitantes a la imaginación. Creo que un espectáculo que entretenga es más importante, pero si lo que quieres es verme la polla, entonces te bailaré encima completamente desnudo y después me pondré la ropa inmediatamente.

Y no me contrates para avergonzar a nadie. Muchas veces me contratan como sorpresa para mujeres que no saben cómo reaccionar ante un striptease. Se quedan sentadas, claramente incómodas y con las manos en el aire. Por su mirada puedes decir que no lo están disfrutando. Y por supuesto, esa es la razón por la que sus amigos me contrataron en primer lugar: porque es divertido ver a la cumpleañera avergonzada por un tío que baila medio en pelotas. El tema es que intento hacer lo que puedo para que se sienta cómoda. Y la verdad, yo haré toda mi rutina y todo, pero es mucho más divertido cuando bailas para alguien que sonríe y está esperando impacientemente a que te acerques más.

Publicidad

Lo más importante es que te sumes y me agarres o me toques cuando te lo indico, pero hay un límite. El otro día estaba actuando para un grupo de señoras mayores. La mujer de la silla tendría unos sesenta y largos. Durante la actuación rebosaba de entusiasmo, y hacia el final me quedé de pie enfrente de su cara sonriente con nada más que una banderita cubriéndome el pene. Con la excitación, me cogió la polla y tiró de ella con fuerza. Me hizo mucho daño. Todo el grupo se reía y, después de coger aire yo también me reí, pero todavía me pregunto en qué coño estaría pensando.

¡¡Ñaca!! Ilustraciones de Ben van Brummelen

¡¡Ñaca!! Ilustraciones de Ben van Brummelen

Liv, 24, chica de compañía de lujo de Vialet EscortService

El otro día había quedado con un cliente nuevo en un hotel de Alemania. Decidimos ir a comer algo primero y, durante la cena, me dijo que estaba pasando por un divorcio, que su mujer no le había hecho una mamada desde hacía meses y que echaba de menos a sus hijos. Mientras hablábamos, me di cuenta de que sus uñas eran espantosas; pequeños muñones roídos que parecía que fueran a sangrar en cualquier momento. Durante la cena, en ocasiones incluso dejaba el tenedor para poder morderse las uñas. Al parecer se percató de que estaba mirando, porque me dijo que había empezado a mordérselas desde el divorcio. Después de volver a la habitación del hotel nos dimos un baño y me empezó a besar apasionadamente. Después de acostarnos, sentí algo duro y afilado en la boca. Lo escupí y joder, era un trozo de uña.

Lo que quiero decir es que la higiene es importante. No te conozco, así que asegúrate de que vas a la cita limpio y fresco. Es lo que yo hago, también.

Publicidad

Aparte de eso, una de las reglas más importantes es ponerse condón. Es increíble la cantidad de tíos que intentan saltarse esa norma. "Estoy limpio de verdad, me hicieron los análisis hace poco", dicen. No me jodas. Cortas el rollo y además, sabes con antelación que el sexo seguro es una de las condiciones de contratarme. Lo mismo al preguntar sobre mis datos personales. "Venga, puedes decirme tu nombre real, ¿verdad? ¿Me das tu número de teléfono para que te pueda llamar directamente?". No. Ser chica de compañía implica muchos riesgos, así que todos valoramos nuestra privacidad. Muchas veces me dan su tarjeta de negocios por si los quiero llamar. Siempre la cojo y la tiro a la basura cuando se han ido.

Michele, 34, ha trabajado de stripper durante 14 años

No te emborraches hasta que te caigas. Con frecuencia me llegan reservas de última hora de un grupo de tíos que quieren un striptease cerca de la una de la madrugada. Normalmente ya han bebido un montón, y tienen problemas para aguantarse rectos en las sillas. Muchas veces también intentan toquetearme, claro. En mi agencia, usamos nata y lociones con las que nos pueden masajear, así que no es que tocar esté estrictamente prohibido. Pero es la stripper quien decide cuándo, cómo y qué. Los clientes sobrios comprenden los límites, pero los borrachos normalmente se saltan las reglas.

Una regla muy simple pero importante es: ¡quédate en tu asiento! Los clientes muchas veces intentan levantarse y bailar conmigo. Lo hacen con buena intención, pero mi actuación se basa en ti. Tengo una coreografía entera para la música, así que si tengo que poner tu culo en la silla antes de poder seguir adelante, te cargas todo. Una vez estaba actuando para un tipo borracho que quería bailar conmigo, me cogió por la cintura y me elevó en el aire. A menudo uso cubitos de hielo en la actuación, y algunos de ellos habían caído al suelo y se habían empezado a fundir. Ya puedes suponer lo que pasó a continuación: el tío resbaló y caí contra el suelo. Y sí, si algo así me pasa, el espectáculo se acaba y voy a por mis cosas.

Publicidad

Molly, 26, ha trabajado de prostituta durante cuatro años

No seas el tío con el complejo de salvador. Hay dos tipos de cliente así. El primero es el cliente sobreprotector: quieren pasar media hora hablando contigo de tu vida personal y te hacen demasiadas preguntas personales, como si estás haciendo esto voluntariamente. Y entonces están los clientes a los que les gustas tanto que quieren salvarte de esa "vida horrorosa" que creen que llevas como trabajadora sexual. Ese tipo de clientes constantemente dice cosas como, "Pero eres muy bonita e inteligente, no necesitas hacer este trabajo" o, "¿No deberías buscarte un trabajo de verdad?". Es muy molesto porque significa que no me estás tomando en serio. Entiendo que es con buena intención, pero también es muy condescendiente. Soy una profesional y me tomo en serio mi trabajo.

Después están los que intentan "sobrepasar los límites", los tíos que siempre quieren más. "Ya hace un tiempo que nos conocemos, ¿no podemos hacerlo una vez sin condón?" o "¿Se puede negociar el precio?". Para mí eso hace que pierda la diversión. Antes siempre intentaba explicar amablemente y con calma que no es así cómo funcionan las cosas, y que mis reglas son pocas y claras. Excepto que nunca ha parecido funcionar, así que ahora le suelto inmediatamente un duro sermón a cualquiera que intente saltarse las normas.

Una de las preguntas más frecuentes que me hacen los clientes es: "¿Qué te gusta a ti?". Es muy dulce, pero no nos ayuda a ninguno de los dos. En primer lugar, en estas situaciones no se trata de qué me gusta a mí; y en segundo lugar, dudo que nos guste lo mismo. Por supuesto, parte de la excelente idea de que el sexo debería ser divertido para ambas partes, pero el sexo pagado es distinto. La gente normalmente tiene problemas con la idea de que deben relajarse y de que me centro en ellos completamente.

Lo mejor que puede hacer un cliente por mí es ser claro sobre lo que quiere. Muchas veces me tocan primerizos que están muy nerviosos, y no han aprendido jamás a hablar sobre sexo. Encuentran difícil articular lo que les gusta y lo que no, y qué les excita. Cuanto más me cuentes de lo que te gusta, mejor será nuestro encuentro.