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Comida

Promoviendo el Kimchi y el K-Drama Gospel en Ecuador

En el restaurante Gran K, en Quito, Ecuador, Señora Choi Choon-Ja está utilizando episodios de 'Boys Over Flowers' para aprovechar la ola coreana que ha arrasado en América Latina.

En un sábado típico, miembros güeros oxigenados con zapatos de tacón de aguja del grupo musical de pop coreano 2NE1 bailan por la pared del restaurante Gran K en Quito, Ecuador, donde fueron proyectados más grandes que cualquier cuerpo. La dueña, la señora Choi Choon-Ja, corre de mesa en mesa, enseñándole a un grupo de estudiantes universitarios cómo usar palillos chinos, pidiendo a gritos café fresco para una mesa de clientes frecuentes, cambiando la música al soundtrack de Los chicos son mejores que las flores por petición de un cliente y amontonando plato tras plato de pollo frito, daikon y kimchi sobre las mesas. Su nieto de cinco años no suelta su videojuego mientras observa, asombrado, a la muchedumbre.

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Choi deposita el café en una olla y el rico olor del grano inunda el restaurante. En una mesa al medio, los seis estudiantes que pidieron escuchar

Los chicos son mejores que las flores

hablan y ríen. Están aquí para alimentar su amor por el K-Drama mientras comen los platillos que han visto comer a sus personajes favoritos tantas veces. Es su primera vez probando comida coreana. A una chica, Diana, le gustan los K-Drama porque son «sanos». Ella dice que «se muestran como son», porque necesita suceder mucho antes de que los personajes de enamoren unos de otros. El fan más grande del K-Drama en el grupo, Jazmín, comenzó a aprender coreano con la palabra

saranghae

, que significa «te amo».

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Es exactamente este tipo de encantamiento con la cultura coreana que la Señora Choi esperaba encontrar cuando abrió el Gran K. Aunque no esperaba que sucediera tan rápido. Lleva abierto sólo cinco meses y la única publicidad que ha hecho es una página de Facebook, y, aún así, los clubs de fans del K-Drama ya han comenzado a encontrarse aquí regularmente. No hace mucho tiempo, un programa local de noticias,

América Vive

, hizo un reportaje sobre el Gran K, causando un influjo inesperado de clientes. Choi espera incrementar su clientela continuando con la ola coreana, o el

hallyu

, que ha comenzado a barrer Latinoamérica.

A veces no es claro si la Señora Choi está surfeando esa ola o si ya la revolcó. Hace unas semanas, un club de fans de 24 personas tomó el restaurante de 9.30 en la mañana hasta las 17.00 horas. Las chicas del club de fans son intensas. Aún sin hablar coreano fluido, usan honoríficos, como unni (hermana mayor) u oppa (hermano mayor). Hablé mucho con una de ellas, pero de todas maneras tuve problemas para seguirla con todo lo que saben. Proyectaron un video de un concierto, gritaron y agitaron sus varas lumínicas como si fuera real.

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Choi migró a Ecuador hace diez años porque pensó que sería un lugar relajante para retirarse. Ya había hecho negocio en el país por algunos años y continuó su negocio de importación una vez que llegó. Pero en 2012, los altos impuestos de Ecuador en bienes importados, hizo al negocio estéril. Choi también se percató de cómo Ecuador se quedaba atrás respecto a otros países sudamericanos en su apropiación de lo coreano. Países como Panamá y Brasil le dan al pop y al drama coreano la importancia que se merecen, en Ecuador se reduce a mera popularidad. La meta de Choi no es sólo difundir el K-pop, sino llevar a las masas a que se interesen por la cultura coreana —en cierto modo para sentirse más en casa, estando en Ecuador—.

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Por esta razón, su menú está planeado para enseñar la cultura —a paso de bebé—. Muchos de los clientes de Choi —la mayoría estudiantes universitarios— están probando la comida coreana por primera vez. Sus comidas son un almuerzo ejecutivo, una comida con precio fijo que pega mucho en Ecuador. Con $5 puedes consumir una sopa, una gran entrada y una bebida. La entrada es básicamente un segundo tiempo, con pollo, una ensalada y a veces arroz. Lo sirve con una guarnición de dulce rábano crujiente.

Casi todo el menú incluye pollo. Un K-Drama reciente, Mi amor de las estrellas, sobre un guapo alienígena que se enamora de una actriz deprimida, internacionalizó el amor coreano por el pollo frito y el mekju (cerveza), un combo llamado chimek. La hija de Choi, Shin Jee-Won, dice que Corea tiene más de un millón de recetas de pollo, de las cuales su madre seleccionó algunas para hacer su menú. En uno de los platos, pollo, vegetales y arroz están envueltos en un omelette muy delgado. Otro es pollo marinado en una espesa salsa de ajonjolí. Cada entrada viene con una ensalada de repollo, pimientos y zanahorias revestidos con una cubierta agridulce.

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Una vez que los clientes se vuelven frecuentes o expresan interés por la comida coreana, sabores más desafiantes llegan y también lo picante. Los clientes regulares reciben panchan (guarniciones) como kimchi y les sirven comidas como kimchi jighae, una sopa que algunos coreanos piensan que es muy picante para los no coreanos. Los clubs de fans pueden ordenar el menú especial: bibimbap, mandu (sobras), galbi (costillitas marinadas) y jumukbap (arroz con carne en forma de corazones y estrellas). Pero también vienen por la Señora Choi, quien les enseña a usar palillos chinos, a auxiliar a los viejos y a sostener el vaso con ambas manos si un viejo sirve el agua.

Planea expandir estas demostraciones en clases gratuitas bimestrales de lengua y cultura coreana. Ella le explica a los fans del drama los significados de la comida que comen. Un personaje que come

ramyun

(sopa instantánea) suele estar deprimido o con prisa. Si una mujer le compra

dukbokki

(pescado marinado y pasteles de arroz) a un hombre, quiere decir que a ella le interesa. «Hasta hacer arroz blanco significa algo para nosotros», dice Shin.

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Choi toca frecuentemente a los clientes en el hombro y abraza a los frecuentes cuando entran. Al principio pensé que lo hacía por haber vivido en Ecuador por tanto tiempo. Todos aquí se saludan con un apretón de manos y un beso en la mejilla y la gente a menudo se llama entre vecino y vecina o

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mijo

y

mija

.

Pero Chin dice que esto es jeong, el concepto coreano de afección y cariño. «Creemos que todos somos familia. Una vez que los conocemos, no los dejamos con las manos vacías».