​¿¿¿¿Les importa a los aficionados cómo se llame el estadio de su Club?
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el futbol moderno y su vacío

​¿¿¿¿Les importa a los aficionados cómo se llame el estadio de su Club?

Pensarás que los fans del futbol británico odiarían los nombres de los estadios con patrocinadores. Pero resulta que no están tan jodidos con eso.

Este texto fue publicado originalmente en VICE Sports Reino Unido.

El futbol es un negocio y todos lo saben. Hubo un tiempo en que su verdadera naturaleza fue escondida de sus fans, un sucio secreto que los papás no podían decirle a sus hijos. Pero ahora que está en todas partes lo presumen, se vanaglorian en trajes costosos con billetes de £50 metidos en las bolsas. Los fans miran, sin poder creerlo, ni aceptar ni condenar la naturaleza verdadera del futbol.

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Un ejemplo son los derechos para nombrar estadios. Puede que sea un tema controversial. Los nombres de los estadios están ligados a la historia de un club, remontándose a los gigantes del pasado que jugaban en canchas deshechas por el mismo salario que un albañil. Uno pensaría que la re evangelización de un estadio a manos de una engreída marca estadounidense fuera vista como un sacrilegio.

Los fans son mucho más pragmáticos. Pocos darían abiertamente la bienvenida al nombre de un patrocinador sobre la entrada de su estadio, pero la mayoría lo aceptaría como parte importante del futbol moderno.

Después de todo es un negocio.

El fenómeno de ponerle nombre de patrocinadores a los estadios empezó a tomar forma en Gran Bretaña a mediados de los noventa, cuando hubo un incremento en el número de equipos que abandonaron sus anticuadas regulaciones victorianas por lujosos domos corporativos con más capacidad. Era esencial pero financieramente insostenible, así que buscaron ayuda de compañías estables para pagar, otorgando los derechos de nombre. Así es como obtuvimos Bolton Wanderers jugando en el Reebook, el McAlpine de Huddersfield Town, y Stoke en el Britannia. Muchos más siguen el mismo camino.

Renombrar un inmueble existente fue el siguiente paso. En 2005, York City vendió los derechos de nombre comercial de sus casa, Bootham Crescent, al gigante Nestlè. El resultado fue el entretenido KitKat Crescent.

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"Creo que el sentimiento predominante entre los fans del City fue de pena ajena cuando el Bootham Crescent se convirtió en el KitKat Crescent," explica Frank Ormston, presidente de York Minstermen, un grupo de aficionados que recauda fondos.

"La mayoría aceptó el trato como una necesidad dolorosa. El club necesitaba el dinero y parecía posible que los patrocinadores podían haber aligerado la carga para un nuevo estadio; una posibilidad que no llegó a nada.

"Con un nuevo estadio, al fin, en el horizonte, muchos fans del City se dan cuenta que un acuerdo más de derechos de nombre es inevitable. Como será un estadio compartido, la elección del patrocinador no será del City, así que estamos cruzando los dedos para que nos toque la opción menos vergonzosa."

Mientras más equipos adquieren nuevos inmuebles, los números de estadios con nombre de sponsors continúan incrementándose. En 2011, Bright & Hove Albion se mudó a un estadio con 20,000 asientos (desde entonces ha subido a 30,000). Originalmente conocido como "Falmer Stadium", un acuerdo hizo que se le renombrara "American Express Community Stadium", o "The Amex". A pesar de los esfuerzos para mantener el nombre, The Amex se ha convertido en el nombre estándar.

De todos modos a los fans de Brighton no les importó. American Express es el empleador del sector privado más grande en Brighton & Hove, y por un tiempo existió la noción de que cuando se trata de nombrar al nuevo lugar ellos serían los indicados para hacerlo y que paagarían por un nuevo y lujoso estadio para que reemplazara los campos de la escuela en donde el club había jugado por una década. Ya mejor de una vez ¿no?

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Hay una aceptación similar entre fans de clubs más grandes. Los fans de Manchester City no se quejaron del Etihad cuando ganaron la liga, mientras que los fans de Arsenal no hacen corajes cuando van al Emirates si eso implica ver a Alexis Sánchez jugar. De los clubs que permanecen es sus estadios antiguos, se rumora que Chelsea está buscando un acuerdo para renombrar el estadio Stamford Bridge, la casa del club por más de un siglo.

"Estamos perdiendo millones al año comparados con Arsenal y Man United por nuestra mediocre capacidad," explica Patrick, poseedor de un abono por más de 30 años. "El problema es el costo estratosférico para el replanteamiento de nuestro lugar.

"Los fans se pondrán furiosos si simplemente ponemos el nombre de un patrocinador en el inmueble. Pero la mayoría acepta que si el estadio tiene que ser renombrado "Qatar Stamford Bridge", será triste pero necesario, y nosotros podremos quedarnos en el Bridge, mucho mejor que mudarse a Sibneft Arena, sólo Dios sabe dónde queda eso."

Desde luego, no todos están contentos. Hubo disgusto cuando Newcastle United cambió temporalmente el nombre de St James' Park en consideración de la firma Sports Direct del dueño Mike Ashley, aunque en este caso se trató de un esquema para hacer dinero, sin ninguna promesa de destinar fondos para el club. Los fans de Newcastle odian a Ashley. ¿Seguirían igual de enojados si Alan Shearer comprara el club y lo renombrara La Arena de Ale Oscura de Newcastle?

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Se siente como si toda la gente estuviera feliz con el cambio. Se leen los nombres de los patrocinadores en la TV, los equipos tienen menos deudas de qué preocuparse, y los fans tienen un estadio nuevecito y lujoso que tal vez carezca de atmósfera, pero se compensa con seguridad y comodidad.

Pero no dura. Los acuerdos de derechos de nombre comercial caducan, ocasionando nuevos contratos. Leicester City jugó en Filbert Street por más de un siglo antes de mudarse a un estadio nuevo que sería nombrado por la compañía local Walkers Crisps en 2002. Al principio, se le conocería como Walkers Bowl después de que todo el departamento de marketing se olvidara colectivamente que lo estadounidense es una abominación para los fans británicos de futbol. Fue subsecuentemente nombrado Walkers Stadium —igual de chafa pero de una forma británica— antes de que Leicester fuera relegado a la segunda división.

Pero cuando regresaron a la Premier League la temporada pasada, el Walkers Stadium ya no estaba. El equipo ahora jugaba en King Power Stadium. Los derechos habían cambiado de dueño para la temporada 2011-12 después de la venta del equipo a King Power Group.

De nuevo, los fans no se aburren. Walkers fue aceptado porque era un patrocinador de playeras y una compañía local de antaño. King Power pertenece al dueño del club Vichai Raksriaksorn, quien es una figura popular entre los fans de Leicester. Tal y como dice Richard, un seguidor de muchos años: "Nos convirtieron en un negocio de sonido, con el equipo jugando un futbol atractivo en la Premier League. "The King Power" está de la chingada, pero lo justifico al pensar que al menos tiene algo de resonancia con la identidad del club —aunque sea corporativa— lo cual es todo lo que puedes esperar de los nombres de estadios hoy en día."

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Amigos, asegúrense de que salgan todos esos lindos logos corporativos. Foto por PA Images

Pero por más resignados y contentos que estén los fans, no puedes evadir el hecho de que el nombre del estadio significa mucho menos de lo que significaba antes.

Leicester no es el único ejemplo. La casa de Bolton ahora es Marcron Stadium, no el Reebok; el McAlpine de Hudderssfield se convirtió en el Galpharm y ahora es el John Smiths Stadium; el Dean Court de Bournemouth, que había sido el Seward Stadium, es ahora el Goldsands (al menos ofrece el potencial para un cántico inspirado en Pavement).

El futbol británico está experimentando la primera ola de nombres de estadios de segunda generación, pero en unos 15 o 20 años se habrá convertido en la norma. ¿Seguirán usando el nombre del patrocinador después de que el dinero se haya ido? Para ese entonces, es probable que los fans le llamen "el lugar" porque es algo que siempre será: arraigado a la tierra, inmovible, y aún vagamente sagrado.

Pero también lo harán porque no les importa nada de esto. Han aceptado que el futbol es un negocio, y cuando no se interesan, es fácil ser apático.

No todo es malo. Como fans de futbol estamos dispuestos a tolerar insultos menores para asegurar que nuestros clubs sigan existiendo en 30 años y que nuestros hijos vean el mismo equipo, ya sea en un partido de la Champions League o en uno local sufriendo para evitar las deudas. Sí, hemos perdido nuestra inocencia, pero tenía que pasar tarde o temprano. Somos consumistas, bebemos cerveza por £6 que sabe a mierda en el medio tiempo sin siquiera tener la energía para quejarnos. Y cuando volteamos y vemos el gigantesco logo de McDonalds colgado donde solía estar el reloj de cien años, suspiramos y esperamos que los próximos 45 minutos de futbol sean decentes porque es todo lo que vale la pena.