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Recuento de la Liga Premier: Diego Costa es un rufián

En el recuento de la Liga Premier, nos preguntamos hasta cuándo veremos a Diego Costa ser castigado por su comportamiento en la cancha.
PA Images

En la segunda temporada de Luis Suárez como jugador de Liverpool empezó a emerger un patrón en las decisiones arbitrales. A pesar de ganar numerosas faltas con su ritmo, sus mañas y su forma de correr, a Suárez le dejaron de pitar las infracciones de un momento a otro. En casi todos los partidos, terminaba reclamándole al árbitro y alzaba los brazos al cielo por las faltas que no eran marcadas, aunque se revolcara de dolor por las infames entradas de los centrales. Brendan Rodgers aseguró que a Suárez se le negaban, injustamente, los flagrantes penaltis. Era verdad, pero Suárez se lo buscó.

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En su campaña debutante en Merseyside, Suárez se había ganado su reputación. La Premier League ha sido conocida por sus artimañas, pero Suárez lo llevó a otro nivel. Cuando se trataba de exagerar el contacto con otro jugador, Suárez era astuto, brillante y desvergonzado. Había engañado a los árbitros en muchas ocasiones y, por ello, algunos lo compensaban no marcando a su favor.

No sólo los "clavados" hicieron de Suárez alguien insoportable. También se barría con rencor, y nunca tenía miedo de arrebatar el balón a sus contrincantes con rudeza. En resumen, su conducta había sido tan antideportiva que parecía que los árbitros tenían un código de conducta secreto en su contra. Las decisiones objetivas no estaban contempladas; así de desagradable era su manera de abordar el juego.

En el transcurso desde que Suárez se fue a Barcelona, un hombre ha tomado la batuta de lo antideportivo. Ese hombre es Diego Costa, y juega futbol como un verdadero imbécil. Posee en abundancia todos y cada uno de los peores defectos de Suárez, y un poco más. También es más inteligente que su predecesor porque parece haber encontrado la fórmula para seguir siendo molesto y salirse con la suya.

En el partido entre Chelsea y Swansea de este domingo, Costa pudo —debió— ser expulsado. Recibió una advertencia en el primer tiempo por una entrada sobre Leroy Fer, antes de una letanía de faltas menores que culminaron con un dramático clavado provocado por la presión de Lukas Fabianski. Al final del día, logró quedarse en la cancha, e incluso metió el gol del empate para el Chelsea. No es la primera vez que pudo haber visto la tarjeta roja en esta temporada antes de anotar un gol crucial; los fans de West Ham y Watford son los mejores testigos.

Esto provoca que los fans se pregunten: ¿Exactamente cómo es que Costa se sale con la suya? ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que reciba el mismo trato que recibió Suárez y sienta la indiferencia de los árbitros? Aunque los árbitros deberían juzgar cada incidente de la manera más objetiva posible, en un mundo ideal, el ejemplo de Suárez sugiere que sí tienen un límite para aguantar tanta mierda. Hasta el momento, Costa le busca tres pies al gato, y habría muy poca simpatía por él si llegase a recibir una o varias sanciones severas, o ser expulsado "por ser un imbécil" (en palabras de unos de los reportes de un árbitro) en cada uno de los partidos de aquí hasta mayo.