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Los osos polares tienen que nadar cada vez más para encontrar hielo

Un estudio elaborado durante 5 años concluye que el derretimiento de las banquisas de hielo en los Territorios del Norte está obligando a los osos polares a recorrer a nado distancias desacostumbradas. Tendrán que cambiar sus hábitos para sobrevivir.
Photo d'un ours polaire en Norvège à Svalbard, via Flickr.
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El derretimiento de las banquisas de hielo en el mar de Beaufort está obligando a los osos polares a nadar distancias cada vez más largas sin posibilidad de conseguir comida ni de descansar durante días. Así lo concluye un nuevo estudio sobre las nefastas consecuencias en el Hemisferio Norte del cambio climático. El detallado análisis ha sido elaborado a lo largo de los últimos cinco años.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Alberta, Canadá, estuvieron analizando el comportamiento de los osos polares desde el año 2007 hasta el 2012. Los científicos se apostaron en el mar de Beaufort enclavado al norte de Alaska, en el Territorio del Yukón, y en la bahía de Hudson.

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Los investigadores han concluido que a medida que el hielo del mar se derrite, tanto las hembras adultas como los cachorros de ambos sexos se ven obligados a realizar trayectos de más de 50 kilómetros para poder dar con un pedazo de hielo sobre el que descansar.

"Si nos remontamos un poco en el tiempo, digamos que hasta los años 80, veremos que los osos del mar de Beaufort jamás se habían encontrado con tramos tan amplios de aguas abiertas. Y eso es solo el primer dato que arroja el análisis", explica el investigador Andrew Derocher, profesor de Biología en la Universidad de Alberta.

Bloques de hielo quebrados al sur del mar de Beaufort, cerca de la isla de Herschel, el el Territorio del Yukón, 6 de mayo de 2007. (Imagen por Andrew Derocher).

"Algunos osos no podrán adaptarse y morirán. Los viejos, los jóvenes y los más pequeños serán los más vulnerables", explica.

Según cuenta Derocher, después de cada trayecto la temperatura corporal del oso polar puede disminuir dramáticamente. Si bien un "macho adulto, grande y gordo, uno que acumule varios cientos de kilos en grasa estará bien protegido", el mismo trayecto podría resultar fatal para un cachorro de unos 40 kilos nacido este mismo año. "Depende del oso", cuenta.

El estudio, publicado en el último número de la revista Econography, empleó rastreadores de GPS para seguir a 115 osos polares — 58 hembras adultas y 18 jóvenes mamíferos del mar de Beaufort, y 59 hembras adultas de la bahía de Hudson. Los animales fueron seguidos durante las temporadas migratorias.

Los machos adultos nunca fueron analizados debido a que sus cuellos son demasiado grandes para los collares y terminaban arrancándoselos.

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"En aquellos pocos casos en que sus cuellos eran lo suficientemente pequeños como para que les encajara el collar, nos encontramos con que se los terminaban arrancando", explica Derocher.

Los investigadores toman las medidas de un oso polar en el mar de Beaufort, cerca de Yktoyaktuk, en Canadá, en abril de 2011. A la derecha el doctor Nick Pilfold, a la izquierda el doctor Andrew Derocher El piloto Mike Woodcock aparece con chaqueta roja. (Imagen cortesía de Andrew Derocher)

Los investigadores registraron 115 recorridos de larga distancia, 100 de los cuales tuvieron lugar en el mar de Beaufort, donde los niveles de hielo alcanzaron un mínimo histórico en 2012. Ello significa que alrededor del 69 por ciento de la población de osos polares del mar de Beaufort se vio obligado a recorrer largas distancias durante 2012, una cifra extremadamente superior al 25 por ciento registrado en 2004.

El promedio de longitud de los trayectos se situó alrededor de los tres días y medio, mientras que el animal que se vio obligado a recorrer una distancia mayor fue una hembra que nadó casi 400 kilómetros en 9 días.

La mayoría de los trayectos de larga distancia se registraron en el mar de Beaufort, que ha pasado de tener banquinas de hielo durante casi todo el año, a prácticamente quedarse sin nada en los meses de verano. Así ha sido durante los últimos 30 años. El hielo ni siquiera existe ya durante cientos de kilómetros más allá de la costa. Por el contrario, los osos de la bahía de Hudson llevan enfrentándose al derretimiento del hielo en los meses de verano desde hace cientos y cientos de años, de manera que han aprendido a alimentarse fuertemente en los meses de invierno, para luego poder vivir de sus reservas de grasa durante el verano.

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"Claro que no todos los osos son iguales. Ser joven, viejo o delgado son factores que pueden influir muchos en tus posibilidades de sobrevivir", explica Derocher. "A veces no llegan a morir, pero los daños son extremadamente costosos. Especialmente a nivel de energía. Hay que hacer mucho acopio en invierno y es sabido que los meses de verano nunca han sido los mejores en la vida de los osos polares".

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El estudio también ha descubierto que las hembras adultas que llevan cachorros consigo son las que nadan distancias más cortas.

"Si se encuentran con aguas abiertas, digamos que con extensiones de 100 metros desprovistas de hielo, las hembras preferirán rodearlas sin sumergirse, a pie, durante kilómetros y kilómetros, para así evitar que sus cachorros se expongan al peligro de nadar en aguas de semejantes características", explica Derohcer.

En última instancia, los descubrimientos del estudio concluyen que los osos del mar de Beaufort deberían de adoptar el mismo estilo de vida que los de la bahía de Hudson; esto es, comer mucho más en invierno.

"El caso es que ya se trata de un animal en peligro de extinción — probablemente estará seriamente amenazado a mitad de siglo", cuenta. "Lo que tendrán que hacer es dejar de nadar y empezar a dirigirse hacia la tierra".

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Imagen vía Flickr