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Super Bowl 50

El Super Bowl 50 como blanco terrorista

A raíz de los ataques perpetrados por ISIS en París el año pasado, el Super Bowl parece un blanco probable para grupos terroristas. ¿Cómo piensan resguardarlo?
Kyle Terada-USA TODAY Sports

Justo después del medio tiempo del Super Bowl XLVII, una cortina de oscuridad cayó sobre el Mercedes-Benz Superdome. Los Baltimore Ravens habían acabado con las dudas sobre qué equipo se llevaría el Vince Lombardi a casa, pero cuando la transmisión del partido se cayó, algunas de los casi 100 millones de personas viendo el partido por televisión se preocuparon por algo más que el resultado del juego.

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Los estadounidenses solían vivir con cierta despreocupación por los ataques terroristas en masa: sí, podrían llegar a suceder en su territorio, pero era muy probable que no. El terror local parecía limitado a unos cuantos incidentes aislados extremistas de personas solitarias con motivos incomprensibles. Aquel viejo escenario catastrófico cobró vida en la cinta Black Sunday de 1977. La película conjuntó a una célula terrorista palestina, a un veterano y solitario piloto de la guerra de Vietnam, y al arquetipo del héroe estadounidense en un trama plagada de muerte. En aquel tiempo, la premisa pareció demasiado fantasiosa. Cómo ha pasado el tiempo.

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Después del 11 de septiembre de 2001, cualquier congragación se sentía como un blanco terrorista en potencia, particularmente aquellos eventos con un alta carga cultural como los eventos deportivos. Cuando el presidente George W. Bush salió a la lomita del Yankee Stadium con un chaleco antibalas para hacer el primer lanzamiento del Juego 3 de la Serie Mundial de 2001, no fue difícil darse cuenta del simbolismo. Ni tampoco de la ansiedad subyacente.

Los ataques terroristas de París en noviembre pasado —y en especial, los intentos de ataques con bombas en el Stade de France durante un partido internacional de futbol— revivieron los miedos más profundos de los seguidores del deporte. Con el Super Bowl 50 en el Levi's Stadium de Santa Clara este domingo, cabe preguntarse de nuevo: ¿Podría pasar algo similar o peor?

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Un blanco potencial. —Foto por Kyle Terada-USA TODAY Sports

Cuando el Superdome se oscureció en 2013, nadie se rio. Poco después las cámaras y las miradas se ajustaron. El recinto estaba seguro. Las luces se habían apagado, pero la mitad de la aro principal de luces permaneció funcionando. Rápidamente, el miedo se convirtió en confusión, después en diversión. Para el comité del Super Bowl que buscaba redimir la imagen de una Nueva Orleans post-Katrina ante el mundo, fue una vergüenza menor —y esto, ante la mirada de los expertos en seguridad, fue un triunfo mayor.

"La gente como yo en ese momento dijo, 'qué bueno que sólo algunas luces se fundieron'", dice Juliette Kayyem, una ex miembro del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, designada por Obama, y actual miembro de la junta del Centro Internacional para la Seguridad Deportiva (ICSS), un centro de intercambio de información global para protocolos de seguridad en estadios.

Los oficiales de seguridad saben que los partidos de la NFL, en especial el Super Bowl, califican como blancos tentativos. Al igual que la liga. Como resultado, la seguridad en los estadios posterior al 9/11 está basada en lo que Kayyem llama "capas de defensa", una serie de medidas consecutivas diseñadas para frustrar ataques potenciales. La parte más obvia son las fastidiosas rutinas que los fans atraviesan antes de pasar por los torniquetes —revisión de pantalones, detectores de metal, revisión de maletas y bolsas—. Y ni siquiera es todo.

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"Hay mucha vigilancia activa desde antes", dice Kayyem. "Hay policías encubiertos, vigilancia por medio de cámaras, planeación para el control de las masas, planes de evacuación. Los estadios están construidos para tomar todo esto en cuenta —por ejemplo, no estar tan cerca de una carretera—. La seguridad están en todos los niveles; el momento en el que estás frente a un guardia de seguridad es sólo una de las miles de piezas. Puede que no sea efectivo en su totalidad, o molesto, pero es parte de lo que llamamos una defensa en capas."

"Ah", añade Kayyem. "Ni siquiera hablé de la parte cibernética." Las redes sociales y las conversaciones en línea son monitoreadas previo al evento, y la infraestructura IT del estadio debe ser resguardada.

James Carville se desempeñó como copresidente de Super Bowl XLVII junto con su esposa Mary Matalin, y a pesar de una larga carrera en los niveles más alto de la política —otra industria altamente pública y segura con necesidades similares por proteger grandes reuniones— se sorprendió por las medidas y la complejidad de los esfuerzos para resguardar el Superdome. "Cuando entras a una junta de seguridad del Super Bowl, lo primero que piensas es, 'maldición, no sabía que teníamos tantas agencias para aplicar la ley'", dice Carville, quien ahora trabaja con la ICSS.

Acostumbrado a las agencias gubernamentales que protegen sus propios "feudos", Carville se sorprendió al ver el grado de transferencia de conocimiento y cooperación. "La Guardia Costera estaba involucrada, el Servicio Secreto, el Dpto. de Policía de Nueva Orleans, el FBI y, por supuesto, la propia seguridad de la NFL."

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La NFL no respondió a las solicitudes para comentar sobre esta historia. Los pocos equipos que respondieron lo transfirieron a la oficina de la liga, o tienen una política para no discutir medidas de seguridad. MSA Security, quien provee la vigilancia y los perros antibombas para varios equipos de la NFL, en un principio respondió positivamente a una solicitud de información por parte de VICE Sports, pero la vocera Jessica Hagstrom después declaró que "la NFL prefiere que no hablemos del protocolo de seguridad en estos momentos."

"La NFL, aunque tiene otros asuntos de seguridad con los cuales lidiar, es bastante sofisticada y efectiva con la seguridad brindada a los fanáticos", dice Kayyem. "Se toman muy en serio la prevención y la inteligencia con las instituciones locales encargadas de aplicar la ley."

Los fans de los Denver Broncos guardan un minuto de silencio por los ataques terroristas en París el pasado noviembre. —Foto por Chris Humphreys-USA TODAY Sports

La pesadilla de todo fanático se dio en París, cuando el primer blanco de ISIS fue un partido amistoso de futbol entre Francia y Alemania. Cuando se reveló que un chequeó había detectado y prevenido a tres suicidas con bombas de entrar al estadio, salvando docenas de vidas, algunos fans y espectadores de la NFL apreciaron de una forma diferente la seguridad en los estadios:

Well, that's the end of me complaining about security lines at football games… — Doug Farrar (@SI_DougFarrar)November 14, 2015

Bueno, ya no me voy a quejar de las filas de seguridad en los juegos de futbol americano…

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"Para alguien que estudia deportes y piensa sobre la seguridad alrededor de los eventos internacionales más importantes, esto fue muy notable", comenta Kayyem. "Hay dos procesos de suma importancia. El primero, el chequeo que dio con los explosivos. Digo, uno como que siempre se pregunta si va a funcionar. Siempre hay historias de alguien que logró meterse con algo."

"La segundo proceso es la evacuación. Una vez que aprendes que las salidas son vulnerables, entrenamos para limitar dicha vulnerabilidad. Sólo tienes la capacidad para asegurar un par de salidas, así que tener una evacuación sólida fue muy inteligente porque, ¿cómo sabes si no hay un grupo de personas con armas esperando a cada salida?"

"Todos hablan del pánico en estas situaciones, pero lo que hicieron —en parte porque fue una respuesta tardía y había un VIP ahí— fue un paso esencial al pensar no sólo en el incidente, sino también en las probables represalias. Especialmente en esta era del terror, tienes que saber que tal vez habrá dos, tres o hasta cuatro ataques posteriores."

El experto en seguridad nacional Rafi Sela, presidente de AR Challenges Ltd., un grupo de consultoría en cuestiones de seguridad a nivel global con oficinas en EE.UU e Israel, se vio menos sorprendido con los esfuerzos en París. Y sus críticas también podrían aplicar con el Super Bowl.

El año pasado, Sela platicó con VICE Sports y comentó que "la forma estadounidense" de intentar "encontrar armas al hacer un escáner" es errónea, que crear masas de espectadores alrededor de puntos de reunión también genera blancos principales, y que la seguridad francesa ni siquiera debió haber permitido a los terroristas estar tan cerca del estadio con chalecos suicidas si hubiera habido una mejor observación y recopilación de inteligencia en "las fronteras, aeropuertos, puertos, transporte público, y de los recintos cercanos al evento."

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El ex comisionado de la policía de Boston, Ed Davis, dice que la participación de ISIS en los ataques de París subraya la necesidad de mejorar los esfuerzos de seguridad para el Super Bowl para que puedan extenderse más allá del día del partido y la geografía inmediata del Levi's Stadium.

"Previo a esto, ISIS fue una fuerza militar muy efectiva en Iraq y Siria, pero en su mayoría invita a la gente vía internet a unirse", dice Davis quien se desempeñó como comisionado durante los bombardeos en el maratón de Boston. "[Con los ataques en París] han demostrado claramente que se han organizado, y nuestra respuesta a dicha amenaza tiene que evolucionar con ello en mente."

¿Qué tan real es la amenaza? Kayyem acepta categóricamente que el Super Bowl es un blanco terrorista tentador. Al igual que el partido de futbol en París, es un evento de alto perfil con miles de personas "encerradas" en un espacio relativamente pequeño. Tal vez aún más importante, dice Kayyem, "los terroristas quieren que la gente vea el pánico en masa, quieren mostrar su atrevimiento, y qué sería más atrevido que atacar un partido de futbol americano."

"Para ser honesta, los partidos de la NFL son "estadounidenses". Ningún otro país tiene este fenómeno del futbol americano, o al menos la mayoría de los países no lo tienen, y en este sentido es un símbolo de lo que somos —mucho más que un partido de futbol, o una carrera de ciclismo."

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El Super Bowl no precisamente le resta importancia a su simbolismo cultural. —Foto por Joe Camporeale-USA TODAY Sports

Asegurar los estadios deportivos —como la seguridad en general— es un acto de balance entre resguardo y libertad, entre identificar un blanco potencial y permitir a los espectadores disfrutar el juego al que asisten. Por una parte, la NFL quiere mantener a sus fans seguros; por otra, quiere que se diviertan, o al menos que no se sientan como si entraran a un prisión de máxima seguridad.

Un balance apropiado no es fácil de conseguir. A saber, la política de la liga en cuanto a la revisión de bolsas es extremadamente rechazada, en especial por las mujeres. Analistas de la NFL como Sarah Spain de ESPN y Stephanie Stradley de Houston Chronicles rechazaron la medida cuando fue implementada y sigue siendo algo irritante para las familias que asisten al estadio.

"Mira, soy madre de tres hijos", dice Kayyem. "Reconozco el calvario de aquellos años cuando mis hijos iban vestidos con mucha indumentaria. Lo entiendo. El reto de la seguridad en los deportes es que entre más procesos de seguridad hay, el evento resulta menos divertido. Queremos seguridad en los aeropuertos, queremos seguridad en los deportes, excepto cuando nos prohíbe hacer lo que queremos, lo cual es simplemente subirse al maldito avión o ver un partido."

Carville coincide. "Creo que la gente tiene que darse cuenta que cuando escoges volar en alguna aerolínea, pierdes algo de privacidad; cuando decides ir a un evento, también tienes que estar dispuesto a dejar algo de tu privacidad."

Aunque las medidas específicas de seguridad en los estadios están constantemente cambiando —son calibradas con base en la naturaleza de las amenazas activas y potenciales— Kayyem cree que la NFL podría hacer más para inculcar en sus fans las medidas de seguridad, tanto para el Super Bowl como en general. "Si algo pasa en el Fenway", comenta, "no tengo idea de dónde se supone que tengo que ir o cómo funciona."

Para extender la comparación con las aerolíneas, uno no puede abordar un avión sin ser advertido exactamente de lo que se tiene que hacer en caso de emergencia; en contraste, ninguno de los fans en el Super Bowl XLVII tenía idea de qué hacer en caso de un apagón. "El público tiene que estar involucrado, se le tiene que dar las herramientas para ser capaces de responder en estos casos", comenta Kayyem, "porque ya no podemos apoyarnos llamando al 911."