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Comida

Es 2016, ¿dónde está la comida encapsulada?

En 1983, durante la Feria Internacional de Chicago, la gente hacía especulaciones acerca de la píldora que reemplazaría la comida. Nos quedamos sin patinetas voladoras, pero ¿y nuestras pastillas sabor espagueti a la boloñesa?
Foto von 27147 via Flickr

Alguien tiene que preguntarle a los inventores y futuristas más famosos del mundo, ¿qué sucedió con la idea de transformar la comida en pastillas?

Ya sea que hablemos de los Supersónicos y sus pastillas, The Martian Chronicles de Ray Bradbury o el musical de ciencia ficción Just Imagine, nuestra cultura está plagada con la idea de que alguna pastilla minúscula y sintética reemplace los alimentos. Incluso el tecnófobo Tolkien creó una súper comida ficticia, Lembas, que es inquietantemente parecida al concepto de la comida en pastillas. Y solo porque Roald Dahl escogió el chicle como medio de expresión en Willy Wonka no significa que no puedas considerarlo innovador también.

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Pero en 1983, durante la Feria Internacional de Chicago, la gente escribía y hacía especulaciones acerca de la píldora que reemplazaría la comida convencional. En ese entonces, una de las menciones más explícitas de una pastilla de comida surgió de la famosa abogada Mary Elizabeth Lease, quien respondió el llamado de la American Press Association sobre ciertas predicciones para un futuro distinto en 1993: la visión de un mundo en el que las pastillas finalmente librarían a las mujeres del peso de los deberes en la cocina.

Lease predijo que 1993 traería "en forma condensada la esencia de la tierra, la fuerza de vida o el germen encontrado en el corazón del maíz, el grano de trigo y el delicioso jugo de las frutas. Un pequeño frasco con la vitalidad del vientre fértil de la madre Tierra le proporcionará subsistencia a un ser humano durante días. Y por ende los problemas relacionados con la comida y cocinar quedarán resueltos".

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Un año después de aquella declaración, en una entrevista titulada "Foods in the Year 2000" (Alimentos en el Año 2000), el químico francés Marcellin Berthelot hizo una predicción similar describiendo un futuro lleno de tabletas; suponía que éstas podrían "satisfacer sensaciones epicúreas en el futuro" y serían química y nutricionalmente equivalentes a la comida. (Tuvo la precaución de hablar de manera extensa acerca de la posibilidad de una carne generada en laboratorios, pero esa historia la dejaremos para otro día).

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Entonces, ya que es 2016 y la idea de una patineta voladora ha sido mancillada por incontables skaters, ¿dónde demonios están las pastillas de comida que nos prometieron?

Parece ser que el problema es que no es científicamente posible en este momento envasar toda la energía y nutrientes que una comida aporta en una sola pastilla. Como Wired señala, una sola pastilla con tanta capacidad "violaría las leyes de la física". Una persona promedio requiere al menos 2,000 calorías de comida al día, tanto los carbohidratos como las proteínas aportan cuatro calorías por gramo, mientras que las grasas ofrecen nueve calorías por gramo. Según esa cantidad, 2,000 calorías en grasa pura —el consumo más denso de calorías posible—, requeriría que una persona consumiera casi 450 pastillas de tamaño normal al día, el equivalente a 250 gramos de tabletas. Ah, y eso sin tomar en cuenta el resto de nutrientes que el cuerpo requiere para sobrevivir.

Dejando las posibilidades científicas de lado, también debe considerarse el factor de seguridad alimentaria para entender mejor por qué no tenemos comida sintética hoy en día. Si bien la seguridad alimentaria global es un tema crítico importante debido al crecimiento de la población mundial, hablando en términos históricos, actualmente vivimos una era estable sin precedentes, misma que hace cientos de años hubiese sido inimaginable. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura declaró en un reporte, a principios de este año, que el consumo de pescado per cápita había alcanzado un alza nunca antes vista. ¿Quién tiene tiempo de extrañar una píldora que equivaldría a tres días de vida cuando hay acceso casi ilimitado e inmediato a la comida en casi todo el mundo?

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Asimismo está el papel que la comida juega en nuestra vida cotidiana y todas las facetas de los medios y la comunicación. La petición de Mary Elizabeth Lease por un "frasco pequeño" que pudiera "proporcionar sustento durante días" y que lograra la liberación de las mujeres no es congruente con la era del food porn y las celebridades de la gastronomía actuales. Es necesario un impulso mucho más agresivo a favor de los adelantos científicos y tecnológicos para crear una pastilla que reemplace la comida, si la gran mayoría de la gente no está encantada con la idea de abandonar la cocina.

Tal vez hay un destello de esperanza en el horizonte incierto. En 2010, un grupo de investigadores del Institute of Food Research en Norwich, Inglaterra dijo haber desarrollado tecnología que les permitía multiplicar el sabor que unas cápsulas microscópicas liberarían, uno por uno, en intervalos diferentes. No ha habido mucha comunicación referente al proyecto desde entonces, pero es agradable saber que alguien en el mundo sigue soñando.

Todo esto para decir que si bien quizá haya un día en que las píldoras de comida coexistan en concordancia con los valores de la humanidad y se consiga su creación y aceptación mundial, hasta ese día los científicos que odian la comida convencional deberán conformarse con las creaciones ficticias de las películas.

Al menos la banalidad aplastante del mundo real no puede arrebatarnos la esperanza de un futuro lleno de pastillas.

Cada día de esta semana, MUNCHIES explorará el futuro de la comida en el planeta Tierra, desde la carne de laboratorio y transgénicos modificados, hasta el estado precario de nuestros océanos. Acompáñanos aquí.