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Boston Red Sox

Con David Price, los Red Sox están en otro nivel

Los Boston Red Sox han construido un gran equipo que aspire a la Serie Mundial gracias al desarrollo de jugadores y a través de contrataciones inteligentes
Photo by Kim Klement-USA TODAY Sports

Si prestaron atención aunque sea un poco, estaban preparados para esto. En el que tal vez fue el momento más previsible de la temporada muerta del béisbol, segundos después de que David Price firmara un contrato por siete años y $217 millones con los Red Sox de Boston, el internet explotó con horrendos titulares como "El vendido Price". No fue algo bonito.

Si bien la molestia era predecible, el fichaje de Price por los Red Sox no lo fue. Tan sólo hace un año, los Sox habían renunciado a pitchers de 30 años como agentes libres y a contratos de $100 millones. Los Red Sox lo demostraron al dejar ir dos veces al as Jon Lester, primero al intercambiarlo en 2014, y después al fracasar para traerlo de vuelta a Boston como agente libre en la temporada siguiente. Sin embargo, "fracaso" no es la palabra indicada —lo único que hicieron los Red Sox fue poner el precio y no cambiar de opinión—. Pudieron haber fichado a Jon Lester; de seguro tenían el dinero, pero no quisieron hacerlo.

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Y con todo ello, David Pricey el contrato más caro de la historia para un pitcher en agencia libre son propiedad de los Red Sox de Boston. De seguro hubo más de uno que se levantó con un dolor de cabeza insoportable.

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La razón por la cual Boston no fichó a Lester es que no lo necesitaban. De todas formas, Lester iba a cumplir 31 años y entregarle un contrato a un pitcher de una edad avanzada significaba una pérdida de dinero. Un equipo astuto podía ganar sin tomar ese tipo de riesgos, y los Red Sox se creyeron un equipo astuto; hasta tenían estudios que lo comprobaban y esas cosas. Así que Boston reemplazó a Lester y a su compañero John Lackey por cuatro chicos quienes, como se vio, obtuvieron menos Victorias por Encima del Reemplazo (WAR por sus siglas en inglés) que Lester en 2015.

Les voy a contar el final. Entonces los Red Sox terminaron últimos por segundo año consecutivo; el fin. Ese fue el final.

El plan de los Red Sox, un plan conformado por otros planes más pequeños pero no menos intrigantes, todos ellos inteligentes y sutiles, había fallado. Como dice Mike Tyson, todos tienen un plan hasta que reciben un golpe en la boca. Los Red Sox recibieron dicho golpe y de repente todo en lo que creían se esfumó.

Y así es como la confianza que en esencia había mantenido al equipo funcionando desde 2002 y conseguido tres Series Mundiales —incluyendo una hace dos años— fue bruscamente desechado por la borda. Sus ideas sobre cómo vencer el mercado, de cómo encontrar buenas ligas mayores, y de lo que significa un riesgo inteligente, también fueron botadas. En su lugar llegó Dave Dombrowski, un gentil habitante de la región central estadounidense quien se acerca a la formación de equipos de la forma en que Sherman se acerca a Atlanta. El código Dombrowski es este: encuentra lo que quieres, investiga cuánto cuesta, y págalo. Después vete a cenar. De preferencia en un lugar agradable, tal vez donde haya palitos de pan infinitos.

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Si eres suficientemente bueno para lanzar la pelota, te quedas con todo el dinero. Foto por Denny Medley-USA TODAY Sports

La primera pista se dio cuando Dombrowski intercambió cuatro prospectos, entre ellos dos altamente clasificados, a los Padres por Craig Kimbrel, quien es, y debería ser resaltado, un relevista. El internet jadeó, y el mundo pelotero satirizó la transferencia, pero ahora Kimbrel está con los Red Sox y, si podemos creerle a las cifras, le está yendo muy bien. La transacción de Price fue incluso menos complicada. La estrategia de negocios de Dombrowski parece ser una sonrisa, preguntar "¿Cuánto?" y, por último, cuando el otro equipo termine de hablar, responder "Está bien."

En otras palabras, los días en que los Red Sox intentaban encontrar ineficiencias en el marcado se han acabado, y cagarse sobre el concepto de ineficiencia de mercado es la nueva incompetencia. Se dieron por vencidos al tratar de ganarle al mercado, al menos cuando se trata de talento de primera. Intentan ganar, y no hay premio de postemporada por llegar en primer lugar bajo el encabezado "Dólares por WAR."

La clave para esta estrategia, si es que la podemos llamar así, es asumir el riesgo. El riesgo que conlleva entregar contratos de siete años con valor mayor a los $200 millones es grande. Si las cosas salen mal —digamos, si Price se lesiona— los Red Sox van a pagar un montón de dinero por recibir a cambio muy poco. El equipo lo sabe, y evidentemente cree que dicho final es mejor que la muerte por cortaduras de papel. O, menos metafórico, es mejor que darle a Rick Porcello $100 millones porque tal vez valga $140 millones en un año o más, o también mejor que pagarle $10 millones a Justin Masterson porque puede que no resulte un pitcher cualquiera. Cuando reconoces el talento, cuando el verdadero talento se muestra por sí mismo, pagas por él. Es como se hacen las cosas en Estados Unidos —mejor dicho, la forma en que Dombrowski lo hace, y ahora también los Red Sox—.

No es sutil. No es ingenioso. Estrictamente hablando, no es tan inteligente. Comprar a los mejores agentes libres por mucho dinero no es intelectualmente impresionante. Pero puede ser efectivo, en especial cuando dichos agentes libres son muy, muy buenos. David Price, en caso de que hayas sido incapaz de juzgar por el contrato que acaba de recibir, es demasiado bueno. Por ende, es lógico que los Red Sox sean mucho mejores la próxima campaña y la que le sigue. El hecho que no le haya costado a su equipo la primera selección en el draft, y que provenga y, por ende, debilite al rival de división, Toronto, son solo pequeños caramelos que el banco te da después de un préstamo de un millón de dólares.

Hay poco glamur en la adquisición de David Price. Es un excelente pitcher y dueño de un curioso perro, pero es un mercenario, un instrumento. Ahora los Red Sox son mejores de lo que habrían sido si no le hubieran ofrecido $217 millones. A veces, este tipo de cosas no suelen ser tan complicadas. Sabes, siempre y cuando estés dispuesto a pagar el precio.