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Música

¿Por qué estamos tan obsesionados con reeditar viejos discos?

No es solo el miedo de dejar morir el pasado, es el miedo a la muerte misma.
Photo by Suklaa

Mientras el mundo se desmorona a nuestro alrededor, se vuelve más importante que nunca, aparentemente, encontrar confort en la cultura. Mientras los aviones explotan sobre nuestras cabezas nos conformamos con todo lo de fácil consumo, lo rápidamente digerible, lo perfectamente agradable. Cintas, libros, discos, todas estas cosas actúan como substitutos de amistades, sistemas de apoyo que nos permiten encontrar un espacio en una época de angustia y trastornos. No quiero sonar como uno de esos tipos que juega juegos de mesa y siempre se ve como si tuviera migajas de pan entre sus dientes, pero esa es la verdad. O algo así.

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A principios de esta semana, antes de que el mundo comenzara su inevitable final, nos dieron un último bocado de alivio, un último grano de esperanza: ¡un viejo álbum balear iba a ser reeditado!

No era sólo un viejo álbum balear me dije, mientras arremetía con pánico la tecla F5 en sitios web de noticias, era el legendario, influyente, increíble, sorprendente, sensacional y sublime disco E2-E4 de Manuel Gottsching, uno de los mejores discos alguna vez hechos. No iba a ser sólo una vieja reedición, no. Iba a haber un CD con booklet—¡de ocho páginas!—y una versión deluxe en vinilo de 180g y una versión súper limitada en CD y DVD que me permitiría ver a Manuel tocando el álbum. ¡La navidad de verdad llegó antes! El disco no saldrá hasta finales de enero, pero de mientras quemaré una copia en un CDR y le imprimiré la portada frontal en el trabajo. Entre todo eso, nos espera una de las mejores navidades desde que me brotaron las pubis.

José Padilla y Alfredo Fiorito, los DJs que hicieron las primeras grandes fiestas en Ibiza

Mientras tanto, chequemos algo terrible que está sucediendo a nuestro alrededor. Estoy hablando sobre la forma en que la gente de Mojo y el equipo de IPA han encontrado su camino a la cultura club y demandado que cada uno de nosotros nos vayamos a la bancarrota con reediciones y reimpresiones. ¿Qué es mejor que la música nueva? Sip, su música vieja que viene en enormes paquetes o envuelto con una replica de uno de los boletos de sus conciertos o ¡los pantalones autografiados del ingeniero de audio! Pretendamos que el presente no está sucediendo y que el futuro es un imposible. Pasemos nuestros días y noches negando la experiencia contemporánea. ¡Salgamos y compremos la edición deluxe de Ambient 3: Day of Radiance de Laraaji!

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Ahora, no tiene en si nada de malo reeditar los discos. Obviamente, es algo bueno permitirle a la gente entrar al obscuro pasado y es una buena forma de conseguir un cheque para los propios artistas, pero hay algo… fuera de lugar sobre esto. La cultura club no es historia solida. Si acaso, el mundo que hemos construido alrededor de los discos y los DJs debería ser visto como antiético por los ejercicios de los cánones construidos e impresos en roca cada ciertos años cuando un publicista en pánico recuerda que nadie a clasificado Los 100 Mejores Álbumes de la Historia o los Mejores 100 Álbumes Que Cambiaron al Mundo o los 100 Más Rockeros Álbumes Publicados en la Historia que Cambiaron al Mundo excepto que todos parecemos haber olvidado eso y hemos decidido cambiar la ilusión de diferencia la la reconfortante realidad de la homogeneidad . Los DJs se convirtieron en rockstars y todos pensamos por un minuto que eso era emocionante y entonces se nos terminó la coca y nos aburrimos de la música dance y los clubes comenzaron a cerrar y ahora sólo nos quedan cosas que parecen raves pero no lo son.

Quiero decir, es una mierda, obviamente: aún hay increíbles clubes y maravillosos DJs y sorprendentes discos siendo publicados diariamente, pero hablando en conjunto, aún estamos tan metidos en Marshall Jefferson y Ron Hardy y Trax y DJ International como si estuviéramos 20 años atrás en el tiempo. La cultura club es, de muchas formas, la industria de la nostalgia. Ahora, ya hemos hablado sobre la difícil relación entre las posibilidades hedonísticas del presente y la siempre atractiva propuesta de un pasado mejor aquí en THUMP, así que no necesitamos hacerlo de nuevo. En lo que necesitamos pensar es en la idea que no sólo los discos se están reeditando sino también la cultura.

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Hay unas cuantas razones por las que seguimos atrapados en el pasado y por qué el sentimiento de devoción a aquello que existió antes que nosotros, cada vez nos acerca más a las mentes cerradas de los obsesionados con lo retro.

La primera y más obvia de estas es que estamos viviendo un periodo donde, al menos en el Reino Unido, los clubes y salir de fiesta es cada vez menos y menos viable, en términos reales. Si los clubes están cerrando o renegociando sus licencias entonces no nos queda ningún lugar a donde ir y los lugares que quedan tienen que ir a lo seguro a la hora de llevar talento porque, como es muy razonable, todos los involucrados quieren hacer dinero con el placer que nos están vendiendo—o tratando de vender al menos. Cuando eso pasa, terminamos con cuentas que se asienten en el pasado y con una industria que aún no está segura de cómo hacer dinero en la segunda década del nuevo milenio pero sabe que a la gente le gusta lo viejo porque lo viejo se envuelve con una capa muy importante: autenticidad.

Ninguno de nosotros quiere lucir como cretino, ¿cierto? La música dance está plagada de esnobs y la edad no es una excusa para no conocer la historia. El Internet nos permite a todos nosotros aprender todo lo que necesitamos para llenar nuestras conversaciones de mierda, lo cual es genial. Pero también nos ha hecho desarrollar fetiches por lo raro, por lo relativamente desconocido. Re-publicar un disco viejo de forma inmediata nos da un sentimiento de estatus que artísticamente no merecemos (si podemos hablar de arte como algo que puede hablarse en esos términos) porque el puro acto de traer algo de vuelta al presente—ya sea un libro, un filme o un disco—hace parecer como que ese objeto estaba perdido, como si tuviera que ser devuelto. Lo cual significa que muchos discos entran en esos términos.

Lo tercero, y además el argumento más básico, es que todo esto se basa en simple economía. La música house nació hace 30 años. Los raves murieron hace 20 años. Hay una generación, o dos, de adultos con ingresos disponibles que recuerdan sus días de juventud y aún se quieren sentir parte de un mundo que siempre ha predicado la felicidad, de algún modo, para excluir a los participantes más viejos, a los otros que sobrepasan los 30 años. Estos clubbers que no salen de club tienen dinero de sobra y las compañías de discos lo saben. Felizmente reeditan discos sabiendo que Juan de 43, el contador godínez, recuerda haber escuchado X en Y cuando tenía Z. Ese link al pasado puede cortarse, pero se puede fortalecer al producir un objeto que recuerda el pasado cuando alguna vez fue presente. Nadie está siendo estafado aquí: la compañía de discos hace un poco de dinero y Juan logra obtener Snivillisation en vinil de 180g y libera todo lo que quedo encarcelado en su juventud.

Esta bien, supongo, pero lo que lo hace realmente depresivo es darse cuenta que el mundo moderno es una mierda, que no hay nada que valdrá la pena recordad más adelante. Hace que las tiendas de discos luzcan como museos de un próximo pasado. Hace parecer el 2015 un lugar muy depresivo. Lo cual no lo es. Pero esa es otra historia. Ahora, dónde dejé mi Digipak Deluxe de "Blue" de Eifel 65…

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