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Música

Conoce a Nakadia, la próxima gran estrella del techno en Tailandia

"En el pasado, hasta aceptaba peticiones del público."
All photos courtesy of the artist.

Nakadia Mungphanklang a veces vuela por múltiples países en un día, pero la más prominente DJ y productora de techno en Tailandia creció sin agua potable, ni tornamesas. "Mis amigos y yo solíamos ir de picnic a los campos de arroz," comenta la artista en una temblorosa conexión de Skype desde una villa privada cerca de Chaweng Beach, Tailandia. "Era emocionante poder salir, pero incluso entonces, nunca nos alejamos más de unos minutos de la villa." Al noreste del país, junto a las fronteras de Laos y Camboya, la región donde vive Nakadia es una de las más grandes del país e históricamente una de las más pobres. A pesar del lento avance de la industrialización, los arrozales de color verde jade siguen siendo la principal fuente de ingresos para muchos en la región. La mayoria de los locales son forzados a escoger entre ganarse la vida vendiendo cultivos magros y migrar a Bangkok para apoyar a sus familias. Una vez en la capital, la gente del noreste con su piel obscura y sus dialectos, a menudo se enfrenta a los prejuicios de la élite rica del país.

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Nada de esto molesta a Nakadia, quien describe su infancia en la tranquila villa de Khonburi como algo feliz. Los días se pasaban consiguiendo agua y en competencias de bicicleta por lodosos caminos, usualmente dejando a sus amigos literalmente en el polvo. Desde una temprana edad, como pasa con muchos, la música fue una forma de escape.

"Mi hermano me compró un ghetto blaster cuando tenía 14," comenta. "Solía sentarme fuera de la casa a tocar música para los vecinos." Vestida con una simple remera, aún está emocionada de haber tocado dos shows con el icono alemán, Sven Väth, en las islas de Phuket y Koh Samui, ambas a cientos de millas de donde ella comenzó. Ella hace muecas al recordar sus primeros pasos amateur como DJ: "Incluso aceptaba peticiones del público."

Nakadia en vivo en Ámsterdam. Fotos cortesía de la artista.

Ser la dueña de la única gran bocina del pueblo puso mucha atención sobre ella en Khonburi. Amigos, miembros de familia y extraños se reunían para cantar sus canciones favoritas. Era un extraño recurso de sanuk, un concepto Thia que usualmente se traduce como "diversión", pero va más profundo que eso, enfatizando la importancia de buscar la alegría en la vida a pesar de las circunstancias.

"No vi un club nocturno hasta que cumplí 15," recuerda. Luchando para salir de un pequeño pueblo, se mudó a un departamento con otras seis chicas en las cercanías de la ciudad de Korat. Durante el día, se enseñó a hablar Inglés mientras trabajaba en un café internet; en la noche, salía a buscar la vida nocturna o a llevarla a casa con ella. "En esos días, sólo nuestro departamento tenía acceso a la azotea, así que dábamos fiestas ahí," comenta. "Tocabamos cintas de cassette y bailábamos y bebíamos un terrible whiskey Thia. Nadie escuchaba música occidental. Pensabamos que eramos cool por ser diferentes."

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La primera probada de techno de Nakadia llegó en un brumoso nightclub en Frankfurt en el 2002. Había ido a Alemania para un concierto de modelado, y cayó rendida por el profundo y oscuro sonido extranjero. "Era una fiesta de Marusha [productora alemana]," recuerda. "Dejó una impresión en mí el ver a una mujer famosa como DJ. Al siguiente día, fuí a la tienda de discos y compré dos vinilos."

Desde entonces, Nakadia estaba segura de que quería ser DJ, sólo que no estaba segura de cómo hacerlo.

"No tenía tornamesas," comenta. "No tenía a nadie que me enseñara." Tras rogarle a un club en Korat que la dejara usar sus tornamesas durante el día para poder desarrollar su conocimiento, Nakadia se dio cuenta de que tenía que sumergirse en el techno para entenderlo. Decidió encontrar una forma de regresar a Europa. Sebastian Lehmann, un amigo que realizó cuando salió de club y que se convertiría en su manager, se dio cuenta de su carisma cuando la conoció en su primer viaje a Alemania. La invitó de vuelta por tres meses y tras conectarla con una agencia de DJs, convenció a una universidad técnica en Braunschweig de que la dejara practicar con el equipo. A lo largo del verano del 2003, afinó su técnica siete días a la semana, tomando descansos sólo para comer, dormir y escuchar a los profesionales mezclar.

"Hice mucho ruido. Creo que [el staff de la universidad] estaba feliz cuando me iba," comenta mientras ríe. Para el final de la temporada, la agencia estaba suficientemente impresionada con sus habilidades técnicas para ponerla frente a un público de 2,500 personas. Pero mientras los dueños alemanes decidieron contratarla una segunda ocasión, su regreso a casa fue menos que emocionante. Los DJs internacionales, principalmente hombres, gobiernan la vida nocturna de Tailandia, tocando mayormente hip-hop y funky house. Para una DJ mujer como Nakadia era duro encajar con los chicos del club; que ella viniera de la región menos opulenta del país tampoco ayudaba.

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"En esos días no había DJs mujeres," comenta. "Todos se rieron de mí al principio." A pesar de la resistencia inicial, ella logró hacer aparecer en una fiesta para 150 personas en Koh Samui ese año, con una condición: "Ellos dijeron, 'puedes tocar, pero no tocarás para nadie', sólo estaba el staff. Yo dije, 'no me importa.' Así que toqué este set con progressive muy profundo. Y les gustó, así que dijeron, 'ok, la próxima vez puedes tocar para el público."

"Muchos dueños de clubes y promotores de vacaciones me vieron," comenta. "Esa noche conseguí una fecha en Corea del Sur." El show fue seguido rápidamente por espacios en Nepal, India, Malasia y Filipinas. En el 2004, fue de gira por 15 países y puso su mirada en Europa, eventualmente regresando a Berlín definitivamente para el 2010.

La casa espiritual del techno puede ser un lugar ideal, pero Nakadia sigue siendo orgullosa de su país de origen y sus raíces Isaan. Para los tailandeses, ella es la extraña músico del país que logró reconocimiento global; su credibilidad en varios lados le ha dado caché, incluso cuando los gustos musicales locales se inclinan por lo más mainstream. El EDM domina actualmente las cabinas en Bangkok, pero el crecimiento internacional de Nakadia la a ayudado a generar un creciente interés en el techno. Fotografías de su bandera roja, blanca y azul decorando el escenario son puestas en muchas tiendas de Khonburi, comenta.

Estos días, su nombre aparece junto a titanes del género en los clubs como Watergate en Berlín; D-Edge en Sao Paulo y Sankeys y Ushuaïa en Ibiza. Sus sets artísticamente construidos han alcanzado a públicos de casi 30 países durante el pasado año, incluyendo 11 en un particular tour en agosto. Su gran ética de trabajo le ha conseguido fans y amigos en grandes lugares, incluyendo contratos con Sven Väth, una gran figura de la escena techno desde hace más de 30 años, y con el renombrado DJ y productor alemán, Timo Maas. Con 28 contrataciones en festivales para el 2016 y un próximo EP en Get Physical a punto de llegar, los próximos meses llevarán a esta chica de un pequeño pueblo a una próxima estrella de los principales eventos.

"A veces la gente pasa por la casa de mi mamá y dice, 'hey, vi a tu hija en la TV'," comenta. De lo más destacado de los pasados años, ella recuerda que lo más significativo fue el mostrarle a su familia lo que hace para ganarse la vida. "Llevé a mi madre a Koh Samui para que me viera tocar," comenta. "Ella nunca se había subido a un avión y fue un sueño para ella."

Si un viaje en avión parecía inalcanzable, los logros de su hija probaron lo contrario. Nakadia nunca ha rehuido al trabajo que se requiere para alcanzar sus sueños, sin importar lo imposible que parezca. Más allá de una historia de éxito, su vida es más de una década de disciplina. Incluso enfrentando un brutal horario de viajes, sus niveles de energía no decaen cuando está actuando o en el estudio. Es su ética de trabajo, junto con finura técnica y verdadera pasión por la música, la que la ha llevado de una quieta villa a donde está hoy.

"Amo mi trabajo," comenta, mostrando una larga sonrisa. "Puedo comer y dormir en el avión, pero cuando veo la pista llena de gente, se me quita el cansancio."