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Música

Recordando a David Bowie, la leyenda de la música electrónica

Un artista que redefinió la relación entre el pop y lo avant-garde.

Estamos terriblemente acongojados por la muerte del artista, productor, actor y gigante cultural David Bowie, a los 69 años de edad. Sus redes sociales oficiales confirmaron su muerte el pasado 10 de enero, rodeado de sus familiares tras 18 meses de lucha contra el cáncer. La noticia fue luego confirmada cuando el hijo de Bowie, el director de cine Duncan Jones tuiteó: "Estoy muy triste y lamento decir que es verdad. Me desconectaré por un tiempo. Los quiero a todos".

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Aunque Bowie es conocido en gran medida como una estrella del pop y rock, no se debe olvidar cuanto se relacionó e influenció la música electrónica. Lo más memorable en este aspecto es su álbum de 1977, Low, la primera entrega de su "Berlin Trilogy", en la que se le vio trabajar de la mano de el conceptualista Brian Eno para introducir paisajes y ambientes electrónicos a su ya vasto repertorio, y creando puentes entre la música electrónica de vanguardia y el pop. Solo tienes que escuchar "Warszawa" para entender que tan poderosa era esta mezcla. El álbum completo fue construido con los amplios instrumentales post-rockeros de Eno y las composiciones de Bowie, haciendo un disco tan vulnerable como evocativo, distinto a todo lo que estos artistas habían lanzado antes. Otro disco que merece una mención es, claramente, Earthling de 1977, en el que vemos que Bowie utiliza el drum n' bass y la música industrial como inspiración. Ruidos y cacofonías agitadas habrían sido una movida audaz para cualquier artista, pero mucho más para uno que llevaba varias décadas de carrera.

Escuchando Blackstar, lanzado pocos días antes de su muerte, es claro que su dedicación por romper estas barreras seguía siendo una pieza central de su trabajo, si no es por los ritmos traqueteantes, es entonces por los increíbles sintetizadores que conspiran a la perfección con sus desgarradores vocales. Con sus cualidades desgastadas y de ensueño, el último track del álbum, "I Can't Give Everything Away" es el testamento final de un artista que le entregó tanto a la música electrónica con la audacia de su producción y el alma extraña que colocó en el corazón de todo.