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adaptive boxing organisation

Conoce a los boxeadores minusválidos que luchan por el reconocimiento paralímpico

Llevan años luchando por ser reconocidos en los Juegos Paralímpicos, pero las estrictas regulaciones y la complejidad de calibrar su peso les mantienen lejos de los cuadriláteros oficiales. Eso sí, pelean como los que más.
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"Tuve un accidente de circulación cuando tenía tres años", cuenta Sean Bramley. Y entrelaza sus dedos tatuados. "Me partí la columna de la vértebra T6 a la T10 y mi espina dorsal quedó seccionada. Estoy paralizado de cuello para abajo. Hay cosas que mi minusvalía me impide hacer: eso es un hecho. Claro que la cosa cambia con los juicios y las percepciones que tiene la gente. Eso sí que lo puedo hacer y quiero pelear. Y eso es lo que estoy haciendo".

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Bramley nació en Leicester hace 25 años y comparece en el cuadrilátero durante el combate inaugural de la Organización de Boxeo Adaptado (ABO en sus siglas inglesas). Se trata del primer evento competitivo de esta naturaleza para boxeadores amputados o en silla de ruedas y sus competidores han viajado desde lugares como Brasil o Italia para participar.

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Rafael Rodrigues acude en compañía de su entrenador Rocian Gracie, descendiente de una legendaria familia de las artes marciales brasileña. Rodrigues entrena en el dojo de jujitsu brasileño de su preparador en São Paulo. "Hemos cruzado el océano para llegar hasta aquí", comenta el joven boxeador de 27 años. "Llevo preparando esta pelea durante tres meses. Quiero inscribir mi nombre en la historia".

El equipo italiano, en el que se cuenta la única boxeadora femenina de la competición.

Rodrigues es un parapléjico que se partió la vértebra T10, de manera que tiene control de su cuerpo de cintura para arriba. Su sueño es participar en competiciones de artes marciales mixtas. Lleva 6 años entrenando en el dojo de Gracie. Antes ya estuvo puliendo sus aptitudes como boxeador durante cuatro años junto a Ángel de Oliveira, hijo de Servilio de Oliveira, el primer brasileño en ganar un oro olímpico en boxeo.

El boxeo está actualmente excluido de los Juegos Paralímpicos debido a que es una disciplina muy complicada de codificar. El objetivo de la ABO es conseguir que sea incluido oficialmente en los Juegos Olímpicos de 2024. Para hacerlo necesita ser reconocido oficialmente como deporte por el Comité Paralímpico Internacional. Eso implica haber redactado el estatuto de la disciplina, presentar las cuentas financieras saneadas de los tres últimos años y proponer un plan de negocio estratégico a largo plazo, entre un montón de flecos administrativos más. Después de haber cumplimentado todos esos requisitos deberá de probarse que se trata de un deporte extendido y practicado regularmente en al menos 32 países repartidos por cuatro continentes distintos.

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La ABO dispone que los combates en silla de ruedas se celebren en tres asaltos de tres minutos cada uno. Se exige que los luchadores lleven protecciones en la cabeza y guantes de boxeo de 12 onzas. Existen seis categorías distintas de peso y se compite por puntos. Igualmente, el grado de minusvalía se calibra a través de un sistema que va de 1 a 4,5 puntos, dependiendo de la movilidad del boxeador y de la movilidad de su tronco. Al igual que sucede en el boxeo convencional, repartir a los boxeadores en cada categoría es la parte más complicada del proceso.

El boxeador brasileño Rafael Rodrigues

Una vez en el cuadrilátero los combates pueden ser brutales. Habida cuenta de que no existe juego de pies ni la posibilidad de sostenerte en tu contrincante, los boxeadores que levantan sus guantes para defenderse durante demasiado tiempo se convierten en un blanco fácil. El ataque es la única forma de defensa y, a consecuencia de ello, los combates son un intercambio mareante de golpes.

Rodrigues combate contra el italiano Jonathan Spinelli bajo las luces halógenas del pabellón. El boxeador italiano de la Toscana se topa con un contrincante formidable. Después de una serie de poderosos ganchos, el brasileño provoca que el árbitro tenga que contar hasta ocho apenas un minuto después de arrancado el primer asalto. Tras el recuento, una nueva serie demoledora de golpes del brasileño dejan muy tocado a Spinelli.

* * *

La ABO fue fundada por Colin Wood, un tipo complejo que lleva luchando por el boxeo para discapacitados durante la última década. Wood nació en Woolwich (Londres) y padece una enfermedad degenerativa en el ojo que le está dejando ciego lentamente. Él es el verdadero responsable de todo lo que sucede en el cuadrilátero y fuera de él esta noche: organiza el escenario, repara y ajusta el equipamiento y de vez en cuando se asoma al ring para alentar a los competidores.

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"El máximo desafío ha sido lidiar con todos los prejuicios de mierda", asegura este exentrenador de rugby de 44 años. "La gente alardea de tener un gran corazón, de apoyar lo que estamos haciendo, pero la mayoría solo se dedican a largar gilipolleces. A estos chicos llevan toda la vida recordándoles lo que no pueden hacer. Así que ahora yo les estoy contando lo que sí pueden hacer. Se trata de incluirles. Y lo estamos haciendo por todo el mundo".

En el primer combate de la noche entre amputados, Dario Ercolano de Livorno se enfrenta a Luke Milligan, de Oxford. La pelea está a punto de no suceder después de una serie de desavenencias entre los delegados italiano y británico en el momento de pesar a sus púgiles.

Ercolano takes on Milligan in a fight that almost didn't take place.

Ercolano compite con una prótesis por encima de la rodilla, mientras que Milligan lleva una prótesis de rodilla para abajo en cada pierna. Las ha decorado con sendos tatuajes de la dama de la guadaña. La prótesis del italiano pesa 4,5 kilos, lo que provoca que rebase el límite cifrado para la categoría de peso ligero en la que está incluido. Su contrincante, por su parte, sigue estando por debajo de los 61 kilos que cifran el techo de la categoría, incluso pesando sus prótesis de fibra. Después de que ambos bandos amenacen con no luchar terminan acordando que las prótesis no sean incorporadas al peso de cada uno.

Una vez ambos boxeadores saltan al cuadrilátero, arranca un combate feroz. Ambos se zarandean durante el primer asalto, en el que el intercambio de golpes resulta frenético. Conforme avanza la pelea es el jovencito Milligan quien se hace con las riendas de la contienda. Su ritmo endiablado de ganchos tumba a Ercolano en la lona en tres ocasiones consecutivas.

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Erika Novarria es la única boxeadora femenina en comparecer. Ha volado hasta aquí desde Milán, por mucho que los organizadores no logran encontrarle a ninguna rival de sus características. Novarria es asesora informática y ya boxeaba antes de perder la parte inferior de su pierna derecha en una accidente de motocicleta en 2009. Hace dos años decidió empezar a competir en competiciones para discapacitados. "En Italia no te dejan pelear cuando eres discapacitado. Es imposible conseguir la licencia", dice esta joven de 27 años. "Venir aquí y ver que es posible hace que vuelvas a soñar. Hoy es un día muy especial".

Nad Adbdoolakhan took on and beat able-bodied fighter JP Withers

En ocasiones los combates están lejos de ser fluidos. Las sillas de ruedas que se usan en el cuadrilátero han sido adaptadas por el propio Wood con la incorporación de un peralte en las ruedas delanteras. Ha diseñado unos parachoques y una amplia variedad de cinturones, correas y de hebillas. Pese a todo, las sillas tienen dificultades para soportar la dureza inherente a cualquier deporte de combate. A lo largo de las contiendas tendrán que ser reparadas en varias ocasiones. Algunos de los presentes se quejan del equipamiento y de los retrasos para salir al cuadrilátero, puesto que tal es un revés, para la preparación física y mental que acometen antes de saltar a la lona.

Nad Adboolakhan se describe a sí mismo como un "actor/modelo que hace trabajos esporádicos de seguridad". Nació con focomelia, lo que explica que su brazo izquierdo sea mucho más pequeño que el derecho. Adboolakhian, de 31 años, viene de Cambridge. En su búsqueda por dar con un rival que se adapte a sus características, decide enfrentarse a JP Withers, cuyo físico no presenta minusvalía alguna. Withers es contenido con meticulosos y rápidos movimientos, y cuando se decide a atacar se encuentra con una inapelable sucesión de puñetazos en el cuerpo. Withers es obligado a retirarse hacia el final del segundo asalto. Los paramédicos tienen que entrar en escena para aplicarle una máscara de oxígeno, ya que tiene dificultades para respirar.

Bramley pierde su combate contra su amigo y compañero de equipo de baloncesto sobre ruedas en los Leicester Tigers, Danny Higgins. Pero una vez se apagan las luces y todo empieza a ser desmontado a su alrededor no pierde el optimismo. "Los discapacitados tenemos limitaciones físicas, pero lo que estamos intentando es incorporar a los discapacitados mentales. Hay mucha gente discapacitada para quien no hay nada comparable a saltar al cuadrilátero para lidiar con el estrés y con el trauma de la minusvalía.

"El objetivo de mi vida es demostrar todo lo que podemos hacer… Esta noche hemos hecho historia"

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