Este artículo fue co-creado con Seguros BBVA BancomerDespués de las tarjetas de débito, crédito, los pagos de la renta, luz, etcétera; de los trámites que más cuestan trabajo cuando se te viene encima la vida adulta son aquellos que anticipan lo que pueda suceder a largo plazo. Si no pagas la cuenta mensual del internet te lo van a cortar, si no pagas la colegiatura de tu hijo tal vez no lo dejen entrar mañana a la escuela, pero como la mente humana no es muy buena pensando a futuro, esos pagos o contratos para las consecuencias que sucedan más allá de nuestro panorama inmediato –como una enfermedad, un accidente, el fallecimiento de un familiar o el nuestro–, casi siempre los postergamos.
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La verdad es que si hacemos una pausa en nuestras vidas híper productivas, encontramos buen momento para recordar lo que dice Paul Auster en La invención de la soledad: “La vida se convierte en muerte, y es como si la muerte hubiese sido dueña de la vida durante toda su existencia. Muerte sin previo aviso, o sea, la vida que se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento”.Nadie quiere tener esta conversación. No nos gusta pensar en lo incontrolable, pero puede ser más fácil si pensamos no en nosotros mismos sino en los demás. Por ejemplo, un gran número de los hogares mexicanos dependen principalmente de los ingresos de una sola persona. ¿Qué sucede cuando esa persona ya no está? Ahí empezamos a darle importancia al dicho, famoso por cierto, “más vale prevenir que lamentar”.
Qué hacer
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¿Por qué tendríamos que pensar en asegurarnos cuando ya tenemos que pagar renta, comidas, doctores? Porque si lo haces a los veinte o treinta años de edad, por ejemplo, los seguros médicos de gastos mayores resultan mucho más baratos y es posible crear la antigüedad necesaria para atender enfermedades graves (algunos seguros cubren cáncer después de cinco años de antigüedad), siendo aún jóvenes. Además, hay seguros que no cubren enfermedades preexistentes, así que en ese caso, mejor contratarlos estando saludables.Como comenta Ana Herrera, diseñadora gráfica de 35 años: “trabajé diez años en una empresa y tenía algunas prestaciones. Cuando me volví freelance, moría de ganas por dejar atrás el tráfico y el estrés de vivir en un corporativo, lo primero que me angustió fue no tener un respaldo en caso de enfermedad o algo peor. Mi principal objetivo en ese momento era no tener más estrés del necesario, así que coticé el mejor seguro médico según mis posibilidades, luego un seguro de vida con opción para ahorro, y seguí con lo mío. Si algo me pasa, mi hermano recibirá un millón de pesos. No tengo hijos pero sí perros, gatos y una mamá que depende económicamente de mí”.En cuanto a los seguros de vida, los hay con opciones a un fondo de ahorro del que se puede disponer en emergencias o al cumplir una edad como para retirarse, o que tienen montos que pueden resultarnos atractivos a cambio de una cifra que no nos duela pagar mensualmente. A lo mejor todos pensamos que a los cuarenta o cincuenta tendremos mucho más dinero porque nos irá muy bien. Puede ser. Ojalá. Lo que no pensamos es que cuando tengamos cuarenta o cincuenta podríamos tener hijos y padres a quienes cuidar.
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La contratación de algunos seguros de vida, Seguros BBVA Bancomer, por ejemplo, se ha vuelto tan sencillo que puedes hacerlo en línea, incluso desde tu celular y sin presentar documentos, como exámenes médicos, que quizá no sabes ni dónde están. También puedes diseñar a la medida un seguro para los beneficiarios que tú quieras –tus padres, tus hijos, tu pareja– puede ser desde veinticinco mil pesos hasta un millón y medio. De acuerdo a cuánto quieres pagar al mes o al año, las cifras aseguradas se entregan íntegras a los beneficiarios.