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VICE World News

México pretende desplegar un gasoducto por todo el oeste de Texas

El gasoducto de Trans-Pecos atravesará la región del Big Bend en el oeste de Texas y transportará más de 280.000 metros cúbicos de gas al día hasta México.
Imagen Sasha Von Oldershausen

Un gasoducto de gas natural tiene a los residentes de la región biológicamente próspera del Big Bend de Texas echando humo y abiertos en canal.

El gasoducto de Trans-Pecos se deslizará durante 230 kilómetros a través de una tubería de un metro de diámetro que recorrerá el lejano oeste de Texas, una región proverbialmente conocida por su inmaculado y espectacular paisaje desierto, y desembocará en mitad del Río Grande. Una vez allí, conectará con un conducto en el lado mexicano del río que se extiende hasta el interior del país. Una vez esté completada, el gasoducto transportará casi 4 millones de centímetros cúbicos de gas natural al día.

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La Comisión Federal de Electricidad de México (CFE) seleccionó a un consorcio de compañías, entre las que se cuenta la texana Energy Transfer Partners (ETP), para construir el gasoducto.

"Existen infinidad de preocupaciones", afirmó David Keller, un representante de la Alianza Conservacionista de Big Bend (BBCA). "El gasoducto es solo el principio de más infraestructura. Y va provocar que el perfil de la industria del petróleo y del gas afluya al paisaje".

La región de Trans-Pecos es conocida por su vigoroso aunque frágil desértico ecosistema, que atrae a alrededor de 300.000 visitantes al parque nacional de Big Bend al año.

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Más allá del impacto medioambiental del oleoducto, los residentes de la zona han inundado las reuniones con el ayuntamiento y el condado de preocupaciones sobre la seguridad pública. La ruta propuesta para el gasoducto discurre paralela a la ciudad de Alpine y a través de muchos de los ranchos privados que hay en la zona.

Los equipos de evaluación de riesgos de los alrededores del oeste de Texas son, en su mayoría, voluntarios, necesitados de recursos y muy precariamente equipados para lidiar con una potencial explosión de gas.

Precisamente la semana pasada, una tubería de gas natural instalada por ETP, se quebró en el sudeste de Texas y desató un fuego que podía ser avistado desde 30 kilómetros de distancia, según informa Associated Press.

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Lisa Dillinger, portavoz de ETP declaró a VICE News que la compañía estaba investigando las causas del accidente.

"Presentamos los informes del accidente ante [agencias de regulación estatales] y también están colaborando con ellas en sus investigaciones sobre las causas del incidente. No tendremos más información sobre las causas hasta que la investigación se complete", dijo.

En una reciente reunión celebrada en la ciudad de Alpine, los vecinos de Sunny Glen — un barrio con una sola carretera para entrar y para salir — proclamaron sus preocupaciones sobre los planes en caso de accidente.

"Solo llevo en Sunny Glen siete años y ya nos quedamos atrapados una vez debido a un accidente de tren", afirmó Scott Wasserman. "No había forma de salir".

Claro que puede tratarse de la clásica situación en que las preocupaciones se expresan tarde y mal.

La CFE anunció sus planes en junio del año pasado. Sin embargo, muchos de los habitantes del oeste de Texas no supieron nada de la propuesta hasta mitad de marzo, cuando, aquellos cuyas residencias estaban en el trayecto planeado para el gasoducto, empezaron a recibir cartas en las que se les pedía permiso para llevar a cabo grandes inspecciones en sus propiedades.

Para cuando los ciudadanos contrarios a la construcción del gasoducto se organizaron para celebrar su primera reunión, una parcela de 23 acres de tierra había sido ya despejada por la ETP para ser empleada como depósito de material. El envío de tuberías empezó a llegar poco después.

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En las últimas semanas la BBCA y la compañía radicada en Washington Earthworks han unido esfuerzos para organizar una campaña en contra del gasoducto y suministrar apoyo legal a los propietarios cuyas residencias están en mitad de la ruta diseñada. Sin embargo, se enfrentan a un adversario extremadamente rico e influyente. ETP es una de las 500 compañías incluidas en la prestigiosa lista de la revista Fortune, un ranking de las empresas más ricas del mundo. Además, juega un papel muy activo en la política de Texas. La compañía ha invertido casi 1 millón de dólares en financiar su campaña a lo largo de los últimos ocho años. Y por si fuera poco, el gobernador republicano de Texas, Rick Perry, es uno de los miembros de su junta directiva.

A pesar de que el gasoducto atraviese la frontera entre Estados Unidos y México, ETP proclama que se trata de un proyecto doméstico. Lo cual significa que está bajo la autoridad de la Comisión Ferroviaria de Texas y no requiere la aprobación del departamento de Estado de Estados Unidos, a diferencia de lo que sucede con el oleoducto de Keystone XL, que transportará crudo desde Alberta, Canadá, hasta las refinerías petrolíferas situadas a lo largo del golfo de México, en Texas.

La compañía tendrá que obtener un permiso a través de la Comisión Regulatoria de Energía Federal (FERC), para el pequeño tramo de conducto que pasa por debajo de Río Grande. Sin embargo, según un representante de la FERC, se trata de un procedimiento rutinario y no es aplicable al resto de 230 kilómetros de oleoducto.

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"Hemos evaluado el pedazo de gasoducto que queda en la frontera y está limitado, como sucede normalmente, a unos cuantos centenares de metros. Nos encargaremos de que sea instalado como debe y de que funcione correctamente", aseguraron desde la agencia Gordon Wagner. Nuestra tasación de las instalaciones en la frontera no incluye una estimación de los potenciales efectos adversos del gasoducto interestatal y no jurisdiccional que traerá el gas hasta la frontera".

A falta de la estimación federal, el gasoducto pertenece a la jurisdicción de la Comisión Ferroviaria de Texas. Es improbable que sus detractores puedan interponer restricciones a la ruta del gasoducto.

"[ETP] ha construido cientos de miles de gasoductos subterráneos en este país y entendemos que todo esto forma parte del proceso de proponer y construir un gasoducto", declaró Dillinger a VICE News. "Seguimos con ganas de continuar trabajando con los propietarios, la ciudad y los funcionarios estatales, las agencias reguladoras y con quien sea necesario mientras el proyecto se sigue desarrollando".

Está programado que el gasoducto empiece a recibir envíos a partir de 2017.

Coynee Gibson, un ingeniero que había trabajado previamente en el sector del petróleo y del gas, ha unido fuerzas con la BBCA.

"No pretendo decir que se trate de una lucha fácil, pues estaremos peleando contra billonarios que tienen montones de abogados, de dinero y de tiempo. Pero tienen una fecha límite y un límite en sus bolsillos" dijo. "Y se lo podemos poner muy difícil".

Sigue a Sasha Von Oldershausen en Twitter: @sashavono

Fotos de Sasha Von Oldershausen