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El Culto: Chris Eubank

La entrada más reciente de El Culto presenta al divisivo boxeador británico cuyas peleas contra Nigel Ben atrajeron enormes audiencias en televisión.
Illustration by Dan Evans

__Esta semana "El Culto" presenta al divisivo boxeador británico cuyas peleas con Nigel Ben atrajeron enormes audiencias en televisión. Puedes (de hecho deberías) leer las entradas __previasde la columna aquí.

Grado de Culto: El Otro Intolerable

En octubre de 1993, Chris Eubank enfrentó a Nigel Benn en una pelea de unificación por el título de peso súper mediano. En los días en que el boxeo se había desvanecido detrás del método de transmisiones de Sky Sports, y por ente en la oscuridad, su pelea en el estadio Old Trafford fue un momento significativo en la historia británica del deporte. Más de 42 mil la vieron en vivo, mientras que 16 millones de espectadores la vieron en televisión. Es un cuarto de la población británica, una figura inimaginable para una pelea de box hoy en día. En el siglo 21, solo las presentaciones de Inglaterra en la Copa Mundial lograban una atención similar.

Siendo un niño de siete años, quería que ganara Benn. Obviamente. El boxeador originario de Ilford era la opción del pueblo; había perdido una decisión controversial ante Eubank tres años antes y era su oportunidad de redimirse. No era tímido, pero parecía tener un estilo más adecuado a 'lo que debía ser un boxeador'. Además, Benn respetaba el juego de las peleas.

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El contraste entre los dos era enorme. El apodo de Benn era "Dark Destroyer", apropiadamente ruinoso, mientras que Eubank era "Simplemente el Mejor", que hasta un chico de siete años sabía que era una canción de Tina Turner. Benn parecía despiadado pero profesional; Eubank subía al ring impaciente y caminaba con las fosas nasales dilatadas, mirando al público con una expresión pétrea, aparentemente conociendo todo sobre el deporte.

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Eubank era el meticulosamente autodenominado villano, un dandi extrañamente caricaturesco lleno de grandilocuencia que parloteaba mierda pseudo-intelectual y ridiculizaba el deporte que lo había millonario. También había sido manchado por su pelea en 1991 contra Michael Watson, misma que había visto al oponente de Eubank sufriendo daño neurológico permanente. La pelea fue una de las mejores de Eubank—de alguna manera se remontó después de una presentación dominante de Watson para tumbar a su oponente en el onceavo asalto y ganarla en el round 12—pero lo manchó. Las lesiones de Watson luego fueron consideradas culpa del British Boxing Board of Control, pero el ya poco popular Eubank se llevó la peor parte de la ira del público.

Así que para un niño aún no consiente de que el bien y el mal simplemente son tonos del mismo color, era obvio quien debía ganar.

Pero, más de veinte años después, elijo a Eubank; su presentación tiene sentido. Y, en un panorama deportivo que cada vez tiene menos personajes genuinos, buenos o malos, se extraña su presencia.

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Lo que despreciaba de él entonces es lo que me atrae tanto ahora: la rebelión de Eubank contra su propio deporte, contra los hombres que controlan el dinero en el box que para él explotaban a los boxeadores, parece una arrogancia menos irritable y una cruzada más justificada. También estaba su personaje. Eubank se vestía como un caballero inglés, vestido en tweed y pantalones de montar, bombín y monóculo. También hablaba como uno, con una ceceo de la clase alta.

La verdad es que Eubank había emergido de un pasado difícil que la mayoría de nosotros nunca conoceremos. Fue criado en Peckham al sureste de Londres, luego se mudó a Nueva York para vivir en el Bronx, donde eligió el boxeo como su camino a la autodestrucción.

Eubank se alejó de su base de seguidores de la clase trabajadora al imitar a la sección privilegiada de la sociedad, grupo que nunca lo aceptaría. Se convirtió en un marginado y lo ayudó a convertirse en una gran atracción en taquilla. Que lo haya hecho al son de Tina Turner ahora parece extrañamente apropiado.

Punto de Entrada: Medio

Como boxeador, Eubank era bueno, no genial. Un buen europeo, sí, con una barbilla extremadamente fuerte y la habilidad de atraer fanáticos, pero no al nivel de Roy Jones Jr., o James Toney.

Pero era bueno para las taquillas. Con el estilo extraño y los comentarios tenía la habilidad de demostrar sus palabras en el ring. Podía noquear personas—tal vez no a los mejores boxeadores, pero véanlo tumbando a Reginaldo dos Santos en diez segundos, por la pose que adopta al final como por el mismo golpe.

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Antes de la pelea contra Watson era un hombre peligroso aunque lo que ocurrió aquella noche en el White Hart Lane sin duda mitigó su instinto finalizador.

La grandilocuencia era una parte del acto. Para un Eubank más sincero, escúchenlo hablar en los arranques de conversación que los entrevistadores podían conseguir después de una pelea…después de su primer enfrentamiento con Benn en 1990, por ejemplo. Agotado por la batalla de nueve rounds, con los ojos hinchados y batallando para respirar, se puede notar el acento del sur de Londres y su manera de expresarse. "Me pegó con todo, hombre. Karen, lo logré; papá, lo logré". Este era Eubank dejando el personaje. Era Chris Eubank.

El estilo de caballero inglés también era parte del acto. "Es confuso por algo que luce caucásico, o inglés. Por eso es tan divertido", explicó después. Esto sin mencionar su debilidad por mencionar citas de Shakespeare, o el camión de 18 ruedas que conducía por Brighton.

Lo que le llamaba la atención a la gente dentro del deporte era la declaración de Eubank sobre que el boxeo era un "deporte de babosos". Dijo que estaba ahí para hacer dinero, y salirse. Lo llamó "bárbaro", una postura que muchos fuera del deporte compartían después de lo que le sucedió a Michael Watson (y a Gerald McClellan, quien sufrió lesiones aún peores que las del inglés, después de una pelea contra Benn en 1995).

Ciertamente no lo hizo popular entre los fans de las peleas. Pero el comportamiento de Eubank también lo expuso a una reacción negativa aún más siniestra. Recuerden que su éxito llegó contra la tensión racial en las ciudades británicas—la segunda pelea contra Benn llegó seis meses después que Stephen Lawrence fuese asesinado en Londres. Sin duda el Reino Unido no estaba en paz con su población de color a inicios de los 90, con gran parte del país creyendo que la población de color necesitaba conocer su lugar.

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Frank Bruno fue programado para entrar en este estereotipo. Payaseaba, se hacía el tonto, peligroso en el ring pero inofensivo fuera del mismo.

Pero Eubank, el artista extremadamente confiado declarando que su deporte era explotador y bárbaro; desafiando costumbres, una imagen intransigente y casi homoerótica. Representaba al "otro intolerable", un hombre de color poderoso que se veía a sí mismo como igual a sus contemporáneos caucásicos, quien no hacía lo que le decían sino que se oponía a las normas.

Y entonces cuando Eubank se presentaba frente al público, con las fosas nasales dilatadas, mirando en silencio a toda una audiencia que lo abucheaba y aplaudía a su oponente, no era bravuconería: intencional o no, era un poderoso "vete a la mierda" para aquellos que creían que un hombre de color debía caer en la conformidad.

El Momento

Para un pequeño acercamiento de lo grande que era el box a inicios de los 90, aquí están Eubank y Benn firmando el contrato de su primera pelea en vivo en ITV. Sin pelear —al menos de manera física— sino simplemente poniendo sus nombres en un pedazo de papel. Puedes sentir el odio entre ambos, con Eubank negándose a mirar a Benn a lo largo del video. Con razón tantas personas sintonizaron para verlos pelear.

Palabras finales

"Mis colegas y los críticos dirán que estuve genial. No creo que así fuera. Era pura actuación". Chris Eubank.

Texto: @jim_weeks / Ilustración: @dandraws