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La pesadilla inmobiliaria

La pesadilla inmobiliaria del mes: vive en un búnker de 25m por casi 500 euros

El peor sitio posible para despertarte con resaca, un lugar con un suelo que podría matarte.
Pesadilla inmobiliaria

'La pesadilla inmobiliaria del mes' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Un espacio (¿piso?; ¿estudio?; ¿cárcel?) de 25 m² con el suelo metálico desde el que no se puede percibir el exterior.
¿Dónde está?: Se encuentra en el barrio de La Salut de Barcelona, rodeado por Gràcia y el Parc Güell, las dos cosas menos interesantes de la ciudad. El barrio está repleto de cuestas por lo que caminar por allí es un infierno. La verdad es que hace años que no paso por ahí y no sé cómo estará ahora, puede que incluso sea todo un enorme y frondoso bosque lleno de osos y serpientes.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Aparte de entretenerte indicando a los turistas dónde está el Parc Güell, creo que por ahí cerca están los Blokes Fantasma, una casa okupa en la que hacen —o hacían— conciertos de hardcore y punk bastante finos.
A todo esto, ¿cuánto cuesta?: Cada mes tendrás que pagar 478 euros pero a tus colegas les dirás que te cuesta 150 euros al mes y que es "una jodida ganga" porque te dará vergüenza decir la verdad.

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Esta sería la "amplia sala" de la que presumen

En un mundo normal se entiende que uno no tiene por qué verse obligado a vivir dentro de estos 25 m². Si en esta realidad el orden se mantiene, este espacio debería mantenerse inhabitado.

AHORA BIEN, si en algún momento estallase la Tercera Guerra Mundial o hubiese una invasión de monos portadores de una temible enfermedad mortal podría incluso ser una decisión acertada el decidir instalarse en este "estudio" del barrio de La Salut a modo de búnker protector. En cualquier otra situación, enterrarse a vivir aquí dentro debería ser considerado un error.

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Pese a estar etiquetado como "vivienda", en el portal de anuncios de alquiler de pisos, el propietario ha sentido la obligación moral de concretar que este zulo "no es vivienda" (sic). Y es que, joder, es cierto que este antro no debería considerarse una vivienda.

Aun así, pese a no tratarse de una vivienda y pretender ser solamente un estudio en el que retirarse a escribir una novela, desarrollar una aplicación que cambiará el rumbo de los teléfonos móviles o tener relaciones sexuales con la pareja de un amigo (es esto lo que se hace en un estudio, ¿no?) el arrendador ha decidido equipar el espacio con unos artefactos que insinúan que quizás aquí, en este zulo, sí que se viene a vivir.

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Esto sería tu dormitorio, a dos niveles, el sueño de tu vida

¿Quién necesita una nevera, una lavadora, una secadora y una cocina en su estudio? ¿Y ese evidente espacio destinado a meter una cama? A nosotros no nos la cuelan, aquí este tío (el propietario) quiere que vivamos en su antro, o, al menos, a que intentemos vivir en él.

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Mirad el suelo; mirad el jodido suelo. Os voy a poner un plano detalle para que lo veáis bien:

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¿Qué os parece? Imaginad levantaros un domingo al mediodía, resacosos, y tener que andar descalzos por casa en busca de un trago de agua con el que saciar la deshidratación de vuestro cerebro.

Piel débil y desnuda teniéndose que enfrentar a una superficie metálica violenta y agresiva. Ponle velas a la Virgen y reza para no caer nunca al suelo en este piso. Rodillas peladas y manchas rojas cerca de la nevera. Joder, es que no hay peor sitio que este para tener resaca.

Pero no es solamente este suelo de submarino o de backstage de discoteca hardcore de los noventa (con "hardcore" ahora me refiero a toda esa movida de Pont Aeri, Scorpia, Central y todo eso), es que este búnker está construido para que no entre ningún imput externo. Hay un par de pequeñas ventanas que parecen fabricadas para no abrirse jamás. Está claro que dentro de esta vivienda nunca verás la luz del sol, es una caja negra que repele la existencia de lo exterior.

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Aquí solo existe lo que ves, todo lo que habite en el fuera de campo es una mentira, una patraña. Intenta llamar por teléfono, seguro que no hay cobertura. La señal de radio ofrece un ruido blanco, la televisión solamente muestra imágenes como codificadas del Canal +. No puedes ni ver un DVD, no se sabe por qué pero no funcionará. Tampoco los CD, los cassettes o los relojes. ¿Internet? ¿Estás bromeando? Nada que haga referencia a la existencia de algo fuera de los confines de este lugar funcionará, estás encerrado, protegido, a salvo de una amenaza que no existe.

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Evidentemente, todo este aislamiento solamente puede generar en tu cuerpo una profunda y eterna tristeza. La soledad del último hombre en la Tierra.

Hay una cosa más. Un misterio más que aclarar. ¿Cómo se entra? ¿Cómo se sale? Por lo que parece, no hay ninguna puerta. Este piso está tan aislado que prescinde de puerta de acceso, solamente puede ocuparlo alguien que haya nacido o haya aparecido dentro como por arte de magia.

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Pese al horror, al final resulta que este piso te interesa. Coges el teléfono y llamas al propietario. "Hola buenos días, llamaba para informarme sobre el piso que tiene en alquiler en el barrio de La Salut. Una cosa, ¿dónde está la puerta de entrada? ¿Cómo se entra a la vivienda?".

Al otro lado de la línea te responde un hombre viejo entre risotadas exageradas: "¿Puerta? ¿Por qué quieres una puerta si ya estás allí dentro? ¿¡Por qué quieres una maldita puerta si llevas años viviendo ahí dentro!?" y el volumen de sus risa se incrementa hasta que ensordece la realidad.

Entonces cuelgas el teléfono y lo dejas encima de la mesa. La risa sigue subiendo de volumen. Notas un tacto extraño en el suelo, no es liso, es como si tuviera aristas metálicas. Miras a tu alrededor. El viejo tenía razón. Ese viejo loco tenía razón: ya estás dentro de ese piso. No sabes cómo has llegado aquí pero ahora sabes que estás condenado y nunca podrás salir de aquí.