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Música

La vida de Steve Aoki se está convirtiendo en una metáfora de los excesos del EDM

La relación de esta estrella lanza-pasteles con su público se ha vuelto complicada.

El EDM es algo enorme. No sólo en popularidad e ingresos, sino como espectáculo. Cada festival, residencia en Las Vegas y tour internacional de los reyes del drop y enloquecedores movimientos de brazo, son la experiencia en vivo más sensacional - explotando el rol del DJ mucho más allá del reino del movimiento de perillas hacia el estrellato. Esta descripción no se aplica mejor a otra persona que a Steve Aoki, quien, como se reportó esta mañana, ha sido demandado por una de sus fans, quien afirma que se rompió el cuello en uno de sus shows en 2012.

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Las nuevas versiones indican que durante su set en el Hard Rock Hotel en San Diego, Aoki lanzó un bote inflable hacia la audiencia antes de saltar desde 6 metros hacia él. Esta es una de sus fechorías regulares. Desafortunadamente en este caso, parece que el impacto del aterrizaje del bote de Aoki fue recibido en su totalidad por una de las asistentes que fue noqueada y quedó inconsciente. La lesionada, Brittany Hickman, ha declarado que posteriormente visitó a su médico quien le dijo que necesitaría tres días en el hospital, y dos meses sin trabajar. También añadió que si hubiera intentado alzar sus brazos o de alguna manera atenuar el golpe, hubiera quedado completamente paralítica. También puedes ver un video del incidente a continuación.

Aoki es conocido por ofrecer un show en vivo bastante animado, encapsulado tal vez mejor por su rutina de 'pastelazos', donde los lanza directamente a los rostros de su público. En el entendido de que no ha roto a nadie la espalda, pero este tipo de conducta ha sido durante mucho tiempo un ejemplo de lo literal que el EDM ha adoptado la ideología de "en tu cara": la práctica de esperar a que algo enorme y pegajoso caiga antes de que la música se ponga sí. Es pura sana diversión, y esa es una de las razones por la cual es popular como artista, pero toda la cosa del pastel ha conllevado a un criticismo por parte de aquellos que sienten que el exceso de EDM está diluyendo toda la "razón de ser" de la música dance, convirtiéndola en un circo que no tiene que ver mucho con las mezclas.

Las noticias de la demanda llegaron menos de una semana después de que Aoki fuera forzado a cancelar una serie de fechas con el propósito de recibir cirugía en sus cuerdas vocales. El motivo de su operación, de acuerdo con una declaración emitida por él mismo, son 20 años de gritar en todos sus shows. Una vez más, empujando los límites del espectáculo hasta su conclusión más dolorosa, parece que claramente ha gritado "¿QUIÉN QUIERE PASTEL EN LA CARA?", o cosas por el estilo, tantas veces de forma tan extrema, que su garganta ya se dio por vencida. No debería ser pasado por alto, que esto demuestra claramente lo mucho que Aoki está dando de sí durante los shows - tienes que tener mucho entusiasmo para gritar hasta que te termines tu voz - pero es sorprendente que ser DJ, una actividad que se limita a seleccionar ruidos pre-grabados, lo ha dañado a él mismo y a otra persona al saltar de un escenario y gritar.

El incidente de San Diego no debería ser tomado a la ligera, y Aoki está afectado por el caso, declarando que él "nunca lastimaría a nadie en sus shows". También es demasiado obstinado defender ciegamente al EDM, y el criticismo en su contra termina siendo como una ventisca en contra de una industria de un billón de dólares, y en el peor de los casos, termina siendo condescendiente con un movimiento que claramente tiene una popularidad altísima. Aún así los problemas de Aoki se han convertido en un paralelismo de sus excesos, una historia acerca de la mortalidad de un humilde DJ que se obsesionó tanto con gritar y lanzar pasteles y surfear sobre la audiencia, que le rompió el cuello a alguien, perdió su voz y tuvo que cancelar sus shows. La moraleja es que el que se exalte a sí mismo será humillado, y cualquiera que sea humilde será exaltado. O cualquiera que salte desde seis metros de altura desde una estructura de acero sobre la cabeza de los adolescentes, podrá terminar rompiéndoles el cuello.

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