“Me gusta hacer fotografías para el futuro”: platicamos con un fotógrafo de Shibari
Fotografía por Paulina Munive.

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Modo sexo

“Me gusta hacer fotografías para el futuro”: platicamos con un fotógrafo de Shibari

El inherente erotismo de los nudos y ataduras orientales presenta una profunda realidad estética que Erick, "El Kriminal Decente", desenmascara.

Artículo publicado por VICE México.

Una serie de cuerdas rojas se acomodan cuidadosamente sobre la cama de Erick, El Kriminal Decente, rigger de Shibari profesional —arte erótico oriental consistente en atar a tu pareja, buscando la esteticidad de poses, nudos y encuadres—, cuando abre la puerta de su estudio. Mientras llega su modelo, Reyna, quien será suspendida del techo de su cuarto, Erick platica con emoción cómo él encuentra una unión íntima entre la esteticidad de los nudos que hace, su trabajo como fotógrafo de fantasía, el erotismo y en qué puntos se desligan. De manera patente, tanto en su trabajo como en su forma de hablar, se vislumbra una persona que, con tacto y humildad, se acerca a un oficio que ha llegado a dominar.

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Las fotografías —en su gran mayoría tomadas dentro de su estudio de 5x5— reclaman la sabiduría de conocer que la libertad radica en las ataduras a las que nos sometemos voluntariamente, y que los límites del espacio únicamente son concordantes con los límites de la imaginación del artista. Lejos de orientar la conversación a la experiencia de su mundo alterno con nudos, caricias y, a veces, golpes, Erick invita a entrar con amabilidad a prácticas atípicas tanto en la fotografía como en la sexualidad, sin pregonar los prejuicios o temores que uno pueda tener al enfrentarse a él.

Fotografía por Paulina Munive. Erick prepara a Reyna para ser suspendida de cabeza desde el techo de su estudio.

Leslie. Fotografía por Erick.

“Quiero que la gente vea mis cuerdas. Cómo están construidas y delicadamente puesta cada una en su lugar”, me comenta Erick. “Si tomas a una persona que te parece atractiva o linda, y le pides que se quite la ropa o se ponga lencería, automáticamente, eso, convierte la fotografía en un foco de atención. Llegan los likes y shares. El reto para mí es que la gente se de cuenta de que mis cuerdas tienen un papel específico, una amalgama entre la chica y las mismas cuerdas”. El ejercicio de Erick, por consiguiente, se vuelve también creativo al diseñar escenarios y sacarle lo más posible a su reducido espacio de trabajo, creando una temática que rebasa el campo de lo pornográfico para entrar al misticismo erótico tan característico de las prácticas estéticas orientales.

Dentro de su trabajo, como rigger y fotógrafo, existe una búsqueda que lo tiñe curiosamente con la atemporalidad. El juego de nudos, por su mera naturaleza, tiene un carácter temporal inscrito en sí, la fotografía a su vez apunta hacia un futuro incierto sobre cómo las modelos verán el trabajo del que formaron parte en algún punto de su vida. “Yo tengo una frase bien payasa, pero me gusta mucho. Digo que me gusta hacer fotografía para el futuro”, dice Erick mientras me muestra su archivo de fotos en un celular. “Todas las modelos con las que trabajo normalmente tienen entre 23 y 35 años, yo aspiro a que en el futuro, hablando dentro de 10 o 20 años, estas chicas que ya no son adolescentes o jóvenes adultos, se encuentren con un reflejo de lo que pensaban o hicieron cuando llevaron a cabo estas fotos. Mi idea central es causar cualquier cosa menos vergüenza, que no digan: "¿por qué hice esto?, era joven y estúpida", sino que les guste y se sientan orgullosas del trabajo que hicimos”.

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Fotografía por Paulina Munive.

Fotografía por Erick.

No es fácil tomar fotos de Shibari, Paulina, nuestra fotógrafa, batalla con la luz y la composición para lograr el enofque deseado cuando Reyna aparece en la escena y se prepara para ser suspendida del techo por primera vez. “La cuestión ya a nivel fotográfico es mucho más compleja. Normalmente, en una fotografía típica puedes pedirle al modelo que mueva la cabeza, los pies, su postura o su gesto, esto inmediatamente se vuelve imposible porque precisamente el Shibari busca inmovilizar tu cuerpo. Es un dragón de tres cabezas”, declara sin titubear. “Por un lado está la cuestión del movimiento, en otro: el ser innovador con los nudos y amarres, y el tercero: cambiar las cosas siempre en cuanto al juego entre el modelo, el set y la práctica del Shibari”.

Las fotografías de Erick no se desprenden de la estética oriental, lo que hacen es tergiversarla y llevarla a un reino nunca esperado de fantasía mística y surrealismo íntimo, oscuro y sorprendente. “Con mis fotos pasan dos cosas: a nivel personal, me gusta siempre recordar lo que me dijo una profesora: ‘esto es un arma’, refiriéndose a la cámara. Y pues sí, lo es. Un arma terrible, además, no se llama disparo nada más porque sí. Si yo le disparo a alguien, con un arma de fuego o con una cámara, puedo llegar a hacerle mucho daño. Algunas veces, cuando llega una modelo, no saben cómo quieren que sea y solamente tienen la noción de fotos eróticas o semi-eróticas, ahí es cuando se vuelve importante cuidar y guardar su dignidad como persona y no como elemento fotográfico. Ahorita podría no importarle, pero quién sabe qué pensarán en un futuro. Me gusta tener mucho cuidado para no mostrar demasiado, evitando genitales. Ahora, en el aspecto más social de mis fotos, nunca es mi intención incentivar el morbo de nadie. Solamente quiero despertar un sentimiento que lo lleve a pensar sobre belleza, no en agresión, sino en un simple ‘qué bonita está’, sin importar de qué tipo de comunidad, religión o pensamiento pertenezcas”.

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Fotografía por Erick. Erick usa palillos chinos con ligas como una forma de BDSM en los pezones.

Erick me muestra cómo funciona el mecanismo de las ligas, probándolas con mis dedos.

Después de platicar durante un par de horas, Reyna ya se encuentra lista para ser suspendida. Erick procede a practicar su oficio con la visión de un artista perdido y enfocado en lo que quiere lograr. Pone tres aros en el techo a través del tubo de bambú que se fija sobre la cabecera y empieza a unir con leves instrucciones a dirigir a Reyna. “¿Quieres de cabeza?”, le pregunta tímidamente y Reyna mueve su cabeza, cercana a estar inmovilizada por completo, para decir que sí. El resultado se explica por sí sólo: todos los nudos cumplen su función y ante mis ojos veo el nacimiento de una escultura viviente. El Shibari, aunque es una estética temporal, termina siendo un recuerdo indeleble inmortalizado por la fotografía.

Puedes ver más fotografías de Erick, abajo:

Morrigan.

Karla.

Honey.

Bunny.

Bien y mal.

Elena.


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