FYI.

This story is over 5 years old.

Noisey

Recordando la música de Bayard Rustin, el asesor de Martin Luther King Jr.

El cantante y activista declarado abiertamente homosexual ha quedado a la sombra de un movimiento que contribuyó a crear.

El sentimiento de autoafirmación que los chavales negros experimentan en los EE. UU. a través de la educación convencional es terriblemente inadecuado, por no decir completamente inexistente. Este vacío puede pasarte desapercibido mientras estás en la escuela y te hablan por encima de los logros de Martin Luther King Jr., Thurgood Marshall, Rosa Parks y Jackie Robinson. Normalmente, suele ser un libro que lees durante tu primer año en la universidad, un documental que te recomienda un colega o un hilo en las redes sociales lo que te lleva a pensar: "Mierda, me he perdido algo". Para mí, descubrir los avances que hicieron los negros en EE. UU dentro de la industria de la automoción, agricultura, política y otros sectores tras acabar el instituto me vino acompañado de un sentimiento de asombro y orgullo, pero también de un cabreo extremo. Me cabreaban los poderes institucionales que decidieron que yo les sería más útil si era una persona desconocedora de todas mis habilidades. Me cabreaba la gente blanca que asociaba al poder institucional. Pero sobre todo, ese cabreo me llevó a informarme yo solito sobre todo el progreso que habían hecho los negros para poder transmitir esos conocimientos luego a mi familia, amigos y cualquier otra persona dispuesta a escuchar. Estas revelaciones todavía siguen y sospecho que nunca morirán. Hace unos cuatro años, descubrí lo que seguramente es uno de los mayores olvidos dentro de la historia negra norteamericana cuando un amigo me hizo ver un documental titulado Brother Outsider: The Life of Bayard Rustin.

Publicidad

El film narra la vida del estratega y activista político y social Bayard Rustin. Era un tipo alto y lleno de carisma que, en el docu, es recordado por muchos seres cercanos como una persona con una cantidad de valor excepcional. Durante su cuarto año en la Universidad de Wilberforce en Ohio, le expulsaron por organizar una huelga a modo de protesta por la mala calidad de la comida de la cafetería. En 1942, en un autobús que iba de Louisville a Nashville, Rustin se negó a sentarse al fondo y fue golpeado y encerrado en el calabozo, 13 años antes de que Rosa Parks hiciera algo similar en Montgomery, Alabama. Sus valores cuáqueros, que cuentan con más de 350 años de lucha contra la violencia, le llevaron a pasar 26 meses en la cárcel como objetor de conciencia durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron estos principios contra la violencia los que acabarían influyendo sobre la faceta más conocida de la agenda política y social de Martin Luther King Jr.. Antes de que Rustin se uniera al consejo de King, el hombre que ha pasado a ser conocido como el tipo que ofrecía la otra mejilla guardaba pistolas en casa y tenía guardias armados para proteger a su familia. Bayard también organizó la marcha por el trabajo y la libertad en 1963 en Washington, que llevó a 200.000 personas a manifestarse en The District. Este resumen de los logros de Rustin debería ser suficiente para que nos preguntáramos por qué su nombre no aparece en ninguno de los capítulos de los libros de texto de los colegios públicos. Muchos atribuyen este empeño de olvido al hecho de que Bayard Rustin viviera su homosexualidad con orgullo en unos tiempos donde era algo que todavía se veía como una perversión.

Publicidad

Ignorar la historia de Rustin nos parece todavía más criminal si seguimos explorando todas las facetas de su trabajo. Su obra como estratega político y organizador no puede apreciarse del todo si desconocemos su pasión por la música. En la Universidad de Wilberforce, Bayard cantaba en un cuarteto y viajó por todo el país para actuar. Cuando le expulsaron de clase y se mudó a Harlem, en un principio encontró curro como cantante con el Josh White Quartet, un popular cantante de blues de los 30 y 40 que utilizaba su trabajo para denunciar las injusticias sociales. En una breve grabación de audio publicada en YouTube titulada "You Don't Have to Ride Jim Crow" , se puede ver una galería de fotos en blanco y negro de Rustin durante manifestaciones, sonriendo junto a Martin Luther King Jr.

En el vídeo, muestra su respeto por Irene Morgan, una mujer que se negó a ceder su asiento a una pareja de raza blanca en Virginia en 1944. Acaba cantando: "Algún día todos seremos libre / Cuando la acción conjunta cambie la marea / y negros y blancos se sienten unos al lado de los otros / Oh algún día todos seremos libres". Escuchar esa voz desnuda y esas emociones, junto con fotos de gente alzando la mano en señal de victoria, nos despierta sentimientos espontáneos de orgullo y tristeza; orgullo porque nos sentimos agradecidos por Rustin y cualquiera que reunió el coraje suficiente para luchar por los derechos que ahora podemos disfrutar como norteamericanos de color. Y tristeza porque la libertad por la que aspira todavía no está del todo asegurada. Porque como ellos, por tener el aspecto que tengo, todavía puedo ser asesinado por un hombre blanco y que mi muerte pase desapercibida, más de 50 años después de que Bayard expresara esos deseos.

Hay dos colecciones de canciones de Rustin más atemporales en iTunes tituladas Bayard Rustin Sings a Program of SpiritualsElizabethan and Negro Spirituals. Los dos discos fueron publicados originalmente a principios de los 50 vía Fellowship Records, una discográfica propiedad de Fellowship of Reconciliation donde Bayard trabajaba como organizador juvenil y aprendió a ser un manifestante pacífico. Estas canciones son una prueba de que sus esfuerzos creativos nunca podrán separarse de su obra política. Resucitar estos cantos, que básicamente soñaban con días mejores incluso si los encontraban en el más allá, y situarlos al lado de la lucha asociada al Movimiento por los Derechos Civiles casi cien años tras la abolición de la esclavitud nos sitúa en un momento crucial en la historia negra norteamericana. Estas actuaciones también destacan la visión de Rustin que, hasta su muerte en 1987, nunca abandonó su firme lucha por la igualdad en todos los frentes, para toda la gente. Es una verdadera pena que por el estilo de vida que llevaba Rustin haya tenido que pasar la mayor parte de su carrera política en la sombra, asesorando a gente menos preparada para que fueran ellos los que lideraran. Es una pena que tengamos que ver una peli o encontrar una obra de literatura para descubrir que existió gente como él o pioneros como Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Pero con un poco de suerte, a medida que la gente se va haciendo más tolerante ante algunas de las diferencias que encontramos en este mundo, podremos acabar situando a esta gente en el lugar donde deberían estar.

Foto de Patrick A. Burns para Getty Images.

Traducido por Rosa Gregori.