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FIGHTLAND

La rendición de Walters podría dejar huella en los deportes de contacto

Vasyl Lomachenko lució como todo un virtuoso del boxeo el sábado por la noche y obligó a Walters a rendirse. ¿Hasta que punto su decisión muestra la hipocresía en torno a la seguridad de los peleadores?

Bob Arum, quien suele ser en ocasiones un promotor malintencionado, lo ha visto todo en el mundo del pugilismo. Festejando su evento dos mil en el boxeo la noche del sábado pasada, Arum vio cómo el mundo se inclinaba ante su boxeador estrella más reciente, Vasyl Lomachenko, luego de su espectacular dominio sobre Nicholas Walters, lo cual motivó a Arum a asegurar que el joven ucraniano es un "maestro moderno" de los cuadriláteros.

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Comentarios de este tipo podrían verse como una hipérbole común pero, en efecto, Lomachenko ha lucido así de bien desde que se unió a las filas del profesionalismo luego de concluir una carrera amateur de ensueño que lo vio ganar el oro olímpico en 2008 y 2012, la medalla de oro en el Campeonato Mundial de 2009 y 2011, al igual que en el Campeonato Europea de 2008. El zurdo de 28 años es, sin duda, una joya.

Se esperaba que Walters, quien posee bastante poder en los puños para alguien peleando en la división pluma (o, en este caso, en la categoría ligero junior), fuese una prueba complicada para Lomachenko y ver hasta qué punto la fama del europea era justificable. Con un récord de 26 peleas, 21 por la vía del nocaut, e invicto, Walters se presentaba a la contienda, pero a la hora de la verdad, el jamaiquino estuvo muy por debajo del nivel del campeón ucraniano ligero junior de la OMB.

Fue una sesión de sparring de pago por evento para Lomachenko. Humilló al jamaiquino, y durante los siete asaltos que duró la "contienda", se dedicó a impartir cátedra como sólo los virtuosos saben hacerlo: apabulló a Walters con todo su repertorio de combinaciones y presumió sus impresionantes habilidades a la defensiva. En ningún momento Lomachenko se vio amenazado por un peleador que suele imponer respeto en sus rivales.

El dominio ejercido por Lomachenko resultó ser demasiado para Walters. Mientras se encontraba sentado en el banco esperando el campanazo para el octavo round, Walters y su esquina solicitaron la intervención de Tony Weeks para que diera por concluida la pelea. Weeks le preguntó al jamaiquino si deseaba continuar, a lo que éste respondió, "No, no quiero continuar". No más.

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Había muy poca evidencia de cualquier tipo de daño sobre la humanidad de Walters, ni herida visible alguna sobre su rostro luego de haber aguantado la maestría de Lomachenko. Aunque estoy seguro que sufrió por la cantidad de golpes que recibió, parecía que el corazón de Walters, su voluntad de pelear y su ego se habían llevado la peor parte. Somos meros espectadores en todo esto. ¿Quién somos para saber lo que verdaderamente sintió en el ring?

El público presente en el Cosmopolitan abucheó la decisión de Walters para dejar la contienda —en especial cuando le dijo al analista de HBO, Max Kellerman, que no había sufrido lesión alguna—. En un intento por razonar con los presentes, Walters dijo: "No tiene que ver con darse por vencido. Si ven el último asalto, [Lomachenko] me agarró con golpes muy buenos. Intentaba sobrevivir el round. Habría sido estúpido continuar".

En una era donde la preocupación por la seguridad de los peleadores se vuelve cada vez más prominente en los deportes de combate, podríamos decir que Walters estaba, simplemente, cuidando su salud.

La decisión de Walters fue objeto de duras críticas de parte de periodistas y fanáticos. Ser visto "rendirse" en una pelea es uno de los pecados capitales no hablados en los deportes de combate. Se espera que los peleadores continúen peleado hasta el trágico final. En efecto, Walters se retiró de una pelea de campeonato, pero ¿debería ser acosado por una decisión que él asegura tomó para su bienestar?

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Dada la inmediatez de la hemorragia en el cráneo de Nick Blackwell que le provocó un coma en su pelea con Chris Eubank Jr. a principios del 2016 —una lesión que se manifestó a pesar de que Blackwell lucía perfectamente bien y que lo obligó a retirarse luego de resentirse durante una sesión de sparring— uno pensaría que el razonamiento de Walters debería ser, mínimo, respetado, incluso si no se le cree del todo. No se puede elogiar las medidas para promover la seguridad de los peleadores, como los demostraron las acciones de Chris Eubank padre, y después criticar a otros por cuidar su bienestar.

Lomachenko no fue precisamente amable con Walters después de la pelea, al declarar a los reporteros: "Después del quinto asalto, lo disfruté mucho. Había dicho previo al combate que era un guerrero y que me haría esto y lo otro. ¿Pero en realidad qué hizo? Es un buen boxeador, muy fuerte, pero sólo se paró ahí y me facilitó las cosas. Mi meta es convertirme en el mejor libra por libra del mundo. Tenía un plan y supe que me tomaría unos nueve rounds. Al final, se dio por vencido".

"Vimos a un maestro moderno, un mago en acción esta noche", Arum declaró para los reporteros. "Me sorprendió cuando [Walters] se rindió, pero no haber sido así habría terminado noqueado. Lomachenko lo trabajó muy bien y lo iba a acabar en el siguiente round".

Las críticas dirigidas a Walters tiene que ver con la forma en que se comportó previo a la pelea antes de rendirse la noche del sábado. A esto se le llama promoción.

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La lluvia de molestia que hemos visto caer desde hace unos días podría establecer un precedente negativo. Aunque no puedo decir con plenitud que creo la excusa de Walters, no tengo las pruebas para afirmar que miente y criticarlo por ello. Ningún peleador querrá ser descrito como un cobarde fanfarrón como Walters, y dicha actitud bien podría afectar a alguien que resulte lastimado en una pelea.

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¿Entonces qué sigue para el ucraniano? Con una marca de 8-1, los seguidores del boxeo están ansiosos por ver más del hombre que ha peleado no más de tres veces en un año, y cuyo patrón comienza a ser de dos peleas por año. A esto Arum lo calificó como una "tontería", pero esperamos ver a este experto más seguido.

La única derrota de Lomachenko fue ante Orlando Salido en su apuesta por hacer historia al convertirse en campeón mundial en su segunda pelea como profesional. Su intento terminó en un fracaso, al perder por decisión dividida controversial. Salido se había pasado del peso y perdido su título en la báscula, mientras que el réferi Laurence Cole permitió al mexicano conectar una seria de golpes ilegales. Un competidor tan estimado como Lomachenko seguro querrá obtener su revancha.

Sin embargo, una pelea mucho más grande podría estar en puerta para Lomachenko en el 2017: ante Manny Pacquiao. Arum titubeó con la idea días antes de la contienda del sábado, al declarar: "Lomachenko tiene todo para ganar. Es el segundo título mundial en sietes peleas como profesional. Algo así nunca había pasado, y seguirá ganando más campeonatos conforme suba de división y se encuentre con rivales interesantes.

"No está del todo alejada la posibilidad de verlo ante Manny el próximo año. Lomachenko quiere retos, ya que es muy talentoso. Mucha gente lo ve, no sólo los fans del boxeo, porque es talentoso en todos los sentidos. Lo ven en YouTube y en HBO y siempre quedan sorprendidos".

Un combate entre Lomachenko y Pacquiao sin duda produciría grandes cantidades de dinero, y un triunfo para el zurdo ucraniano sin duda aceleraría su ascenso al estrellato y entre las listas de los mejores libra por libra. A juzgar por su actuación el sábado por la noche, Lomachenko es un boxeador que tenemos que ver sin importar con quién se enfrente.