El sistema quiere matarnos
Ilustración por Aina carrillo vía Max Pixel/CC0

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Marca España

El sistema quiere matarnos

Es casi imposible conseguir una vivienda, un trabajo y comer algo que no sea veneno. Esta sociedad está hecha para aniquilarnos.
AC
ilustración de Aina Carrillo

Recordad esto bien: nos van a matar.

Esto es un hecho. Los mortales son conocidos, precisamente, por su mortalidad, esa característica de fallecer. Lo que pasa es que este fallecimiento realmente nunca es natural, es más bien un cúmulo de puñaladas lanzadas desde el seno de una sociedad podrida. En fin, no te confundas; no fallecerás, te matarán.

No es una broma, hay fuerzas ahí fuera que parece que solo nos quieran completamente muertos. Tengo las pruebas, soy un periodista serio, tengo jodidas pruebas; cada segundo de nuestra existencia está repleto de indicios de muerte; la vida es solamente una concatenación de situaciones que pretenden acabar con nosotros. Algo muy grande quiere hacer que duremos lo menos posible en este planeta y, por supuesto, que no lleguemos a disfrutar de nuestra existencia en él ni un solo segundo.

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¿Pero, Pol, quién nos quiere muertos? ¿De qué estás hablando? Vale, no creáis que estoy paranoico, lo que me quiere matar no es algo que esté creciendo en mi cabeza, no es un enemigo imaginario que me susurra por las noches cosas como “no te duermas, porque si lo haces te voy a matar, cabrón” y cosas así. Es algo real, se puede señalar.

No es que el que empuña el machete que nos degollará sea un personaje en concreto, es un conjunto de valores y poderes; son todos esos individuos responsables del porvenir de esta sociedad, los encargados de las instituciones, los encargados de las empresas que tienen más poder de decisión que los propios gobiernos y de las oligarquías que controlan todas estas empresas y gobiernos. Es más, incluso es una entropía incontrolable; la mano invisible del mercado; el propio instinto de supervivencia o, incluso, la cruzada mastodóntica de la humanidad en busca del placer absoluto. Todo esto es nuestro asesino.

Trabajamos por un sueldo irrisorio durante más de 40 años en distintos puestos de trabajo en los que consideran que nuestras ideas “son poco interesantes” y que “les demos un par de vueltas más” y en los que nos recomiendan que “mantengas un perfil bajo”

Es que, diantres, hacemos un esfuerzo por seguir las reglas del juego. Estudiamos una carrera pésima rodeados de gente mediocre que piensa que la felicidad se encuentra en un puesto de trabajo y una nómina decente que pueda cubrir una parte de una hipoteca que pagarán a medias con una pareja que dejarán de amar a los cinco años de haberse prometido amor eterno en una ceremonia barata pagada por sus padres.

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Luego trabajamos por un sueldo irrisorio durante más de 40 años en distintos puestos de trabajo en los que consideran que nuestras ideas “son poco interesantes” y que “les demos un par de vueltas más” y en los que nos recomiendan que “mantengas un perfil bajo”. Mientras, nos pasamos años buscando un piso mínimamente decente en una ciudad dormitorio con un elevado índice de criminalidad porque no podemos permitirnos una habitación en la urbe que nos vio nacer.

Haces el esfuerzo de aceptar estas reglas del juego y aun así, por todas partes, ves flechas dirigidas hacia tu cerebro que pretenden aniquilarte. Nos obligan a arrastrarnos por el lodo hacia un premio que no se merece ni un segundo de nuestro esfuerzo —el objetivo de la vida es tener mucho dinero— mientras un conjunto de prácticas y costumbres del capitalismo quieren destruirnos definitivamente.

Pensadlo bien.

Nos quieren matar, parte 1: Cada vez es más complicado el acceso a una vivienda digna. ¿Qué pretenden? ¿Quieren que habitemos en trasteros húmedos en los que morir tiritando por culpa del frío y la humedad? Es más, ¿aspiran a que durmamos en cajeros y muramos de frío y los niños de los ricos nos señalen mientras les dicen a sus padres eso de “Mirad, la mascota de este señor es una rata atada con un cordón de zapato”?

Nos quieren matar, parte 2: Nos dificultan el acceso a unos estudios públicos y dignos que supuestamente nos faciliten la entrada al mundo laboral. Solo esperan de nosotros que seamos un cúmulo de desconocimiento que firme hipotecas a 100 años y que ante un despido nos echemos a la vía del tren.

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Nos quieren matar, parte 3: Nos denigraremos como nunca para intentar tener un trabajo decente que nunca conseguiremos pese a que necesitemos el dinero para poder comer o comprarnos harapos con los que taparnos. Sin trabajo no hay nada más, si desean que las empresas nos puedan despedir en cualquier momento es que desean que en cualquier momento nos quedemos sin la posibilidad de ingerir alimento.

Aceptamos la muerte a cambio de poder calentar lasaña en cinco minutos y hacer una rondita de Instagram mientras cagamos

Nos quieren matar, parte 4: Si, con suerte, conseguimos un poco de dinero para alimentarnos, la gran mayoría de comida que estará a nuestro alcance será puro veneno para nuestro cuerpo. La comida del supermercado es jodidísima, la soja transgénica mata, el glutamato es el demonio, los fast food, la comida congelada, la comida precocinada. Hordas de gente comiendo lasaña del Mercadona en su casa en un lento pero efectivo suicidio. Además, estos productos infectos no solo nos matarán, sino que convertirán nuestro cuerpo en algo opuesto a los cánones de belleza que esta misma sociedad nos ha obligado a aceptar como idóneos y tendremos ganas de saltar por la ventana.

Nos quieren matar, parte 5: El progreso, la tecnología y las telecomunicaciones. Los microondas, las antenas de telefonía y el jodido Wi-Fi. Todos estos aparatos están deformando nuestro cuerpo a base de emisiones que aún no sabemos si nos pueden aniquilar. La muerte a cambio de poder calentar lasaña en cinco minutos y hacer una rondita de Instagram mientras cagamos.

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Nos quieren matar, parte 6: Nos encanta la libertad que nos ofrecen los coches y a la que tenemos tres días libres huimos de nuestra realidad y vamos en avión a visitar un país lejano en el que haremos demasiadas fotos que no interesarán a nadie porque nuestras vidas no tienen ningún tipo de interés puesto que son iguales a todas las vidas de los demás. Todo a costa de destruir el ozono, o sea, lo que permite que existamos.

Nos quieren matar, parte 7: Después de pasarnos dos años viendo series, recibiendo pedidos en Amazon y encargando comida a domicilio en la más absoluta soledad de nuestro hogar, nos preguntaremos dónde están exactamente todos nuestros amigos. Cuando intentamos retomar el contacto con ellos y vemos cómo nos ignoran decidiremos volver a la soledad y esperar a que el glutamato nos mate poco a poco.

Nos quieren matar, parte 8: Como el amor solo puede surgir a partir de una atracción mutua generada por la coincidencia de dos físicos perfectos estipulados según los cánones de belleza imperantes —inalcanzables por un enorme porcentaje de la población—, la mayoría de cuerpos flácidos denigrados por la comida basura caerán en la desesperación y la soledad.

Maldita sea, está todo orquestado, organizado, articulado para la aniquilación. La vida es una lucha constante y todo es agreste y malvado. ¿Es que hay alguien o algo ahí fuera que nos quiera vivos? Está claro que no. Recordadlo: nos van a matar.