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El legado de Muhammad Ali: leyenda del boxeo y campeón de los derechos civiles

Miles de personas esperan reunirse este viernes en Louisville para dar el último adiós al mejor boxeador de todos los tiempos, quien será recordado por más que sus veloces puños y una habilidad única en su movimiento de pies.
Imagen vía AP

Miles de personas esperan reunirse este viernes en Louisville, Kentucky, para dar el último adiós a Muhammad Ali, considerado por muchos como el mejor boxeador de todos los tiempos. En esta ciudad será el funeral del ícono americano.

Ali murió a la edad de 74 años el viernes pasado en Phoenix, por complicaciones respiratorias, luego de una larga batalla contra el Parkinson, pero será recordado por más que unos puños de rayo y hábiles pies. Fuera del ring fue un campeón de los derechos civiles, un orgulloso musulmán, crítico del racismo y uno de los más fervientes oponentes de la Guerra de Vietnam.

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Después de su muerte el viernes, el biógrafo Thomas Hauser, escribió que la leyenda del boxeo "ha sido un modelo de esperanza para los todos los oprimidos en el mundo, y la personificación de que, a menos que tengas una muy buena razón para matar gente, la guerra está mal".

Muhammad Ali llegando a Las Vegas el 17 de julio de 1963. (Imagen por Jerry Abbo/Las Vegas News Bureau/EPA)

Nieto de un esclavo, Ali creció en Kentucky durante la era de Jim Crow. Ahí pasó su infancia y sus primeros años como peleador, y la segregación estuvo fuertemente arraigada a su vida sureña.

"A principios de los años sesenta, desde Texas y hasta Maryland, los afroamericanos no podían usar los baños públicos, no podíamos sentarnos a comer en ninguno de los restaurantes que hay en las carreteras, no podíamos respirar", escribió el reverendo, y también activista por los derechos civiles, Jesse Jackson Jr. el sábado 4 de junio en CNN. "La mayoría de las personas se ajustaba. No decían nada, asumían su lugar, se tragaban su resentimiento, su desprecio, su ira. Muhammad Ali no era como el resto. Tampoco lo eran Rosa Parks ni Martin Luther King."

Ali se dio a conocer cuando se llevó a casa la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, con apenas 18 años.

Zbigniew Pietrzykowski (izquierda) y Muhammad Ali en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960.

En una entrevista posterior con Michael Parkinson en 1971, Ali recordó lo extraño que se sentía ser un héroe americano de los deportes que continuaba enfrentando la discriminación por su color de piel: "Tomé mi medalla de oro, pensaba que crearía algo. Dije: 'vaya, sé que ahora voy a conseguir libertad para mi gente. Soy el campeón de todo el mundo, el campeón olímpico. Sé que puedo comer en el centro ahora'".

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El boxeador cuenta que fue al centro ese día con su gran medalla de oro puesta y entró a un restaurante. "Mira, en esa época, las cosas no estaban bien integradas; los negros no podían comer en el centro. Yo fui al centro, me senté y luego dije: 'Sabes, quiero una taza de café y un hoy dog'. La señorita contestó: 'No le servimos a los negros'. Yo estaba tan molesto y dije 'tampoco como hot dogs. Sólo deme un café y una hamburguesa'".

Enseguida el boxeador le explicó a la mesera que era el ganador olímpico. "'Hace tres días pelé por este país en Roma. Gané el oro. Voy a comer'. El gerente del lugar insistió, diciéndole a la señorita: 'se tiene que ir'. De todas maneras, no me levanté, ellos me sacaron. Tuve que dejar el lugar, en mi ciudad, donde iba a la iglesia y servía a su misma religión cristiana. Acababa de ganar una medalla de oro y no podía comer en el centro. Me dije: 'Algo está mal'".

Ali se volvió amigo de Malcolm X a finales de los años noventa, y eventualmente se unió a la Nación del Islam, una congregación afroamericana que considera a los blancos seres inferiores. Dos días después de haberle quitado la corona al campeón de pesos pesados Sonny Liston en 1964, en una pelea en Miami Beach, el nuevo campeón renunció oficialmente a su nombre de escalvo, Classius Clay, y se convirtió en Muhammad Ali.

Aseguraba que su nombre de pila tenía una carga política de esclavitud y de la brutalidad, al sacar provecho de los negros.

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El líder de la Nación del Islam Elijah Muhammad se dirige a sus seguidores, incluyendo a un joven Muhammad Ali, en 1964. (Imagen por Stanley Wolfson)

Tres años después, un reconocido Ali se negó a ser arrastrado a la Guerra de Vietnam.

"Mi consciencia no me dejaría dispararle a mi hermano, ni a gente de piel más oscura, tampoco a algún pobre y hambriento hundido en el fango por la gran y poderosa América", dijo Ali en 1967. "Ellos nunca me llamaron negro. Nunca me lincharon. Ellos no pusieron a ningún perro a atacarme. Ellos no robaron mi nacionalidad, violaron a mi madre, ni mataron a mi padre…¿Dispararles, para qué? ¿Cómo podría dispararle a esa pobre gente? Sólo llévenme a prisión".

Después de que Ali fue convocado, se declaró públicamente como opositor consciente, argumentando motivos religiosos. "La guerra va en contra de las enseñanzas del Corán", dijo. "No estoy tratando de evitar el llamado".

Pero la junta local en Lousville rechazó su petición de ser clasificado como opositor consciente. Fue sentenciado a cinco años de prisión, castigado con una fianza de 10.000 dólares, y vetado del boxeo por tres años, además de ser despojado de su título de peso pesado. Finalmente, logró mantenerse fuera de prisión apelando su condena. Cuatro años después, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos la revocó.

El radical acercamiento a los derechos civiles casi siempre lo mantuvieron aparte de las otras celeridades de su tiempo, particularmente del mundo de los deportes. Hauser dijo que era "popular entre aquellos vanguardistas del movimiento por los derechos civiles tomar el camino seguro… Martin Luther King Jr., Medgar Evers, Viola Liuzzo, y otros hombres y mujeres valientes fueron sujetos de asaltos económicos, violencia, y muerte cuando fueron un problema 'mayor'. Pero el camino que recorrieron fue diseñado para no ser una amenaza para los blancos de América. A los americanos se les dijo: 'Todo lo que los negros quieren es lo que ustedes querrían para sí mismos. Apelamos a su consciencia'".

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"A continuación vino Ali", siguió Hauser, "pronunciando no los 'valores de los blancos', sino los de libertad y equidad, muy poco comunes en el mundo. Y si eso no era suficientemente amenazante, Ali atacaba el estatus quo fuera de la política y aceptaba las estrategias del movimiento por los derechos civiles".

Muchos dicen que la constante audacia de Ali, y su implacable autorespeto ayudaron a impulsar el movimiento de derechos civiles.

"Uno de los motivos por los que el movimiento por los derechos civiles avanzó, fue porque los afroamericanos vencieron sus miedos", dijo el comentarista Bryant Gumbel. "Honestamente, yo creo que, para muchos negros americanos, eso vino después de ver a Muhammad Ali. Él siempre se rehusó a tener miedo. Ser de esa manera dio mucho valor a la gente".

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