Ronda Rousey 2.0: La reina de los Medios

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Ronda Rousey 2.0: La reina de los Medios

En medio de su gira de regreso, nos sentamos con Ronda Rousey para que nos hablara en exclusiva sobre su papel en el nuevo videojuego de UFC 2, sus aspiraciones fuera del octágono y su candidato presidencial favorito.

Fotos cortesía de Electronic Arts

Es adecuado que Ronda Rousey es una de las atletas que aparece en la portada de el próximo videojuego UFC 2 de EA Sports. Estamos, después de todo, en la era de Ronda Rousey versión 2.0.

La versión 1.0, claro, la implacable e incesante máquina de pelea en el octágono, cuyas rápidas victorias eran tan garantizadas como las profanidades de Dana White en las conferencias de prensa. Aunque ganó popularidad en los medios como una atleta telegénica que siempre decía lo que pensaba , su estatus se mantenía con invencibilidad dentro del octágono.

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Pero su imponente derrota en UFC 193 el pasado mes de noviembre la mandó a las profundidades de la duda existencial, como le dijo a Ellen DeGeneres a principios de la semana. Si ya no soy invencible, se preguntó, ¿entonces ahora que soy?

Para responder esa pregunta podemos simplemente observar el bombardeo de los medios que ha tenido Rousey en 2016. Además de presentarse en Ellen, entre otras cosas, fue anfitriona de Satyrday Night Live, apareció en la portada de Sports Illustrated vistiendo body-paint y se preparó para sus siguientes proyectos cinematográficos, incluyendo el remake de Road House.

Esta es Ronda Rousey versión 2.0: una estrella que aún puede —creemos, esperamos— ser una competidora digna de temer en el MMA. Ciertamente luce así durante su reciente parada en su gira de regreso, una visita a las oficinas de Electronic Arts en Vancouver. Está allí para tomar su turno dentro del estudio de captura de movimientos que le dará a su personaje en el videojuego todos sus movimientos característicos.

En el lobby justo afuera del estudio está una maquina vieja de Street Fighter II. Se abre la puerta y vemos el estudio —un espacio como bodega con docenas de cámaras sostenidas en andamios.

Al inicio veo a Rousey mientras se mueve de atrás a delante, esperando las instrucciones del director de animación, mientras viste un traje gris y un casco cubierta de esferas pequeñas (llamadas "marcadores") para capturar sus movimientos. Luce —y me siento seguro diciendo esta palabra solo porque ella la usa después— graciosa.

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Pero en este espacio extraño, frente a un público de tal vez 50 espectadores, obedientemente hace los movimientos de su salida al octágono, su rutina previa a las peleas y una serie de golpes y rodillas, todo para el beneficio de las cámaras. Entre una serie de movimientos, asume una pose para recalibrar el equipo. Cuando llega la hora de grabar una pose de celebración pos-pelea, las raíces de Rousey en el judo comienzan a florecer.

"Honestamente, en el judo siempre me dijeron que no celebrara", le dice al equipo. "Ni siquiera me gusta que levanten mi mano".

Momentos después, está sonriendo de oreja a oreja, mientras le encaja una barra de brazo al director (supongo que para el juego) y le grita en broma que no ponga resistencia.

¿Estos estallidos emocionales pudieron ser momentos planeados, con el objetivo de comunicar una imagen de la peleadora? Es poco probable; su actitud de no-me-importa-un-carajo le da mucha autenticidad a todo lo que dice o hace.

Mientras me siendo para tener una conversación uno a uno con ella —como para demostrar mi punto— suelta un enorme bostezo y humildemente café helado con leche de soya y endulzado ("no sin endulzar, y endulzado"). Una de las personas que nos acompaña para la entrevista va a conseguirlo.

"¿Un día largo?", le pregunto.

"Una vida larga", me responde, con una sonrisa de cansancio.

Para romper el hielo, le pregunto cual atuendo es más extraño de usar: ¿el traje para capturar sus movimientos o el body paint de SI? Ella no lo duda.

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"El body paint", dice, "porque nadie tuvo que colorear mi culo para ponerme el traje".

Estallan las risas en la habitación. Apenas van 30 segundos desde que la conozco.

Tal honestidad no es asociada por lo general con los atletas elegidos para ser la cara principal en películas u organizaciones deportivas, o videojuegos —especialmente atletas femeniles. Pero el estilo franco de Rousey no debe ser malinterpretado como falta de respeto por la posición pública que tiene.

Está orgullosa de ser la primera mujer en ser parte de una franquicia de videojuegos (comparte la portada con Conor McGregor), particularmente después de sus experiencias decepcionantes como entusiasta de los videojuegos.

"Me gustaban mucho los juegos RPG, entrar en el personaje y sentirte apegado a él emocionalmente", dice. "Nunca hubo buenos personajes femeniles principales en los juegos que yo jugaba. Siempre eran chicos".

"Zelda [Legend of Zelda] pudo ser chica por un momento, peor no podías jugar como ella, y en realidad no era de mucha ayuda".

Rousey, que dice que la mayoría de sus amigas también eran entusiastas de los videojuegos, están especialmente contentas de este logro basado en sus méritos. "Esta portada en verdad muestra un cambio, no solo en la comunidad de jugadores sino en la cultura general", dice.

Aunque Rousey sin duda ha sido una pionera para el MMA femenil, su lugar en el cambio cultural hacia la equidad de género ha sido difícil de señalar. En algunos círculos, es aplaudida por ser un ícono feminista; en otros, es celebrada por ser totalmente lo contrario.

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Un detonante llegó el año pasado, cuando su término poco afectuoso para cierto tipo de mujer —"do nothing bitches", o DNB's, como las llama Rousey— se convirtió en parte del léxico público y causó controversia.

Pero demostró ser lo suficientemente popular para vender ropa inspirada en la frase, misma que ella destaca, ayuda a reunir fondos para la organización californiana Didi Hirsch Mental Health Services.

"(Didi Hirsch) trabaja con mujeres con trastorno dismórfico corporal, trastornos alimenticios, gente que es suicida o sufre depresión", dice. "Les da tratamiento gratuito. Hemos reunido mucho dinero para ellos".

La frase incluso atrajo la atención de Tina Fey, quien trabaja actualmente junto con la guionista Paula Pell para producir una película basada en el término, que la misma Rousey protagonizará.

"Están en proceso de escribirla. Estoy emocionada por ver el resultado", dice Rousey. "Me dieron una idea de lo que tratará, y creo que será graciosísima y tendrá buena narrativa cultural también".

Pero si 2015 fue el año de DNB para Rousey, parece que 2016 será el año de FTA, término que recientemente registró. Fuck Them All. ("Al carajo todos" o "Que se jodan todos").

"¿Quiénes son todos", pregunto.

Hace una pausa. Luego, en voz baja: "Todos".

Otra pausa. "Todos fuera de mi grupo de personas".

Luego más carcajadas.

Estar bajo presión constante para servir como representante de su deporte y su género, tal vez es comprensible si Rousey busca un poco de introspectiva —particularmente después de una pelea que la hizo reevaluar fundamentalmente todo en su vida y su carrera.

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Pero entre la portada del videojuego, múltiples proyectos cinematográficos en frente (y las incontables apariciones en los medios que van de la mano) y una creencia de que peleará por el título contra Holly Holm o Miesha Tate este año, el público probablemente verá más que nunca el rostro de Rousey.

Esto si su agenda lo permite. Los retrasos en la filmación de Road House han levantado dudas sobre si Rousey podrá regresar al octágono este año. Pero mientras que algunos ven la trayectoria de Rousey con hastío, ella insiste en que convertirse en la reina de los medios no es algo que planeara.

"Son las cosas que pensé que serían suaves, en general. No creí que terminaría haciéndolas", dice. "Todo pasó de manera orgánica, y es cómo las cosas comienzan a suceder, por sí solas".

Su exceso de proyectos creativos llega en medio de un drama aún más fascinante que la rodea, la elección presidencial de los Estados Unidos. Los atletas de perfil más alto evitan involucrarse en los análisis políticos, pero Rousey no, quien ha aclarado su apoyo para Bernie Sanders.

"Creo que en verdad ha mostrado lo poco que necesitas patrocinadores corporativos para tener una campaña exitosa, y espero que muchos tomen su ejemplo y lo sigan", dice. "No quiero que mi presidente tome posesión debiéndole a muchas personas —además de a las personas que se supone que sirva— favores".

Es sorprendente que Rousey vea un atractivo en no deberle a otros. Nunca, durante nuestra plática, voltea a consultar con nadie antes de responder mis preguntas. Es alegre y encantadora, pero no es condescendiente cuando aparece una broma estúpida en la charla. Puede ser el rostro público de muchas entidades que valen millones de dólares, pero la suya es una cara humana, con todo lo que eso conlleva. La versión de sí misma rodeada de cámaras que captan movimientos vivirá eternamente en el espacio virtual, con la probabilidad de romper los huesos de sus oponentes.

Pero en el mundo de carne y hueso, Ronda Rousey versión 2.0 está lista para mostrarse a sí misma en manera que nadie (ni siquiera ella misma) pudo hacer imaginado.

No todos lo aprobarán.

Pero ya se pueden imaginar cómo cualquier versión de Rousey les respondería.