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Un tratamiento para el Alzhaimer podría encontrarse en el cerebro de los osos cuando hibernan

El secreto para recuperar células cerebrales y las conexiones entre ellas podría estar en el mismo proceso que reanima a los osos luego de meses de hibernación.

Si estuvieron en algún lugar frío durante el invierno, probablemente hayan tenido que luchar contra las ganas de quedarse todo el día bajo las cobijas, imitando el tranquilo estado de un oso en hibernación.

Pues resulta que, según científicos, la hibernación puede darnos algunas lecciones útiles para tratar a los 24 millones de personas que sufren de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas alrededor del mundo.

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Un grupo de investigadores de Leicester, Inglaterra simuló el proceso de hibernación en ratones, una especie que no hiberna naturalmente, e identificaron un fenómeno que previene la pérdida de células cerebrales y de las conexiones entre ellas.

Cuando un oso hiberna, reduce su temperatura interna, lo cual disminuye las sinapsis entre células cerebrales, permitiéndole al mamífero entrar en un letargo profundo por prolongados periodos de tiempo sin necesidad de alimentarse. Cuando el oso recupera su temperatura corporal normal al final del invierno, sus conexiones cerebrales son restauradas y su funcionamiento cerebral vuelve a la normalidad.

Las encargadas de regular este proceso son las proteínas de "shock en frío". Los científicos han bautizado una de esas proteínas con el nombre RBM3 y afirman que esta sería la responsable de regenerar las conexiones entre células cerebrales.

Los investigadores tomaron dos grupos de ratones, uno de los cuales estaba compuesto por ratones que padecían desórdenes neurológicos y el otro por ratones saludables. Luego, redujeron en 16 grados centígrados la temperatura corporal de los ratones durante 45 minutos. Encontraron que, en los ratones saludables, la sinapsis cerebral se degeneró durante el enfriamiento, pero se regeneró a medida que recuperaban su temperatura normal. Sin embargo, en los ratones que padecían enfermedades neurológicas, la regeneración se hacía más lenta y los niveles de RBM3 disminuían a medida que la enfermedad avanzaba.

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Los investigadores tomaron luego un grupo de ratones enfermos y elevaron artificialmente sus niveles de RBM3. Descubrieron que al aumentar la cantidad de proteína, las células cerebrales y las conexiones entre ellas resultaron inmunes al deterioro.

Concluyeron que el RBM3 podría ayudar a proteger el funcionamiento del cerebro sin necesidad de someter el cuerpo a un proceso de enfriamiento. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Nature.

"Ya sabíamos que el enfriamiento puede reducir e incluso prevenir la pérdida de células cerebrales", afirmó Giovanna Malluci, vocera del consejo de investigación médica del Reino Unido, "pero reducir la temperatura corporal es casi inviable en la práctica: es desagradable e implica riesgos como la neumonía y el coagulamiento sanguíneo".

"Al identificar cómo el enfriamiento activa un proceso que previene la pérdida de células cerebrales, podemos empezar a trabajar en el desarrollo de medicamentos que simulen en el cerebro los efectos protectores del frío". Dijo Mallucci.

Aún no se ha descubierto ninguna cura para el Alzheimer y los costos de su tratamiento ascienden a 215 millones de dólares solo en los Estados Unidos. En la actualidad se desarrollan en el mismo país 225 estudios clínicos para buscar nuevas formas de combatir esta enfermedad que, según datos del centro para el control de enfermedades de Estados Unidos, es la sexta mayor causa de muerte en el país.

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Siendo la forma más común de demencia, el Alzheimer causa pérdida de memoria, dificultades en el lenguaje, desorientación y cambios súbitos de ánimo. El riesgo de padecer Alzheimer se aumenta significativamente después de los 65 años. Aquellos que pasan de los 85 años tienen un 50% de probabilidad de contraer la enfermedad.

"La fórmula neuroprotectora identificada en este estudio podría ser un avance importante" dijo Hugh Perry, Presidente de la Junta de neurociencias y salud mental del MRC. "Ahora necesitamos encontrar algo que reproduzca el efecto del enfriamiento cerebral. Así como los medicamentos anti inflamatorios controlan la fiebre mejor que un baño frío, necesitamos encontrar drogas que imiten los efectos de la hibernación y la hipotermia".

Piensen en eso la próxima vez que vayan a refugiarse en sus cobijas.

Sigan a G. Vaughn en Twitter: @gingervaughn100

Imagen vía Flickr.